Cuando en el curso 1966-67 llegué al C. M. San Juan Evangelista, ¿había colegiales aficionados al flamenco? Casi seguro que sí, pero yo los desconocía salvo a uno: un gaditano muy gracioso, que estaba terminando alguna Ingeniería Superior. No me acuerdo de su nombre, pero sí de su mote: El Roni. Tampoco recuerdo como nos conocimos, pero el hecho es que salíamos algunos fines de semana a las tabernas de ambiente andaluz: “Sherry” y "Los Camborios", a la derecha de la Gran Vía conforme se subía desde la Plaza de España, “Los Jiménez” y “La Vendimia Jerezana” en la calle Barbieri (la misma donde Caracol tenía su tablao "Los Canasteros), o “La Venta de Don Jaime” en Alberto Aguilera. Siempre encontrábamos gente con la que hablar de flamenco y esporádicamente escuchar a alguno que se atrevía con los cantes. Esto era más frecuente en la citada Venta, donde el propio dueño, Jaime, de la zona de los Puertos, se cantiñeaba muy bien.
No había dicho antes que El Roni era muy alto y ancho, tirando a gigantón, vamos. Hacíamos curiosa pareja porque yo, como saben quienes me conocen, siempre fuí bajito y delgadillo. Un sábado noche, volvíamos de nuestras correrías un poco chispados y, a la entrada del Colegio, un guasón me suelta:
Acabó su carrera y se marchó del Colegio. No he vuelto a tener noticias suyas, pero sigo conservando mi mejor recuerdo para este gaditano buen aficionado y buena gente.
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