No deja de llamar la atención el hecho de que en muchas ocasiones los artistas del género flamenco rematen su cante con algún tipo de fandango. Eso fue muy frecuente en el primer cuarto del siglo XX cuando se ejecutaban cantes mineros y levantinos en general. Escacena y La Niña de los Peines lo hacían habitualmente. Esa costumbre se perdió, aunque la retomaron los cantes por malagueñas: Varea, Rafael Romero, Enrique Morente... Hicieron buena siembra porque en la actualidad parece que se ha convertido en algo de obligado cumplimiento enlazar la malagueña con una tanda de lo que han dado en llamar "cantes abandolaos". Curiosamente, tanto en lo que decíamos de principios del siglo XX como en lo que decimos de hoy mismo, uno de los fandangos más frecuentes era y es el de Lucena en sus diversas variantes.
Lo que ignoran los aficionados jóvenes es que también hubo una época en que se remataba con un fandango de tipo verdial, granadino en general, nada más y nada menos que el cante por serranas. Les traigo dos muestras:
Ya lo han oído, La Niña de Antequera con el guitarrista sevillano Pepe Martínez. Ignoro la fecha de esta grabación, pero sí les digo que en 1971 se registró esta otra con la guitarra de Manolo Sanlúcar y el cante de La Niña de la Puebla.