Después de repasar nuestros artículos
seguimos recordando a cantaores que dieron brillo y categoría a la década 1921-1930. Nacido en Alcalá de Guadaira (Sevilla) el día 6 de enero de 1887, José Álvarez Pérez, Bernardo el de los Lobitos, empezó a cantar siendo niño en Sevilla, ciudad a la que se había trasladado su familia. Al llegar los años veinte ya era figura consolidada, moviéndose en el entorno del emperador del cante don Antonio Chacón.
Su voz, limpia y cargada de sentimiento, quedó fijada para la posteridad en placas que grabó en 1923 con Ramón Montoya. Volvió a hacerlo en 1929, esta vez acompañado por Niño Ricardo. Entre 1925 y 1936 fue asiduo en los espectáculos de Ópera Flamenca junto a las mejores figuras de la época, tal como nos muestran estos carteles de Granada, Córdoba y Cartagena.
En los oscuros años cuarenta apareció su nombre en alguna turné, pero su actividad estuvo más ligadas a las fiestas privadas del madrileño Villa Rosa. A partir de 1954 el gran público flamenco lo "descubre" por su presencia en la Antología de Hispavox, donde nos muestra algunos cantes en desuso. Participa en la Antología de Orfeón (1957) junto al guitarrista Perico el del Lunar, el mismo que tocó para la de Hispavox. Se incorpora al tablao Zambra y junto a otros artistas del mismo (Juan Varea, Rafael Romero y el propio Perico el del Lunar) participa en varios registros discográficos entre 1959 y 1961.
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seguimos recordando a cantaores que dieron brillo y categoría a la década 1921-1930. Nacido en Alcalá de Guadaira (Sevilla) el día 6 de enero de 1887, José Álvarez Pérez, Bernardo el de los Lobitos, empezó a cantar siendo niño en Sevilla, ciudad a la que se había trasladado su familia. Al llegar los años veinte ya era figura consolidada, moviéndose en el entorno del emperador del cante don Antonio Chacón.
Su voz, limpia y cargada de sentimiento, quedó fijada para la posteridad en placas que grabó en 1923 con Ramón Montoya. Volvió a hacerlo en 1929, esta vez acompañado por Niño Ricardo. Entre 1925 y 1936 fue asiduo en los espectáculos de Ópera Flamenca junto a las mejores figuras de la época, tal como nos muestran estos carteles de Granada, Córdoba y Cartagena.
En los oscuros años cuarenta apareció su nombre en alguna turné, pero su actividad estuvo más ligadas a las fiestas privadas del madrileño Villa Rosa. A partir de 1954 el gran público flamenco lo "descubre" por su presencia en la Antología de Hispavox, donde nos muestra algunos cantes en desuso. Participa en la Antología de Orfeón (1957) junto al guitarrista Perico el del Lunar, el mismo que tocó para la de Hispavox. Se incorpora al tablao Zambra y junto a otros artistas del mismo (Juan Varea, Rafael Romero y el propio Perico el del Lunar) participa en varios registros discográficos entre 1959 y 1961.
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Cuando llega la invasión del neoclasicismo y el mairenismo, su nombre es respetado y su cante es elogiado por los exégetas de la época, los mismos que despotricaban contra la Ópera Flamenca y los años veinte ignorando tal vez que Bernardo había sido figura importantísima en el período 1921-1936. La ignorancia de algún que otro flamencólogo tomó como único aval, especie de "certificado de calidad", su participación en la referida Antología de Hispavox.
En 1968, un año antes de su muerte, se publican grabaciones con Manolo el Sevillano pero sobre todo con Luis Maravilla. Con éste hizo un L.P. y varios E.P. para la marca Hispavox, discos en los que pudimos escucharle malagueñas, cantes de minas, alegrías, bulerías, pero sobre todo tres tandas de soleares y dos de seguiriyas en las que quedó de manifiesto su peculiar manera de entender el cante. En la contracubierta del vinilo de larga duración, José Blas Vega nos traía las palabras que había escrito un crítico:
Era la ternura del cante, el Azorín de la copla flamenca. Cantaba con la delicadeza de un pájaro y con el sentimiento de un alma en pena. Ni más ni menos: un maestro
Esta ajustadísima y certera síntesis del cante de Bernardo fue copiada en varios libros sin que nadie se molestara en saber quien era el crítico que las había escrito. Se trataba de nuestro querido amigo el montillano Agustín Gómez y las había redactado en un guión radiofónico para uno de sus programas en Radio Popular de Córdoba.
Por mi parte, no tengo inconveniente en proclamar que Bernardo figura entre mis favoritos, favoritos. En mis cuadernos han aparecido grabaciones suyas a cuya escucha están ustedes invitados:
1) La necesitaras tú. Fandangos con Niño Ricardo, 1929
2) Yo lo he visto en La Barrera. Cantes de Lucena con Perico el del Lunar, 1957
3) De la verde oliva. Tientos con Perico el del Lunar, 1961
4) Un veneno pá que yo muera. Granadinas con Luis Maravilla, 1968
Hoy les sugiero nuevas audiciones, restringiéndome a los Flamencos Años Veinte de los que estamos hablando:
5) Nunca le falta una pena. Minera de Basilio con Ramón Montoya, 1923
6) En el querer no hay locura. Soleares con Ramón Montoya, 1923
7) Un triste rancho. Milonga con Niño Ricardo, 1929
8) Fue culpa tuya, Sola y sin calor de nadie. Granadina y Fandango con Niño Ricardo, 1929
muy bueno y por mi nunca lo escuche antes por eso siempre digo que gracias atodos los afionados que tienen estos materiales y sepan subirlo que no lo duden y que lo hagan que siempre habremos aficionados dispuesto aescucharlo y agradecerlo
ResponderEliminarGracias a usted y a cuentos leen mi blog.
Eliminarno me canso de escuchar a este hombre, lo conocí a través de este blog, muchas gracias.
ResponderEliminarAbel