Como aficionado he sido totalmente ecléctico, es decir, he tomado cosas buenas de todas las escuelas. Por ejemplo, por citar tres vigentes en los años sesenta y setenta: las de Caracol, Marchena y Mairena. De todas formas, un día un amigo me dijo, relativo al cante, aquello de que si te fueras a una isla y te permitieran un solo libro, ¿cuál te llevarías? ¿Sólo un cantaor?, no, no es posible. Mi amigo insistió y no tuve más remedio que hacerle esta confesión:
Hay un cantaor con el que bastantes noches sueño que ha vuelto a este mundo: Camarón de la Isla, Joseíto el Niño Monge... Dios se lo llevó en 1992. Para mí sigue igual de presente.
Yo me llevaría a la obra de Manolo Caracol.
ResponderEliminarCuando me muera, ni marcha fúnebre, ni religiosa: una zambra de Manolo Caracol.
Salud.