Decir cante es decir voz, pero todos tenemos claro que en el Flamenco la voz sola se limita a unos cuantos estilos, siendo imprescindible en el resto el acompañamiento de la guitarra, de manera que para nosotros decir cante es decir voz pero también es decir guitarra. Por esa razón, lo mismo que hablamos del cante nuestro de cada día, en alguna ocasión traeremos a colación la guitarra nuestra de cada día.
Para empezar, nos vamos al encuentro de don Ramón Montoya (Ramón Montoya Salazar, Madrid, 1880-1949) figura indiscutible de su época y maestro al que siguieron prácticamente todos los que, tras de él, han llegado a ser algo en el arte de la sonanta. Creador de muchas falsetas para acompañar el cante (labor que hizo con todos los cantaores importantes con los que convivió, empezando por don Antonio Chacón), también fue compositor para la guitarra de concierto. Como solista hizo dos tandas de grabaciones, una en 1923, otra en 1936. Les dejo con una de sus obras maestras: la rondeña.
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