Se cuenta que cierto poeta, que llegó a ser considerado importante flamencólogo, cuando a finales de los años cincuenta acompañó al estudio de grabación a un joven cantaor, hoy muy reconocido, se adjudicó una letra por soleá que en realidad había sido escrita por otro. Un día se encontraron ambos y el segundo le dice:
-Pero, hombre, ¿cómo se te ocurre firmar esa letra si tú sabes que es mía?Respuesta del flamencólogo:
-Bueno, tampoco es para tanto. ¿Qué mal da? Son sólo unos cuantos versos.
Acabo de publicar en mi blog "Cantando por Fandangos" la versión personal que de este estilo flamenco hizo Rafael El Tuerto. Por favor, escuchen la letra:
Enfermo en un santo hospital,
si tú por casualidad
llegas a enterarte algún día
que yo me encontraba enfermo
en un santo hospital,
y no te dé reparo y ven
y pregunta por mi mal,
que eso había sío a causa
de nuestro querer.
Ya ven que Rafael está escasito de facultades. De él se decía que más que cantaor era maestro de cantaores, que sus cantes llegaron a Antonio Carmona "El Rubio" y a Juan el de la Vara, a Porrinas de Badajoz y al mismísimo Camarón de la Isla. Claro que sí. Oigamos al de San Fernando:
Caray con el niño, ¡qué manera de mejorar todo lo que tocaba! La misma melodía y la misma letra que hacía El Tuerto, pero ¡vaya diferencia! Hemos dicho "la misma letra". ¿Quién sería el autor de la misma? Si nos vamos al disco de Camarón, aparecido en 1970 con la marca Philips, el autor dice ser Francisco Sánchez, ya saben ustedes, ese grandísimo tocaor conocido como Paco de Lucía. Su padre, Antonio Sánchez, fue amigo del Tuerto que, aunque nacido en Sevilla, se estableció en su tierra de Algeciras. Paco pudo efectivamente darle al Tuerto la letra que luego usó Camarón. Pero la historia no acaba aquí y ahora enlazo con la anécdota que contaba al principio del poeta-flamencólogo: la grabación del Tuerto se hizo para Hispavox con la guitarra de Félix de Utrera, no se sabe en qué año, aunque sí sabemos que en esta ocasión la firma no es de Francisco Sánchez sino de Ópalo, letrista que apareció con mucha frecuencia en las grabaciones de Hispavox durante aquellos años (1966 a 1980 más o menos). ¿Estamos ante un nuevo caso de Qué mal da. Son sólo unos cuantos versos? Vaya usted a saber, aunque uno, que a veces no puede evitar el ser un poco maliciosillo, se plantea hasta la posibilidad de que ninguno de los dos firmantes fuese el verdadero autor de la letra.