Visitando mi cuaderno Cantando por Fandangos, ahora convertido en EL MUSEO DEL FANDANGO, podrán elegir entre doscientos cincuenta (250) artistas distintos para escuchar este estilo de cante.

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martes, 29 de septiembre de 2020

¿Granadinas nuevas?

Entre jubilación y confinamientos, tengo perdida la memoria de los días festivos, lo mismo me da un domingo que un jueves, un sábado/sabadete que un lunes/resacoso. Pero hoy es San Miguel y esa fecha no puedo olvidarla porque en mi niñez y en mi pueblo era día de holgar todo el personal del campo, incluídos zagales y mozalbetes, día en que las mozuelas en edad de merecer se recluían en casa porque en la calle se exponían a que más de uno le tocara el culo y otras partes del cuerpo femenino, esas que actúan como potentes imanes para los ojos y las manos de los chavalones, día en que aparecían los primeros vendedores de nueces, día del final del año agrícola, o sea, del año natural.

Algunos amigos me dicen que cuándo voy a dejarme de tanto pasado y me piden que ponga mi atención en los eventos consuetudinarios que acontecen en la rua, como ironizaba el gran Juan de Mairena, o sea, don Antonio Machado Ruiz. Sí, hombre, yo estoy al tanto de lo que pasa en la calle, si bien debo aclarar que mi calle es el mundillo de la afición flamenca. Y en esa calle me he enterado de que Israel Fernández (cantaor que me gusta mucho y en el que tengo esperanza de que mantenga el cante cante) acaba de sacar un disco titulado Amor; disco que he recibido de inmediato del amigo Eugenio Sánchez, el super aficionado de Alcalá de Henares). Lo he escuchado una vez y lo volveré a escuchar bastante en estos días hasta madurar mi opinión sobre esta novedad discográfica.

Y digo madurar porque estoy en duda, a la cual he llegado escuchando a mis amigos con los que habitualmente mantengo charlas y debates sobre el Flamenco. A varios de ellos no acaban de convercerle las pretendidas novedades musicales del cantaor manchego, sus renuevos. Los renuevos, digo yo, que a principio de los años setenta pedían a voces algunos tratadistas de la cosa como podían ser Paco Almazán, José Luis Ortiz Nuevo y un tal Andrés Raya, viajero siempre en el vagón de cola del tren de la flamencología, renuevos que aportaron Camarón de la Isla y Enrique Morente, iconos uno y otro para las generaciones cantaoras que vinieron después de ellos.

En concreto, decía uno de mis tertulianos, la granadina sonaba muy a nuevo, a lo cual otro contesta que sí, pero la novedad no es tal porque ya estaba en unas granadinas de El Niño de la Rosa Fina de Casares.  Yo voy a poneros ambas granadinas y os dejo que cada uno saque sus propias conclusiones, si bien, para que se orienten, les señalo que el presunto parecido está en los dos primeros tercios del cante de Israel comparados con los que hace Rosa Fina en la segunda de sus letras.











domingo, 27 de noviembre de 2016

1929: Los flamencos homenajean a los poetas MANUEL y ANTONIO MACHADO

¡Buenos poetas los dos hermanos! Les hablo de Manuel Machado Ruiz (Sevilla, 1874-Madrid, 1947) y Antonio Machado Ruiz (Sevilla, 1875-Colliure, 1939), los mayores de los hijos de don Antonio Machado y Álvarez (Demófilo), el pionero en la difusión escrita de nuestros Cantes Flamencos. Grandes poetas, digo, que también se dedicaron, con firma conjunta, a escribir obras de teatro, una de ellas dedicada al flamenco, tema que tan bien conocían. Me refiero a La Lola se va los Puertos, que fue estrenada en el madrileño Teatro Fontalba el 8 de noviembre de 1929, figurando en su reparto la famosa Lola Membrives, Ricardo Puga, Luis Roses, Esperanza Ortiz y Amparo Astort (1).

La obra debió de caer bien entre los profesionales del flamenco, tanto que el día 27 de noviembre, hace hoy 87 años, le ofrecen en el Hotel Ritz un agradecido homenaje a los dos hermanos. El acto quedó fijado en esta foto que es una auténtica joya:
Bien arropados don Manuel y don Antonio por gente, entre otros, como Isabelita de Jerez, Mariquilla Ortega, Manolo de Badajoz, Guerrita, Ramón Montoya, Angelillo, Perico el del Lunar, Rengel, El Tupa, Acha Rovira, El Niño del Museo o Juanito Mojama (2). Con todos ellos les dejo, despidiéndome hoy con mis mejores saludos.


(1) Como tal obra teatral se siguió representando en múltiples ocasiones. En 1947 fue llevada al cine bajo dirección de Juan de Orduña y la participación de Juanita Reina, Manuel de Luna, María Isbert y Conrado Sanmartín. En 1993 vuelve a las pantallas, esta vez dirigida por la cordobesa Josefina Molina y Rocío Jurado, Paco Rabal y Sancho Gracia en el reparto. Por supuesto en libro existen muchas ediciones y entre las últimas debe estar la que yo mismo promoví en 1989 con un estudio/prólogo de Ortiz Nuevo y sello editorial de Virgilio Márquez.  

(2) Casi  todos los nombrados son tan conocidos que no precisan presentación. Mariquilla Ortega debe ser una cantaora, gaditana, de la misma saga que Caracol, que llegó a grabar con Manolo de Badajoz. Del Tupa lo ignoramos todo. Acha Rovira es el nombre artístico de Esmeraldo Acha, bailaor bilbaíno que emigró a Buenos Aires donde le nació un hijo que, con el mismo remoquete de Acha Rovira, triunfó como torero.

miércoles, 20 de mayo de 2015

Algunas anotaciones en torno a "Demófilo", II (Su esposa e hijos)

Tal como reza en esta placa de auténticos azulejos sevillanos, colocada en diciembre de 2014 en la casa número 11 de la calle Orilla del Río (hoy calle Betis y número 47) del arrabal de Triana, en dicha casa nació doña Ana Ruiz Hernández el día 28 de febrero de 1854. Eso pone aunque en realidad había nacido el 25, tal como consta en su partida de bautismo, el cual sí se celebró en ese día 28. Su padre Rafael Ruiz, de oficio marinero y con negocio propio (al parecer la familia regentaba una pastelería), era de Ávila y su madre Isabel Hernández había nacido en la murciana localidad de Totana.

Cuentan que allá por el año 1873 un grupo de delfines habían llegado, río arriba, desde Sanlúcar hasta Sevilla. Los sevillanos se lanzaron en masa a las márgenes del río para poder avistarlos y fue en ese día y con tal motivo cuando el joven abogado Antonio Machado vio por primera vez a la trianera Ana Ruiz  Se conocieron, se enamoraron y enseguida llegó la boda, concretamente el día 22 de mayo de 1873 (aunque ya apareció en otra ocasión en este cuaderno, pongamos una foto de la feliz pareja). Instalados en la misma vivienda que los padres del novio, fueron viniendo los hijos:

Manuel (1874-1947)
Antonio (1875-1939)
José (1879-1958)
Joaquín (1881-1955)
Francisco (1884-1950)
Cipriana (1885-1900)

los cuatro primeros nacidos en Sevilla y los dos más jóvenes en Madrid. Hemos puesto a nuestra derecha un óleo fechado en 1879 en el que la abuela Cipriana Álvarez pinta a su nuera Ana con el pequeño Antonio y el recién nacido José, óleo que refleja la felicidad con que vivía la familia Machado por aquellos años.

Poco hay que decir que el lector no sepa de sus dos primeros hijos, los poetas Manuel y Antonio Machado. José fue dibujante y escritor. Joaquín (del que no he logrado encontrar ninguna foto), fue periodista. Francisco, también poeta, opositó para funcionario de justicia y llegó en la república a dirigir la cárcel para mujeres de Madrid. La pobre niña Cipriana enfermó de muerte demasiado pronto.


Muerto el padre (1893), muerto el abuelo Antonio (1896), muerta la pequeña (1900) y nuerta la abuela Cipriana (1904), doña Ana se queda a vivir en casa de su hijo José.  En la foto de al lado podemos a José con sus esposa y tres hijas, a su madre y su hermano Antonio que estaba de visita. 


Cuando llegó la rebelión militar del 18 de julio de 1936, Manuel estaba en Burgos visitando a la familia de su esposa Eulalia. Es detenido y liberado posteriormente gracias al apoyo de otros literatos. Pero quedó en zona rebelde y, temeroso, llegó a colaborar con los aparatos de propaganda de aquellos que a la postre ganaron la incivil guerra del 36-39. Por el contrario, Antonio puso todo su saber y prestigio al servicio de la República. Cuando el gobierno legal decidió dejar Madrid para trasladarse a Valencia, igual hicieron los otros cuatro hermanos Machado y su madre doña Ana. José y Joaquín se exilaron y llegaron a establecerse en Chile sin volver jamás a España. Francisco anduvo exiliado por Europa pero volvió, gracias a las gestiones de su hermano Manuel,  y fue readmitido como funcionario, si bien sin que le respetaran la alta escala que había alcanzado en su primera etapa. 

Lo que pasó con Antonio y con la madre también es historia muy contada: travesía a pie de los Pirineos camino de Francia, travesía que doña Ana creía que hacían para ir a su Sevilla (Antonio, ¿Llegaremos pronto a Sevilla?, nos contó Corpus Vargas que la anciana preguntaba al hijo). Llegada al pueblo francés de Colliure donde, muy enfermo, Antonio muere el 22 de febrero de 1939. Manuel se entera por la prensa y prepara inmediatamente su viaje para Francia. Cuando llegó, doña Ana (día 25 de febrero de 1939) también había muerto.

jueves, 7 de mayo de 2015

Antonio Machado cantado por Vicente Escudero

En el libro El Cante Jondo en Antonio Machado, de Manuel Urbano (Ediciones Demófilo, Córdoba, 1982) y referido a un poema de don Antonio, podemos leer lo siguiente:

------o------
... el poeta y flamencólogo gaditano [se refiere a Fernando Quiñones] nos daría noticia de que Vicente Escudero, el notable bailaor castellano, grabó en U.S.A. por romeras, con buen gusto flamenco y forzando el texto literario, el final del conocido poema LIX:

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.

que, en la voz del artista flamenco, quedaba literalmente, según transcripción que, gentilmente, me facilitara de su archivo Andrés Raya.

"Soñé yo anoche,
anoche soñé yo,
anoche soñé yo,
que Dios me hablaba;
que Dios me hablaba;
yo soñé que me oía,
yo soñé que me oía,
soñé que soñaba..".
------o------

Así fue. Yo, en tanto que editor, leí el original y, como conocía ese cante de Vicente Escudero, le escribí a Manuel Urbano para darle la letra que él añadió en su redacción final. Aunque, ahora que repaso el libro, veo un error. No sé si Quiñones al informar a Urbano o éste al recoger la información, confunden la estrofa que Escudero adaptó. Se refieren a la última estrofa del poema titulado Anoche cuando dormía recogido en el libro Soledades, Galerías y otros poemas, cuando el vallisoletano lo que cantó fue la estrofa número XXI de sus famosos Proverbios y Cantares:

Ayer soñé que veía
a Dios y que a Dios hablaba;
y soñé que Dios me oía...
Después soñé que soñaba. 

Les hablaba el otro día de las grabaciones de Vicente Escudero. Entre las realizadas en New Yprk en 1958, con el acompañamiento a la guitarra de Mario Escudero, están las romeras a las que se referían Quiñones y Urbano:


Tiene esta grabación una peculiaridad que quiero señalar: se trata de una de los primeros intentos de incorporar en la letrística flamenca  textos de poetas cultos, de poetas clásicos. Esto se hizo más adelante, a partir de 1970, cuando Morente adaptó poemas de Miguel Hernández