Visitando mi cuaderno Cantando por Fandangos, ahora convertido en EL MUSEO DEL FANDANGO, podrán elegir entre doscientos cincuenta (250) artistas distintos para escuchar este estilo de cante.

lunes, 19 de noviembre de 2018

¿Le apetece a usted escuchar algunas cositas de PERICÓN DE CÁDIZ?

Ayer, domingo 18 de noviembre, se me aparecieron algunos fantasmas del pasado. Puedo jurarles que no fue en un sueño sino en ese invento de Satanás que llamamos las redes; incluso uno de esos fantasmas pretendió entrar en mi casa a través de la telefonía, cosa que pude evitar "por las bravas", o sea, colgando mi aparato y callando así a quien pretendía romper mi intimidad.

Sea como fuere, este incidente trajo a mi memoria una Sociedad Anónima, justamente la hace tiempo desaparecida del mercado Ediciones Demófilo. Me fui hacia mi estantería y durante un rato disfruté mirando y acariciando todos los libros publicados bajo ese sello. Me dio por coger uno de ellos, sentarme en mi sillón de reposo y darle una breve relectura. Eran Las mil y una Historias de Pericón de Cádiz, recogidas y ordenadas por J. L. Ortiz Nuevo(*). Se trata, en mi opinión, de uno de los mejores libros del catálogo de las citadas Ediciones Demófilo. Flamenco que, mezclado con picaresca y gracia gaditana, conduce a un texto equiparable a los mejores títulos de la llamada Novela Picaresca de nuestro Siglo de Oro.

Como responsable principal que fui de esa editorial (desde su nacimiento a su desaparición), mantuve algunos intercambios epistolares con don Juan Martínez Vilches (Pericón de Cádiz). En mi casa guardo con cariño esas cartas en las que hay chispazos de su gracia natural. A modo de curiosidad, les muestro el cartón-modelo que usaba Pericón para felicitar la entrada de año. El mío lo recibí en diciembre de 1976.

Pero, como saben mis amigos, soy contrario a toda retórica hueca, a todas las peroratas largas. Sé que estoy entre aficionados y sé que a los aficionados nos gusta escuchar cantes. Ea, pues, ¡vamos allá, Pericón!

1) Fandangos (Lo lejos que estás de mí), 1973, con Félix de Utrera.

2) Malagueña del Mellizo (Hasta el mismo enterraor), Londres, 1961, con Andrés Heredia

3) Alegrías (Aunque te den más balazos), 1940, con Niño Ricardo.


4) Cantiñas (Te despierta un sudor frío), 1949, con Niño Ricardo.

5) Guajiras por Bulerías (Los españoles son tos), Londres, 1961, con Andrés Heredia.


6) Bulerías de Cádiz (Levántate Filomena), 1973, con Félix de Utrera.


7) Bulerías (El demonio como es tan travieso), con Andrés Heredia.

8) Soleares (Yo he mandao hacer un freno), Londres, 1961, con Andrés Heredia.


9) Seguidillas (Cambiaron los vientos), con Antonio Arenas.


¿Qué les ha parecido el recital? Para mí, con ese compás, esa gracia, esa dulzura, esos pellizquitos de Pericón, ha resultado ser un estupendo bálsamo para olvidar pesadillas.


(*) José Luis Ortiz Nuevo es uno de los más reconocidos e importantes flamencólogos de la actualidad. Con este libro, junto a las memorias de Pepe el de la Matrona, se estrenó (1975) como escritor de temas flamencos. ¡Buen comienzo! 

domingo, 11 de noviembre de 2018

Cantaores de mi niñez (I): MANOLO EL MALAGUEÑO

De chico yo pasaba cuantas horas podía (pocas pues el grueso de ellas las pasaba en el colegio o jugando con los otros nenes) pegado a un aparato de radio enorme (recuerdo que de marca telefunken) que tenían mis padres. Siempre buscaba música y, de ser posible, andaluza o de otros folk-lores hispanos. Así mis oídos se familiarizaron con jotas navarras y aragonesas, con muñeiras, habaneras o seguidillas, a la vez que a los fandanguillos de Huelva, las alegrías de Cádiz, las sevillanas, serranas o milongas. De paso, me iba quedando con nombres como los de Angelillo, Pepe Marchena, La Niña de la Puebla, Juanito Valderrama, Manolo Caracol, etc., y, algo más tarde, La Paquera de Jerez, Fosforito o Porrina de Badajoz.

En el etcétera que he colocado más arriba cabrían tantísimos nombres que sería una pesadez nombrarlos a todos, pero hoy, que vuelvo a mi cuadernillo de memorias después de cuatro semanas, me da por acordarme de uno de ellos, de uno que gozó de grandísima popularidad y que se paseó por toda España, pese a lo cual hoy parece borrado no ya de los libros de flamenco, cuyos autores siempre se fijaron en figuras de más relumbrón, sino hasta de la afición más popular, más del pueblo llano.

Si digo que se llamaba Manuel Pendón Rodríguez, ni a jóvenes ni a mayores les dirá nada ese nombre. Si digo que era Manolo El Malagueño, al menos la gente de mi generación, aunque algunos lo tengan en el olvido, sabrán de quién hablo.

Manolo nació en Málaga en un día de la primavera de 1912. El cinco de noviembre de 1975, un infarto acabó en Sevilla con su vida. Imagino que por razones familiares se trasladó a Córdoba ciudad en la que se hizo mozalbete y desde la que acudió, para pisar por primera vez un escenario, a la cercana, aunque jienense, población de Andújar. Por ese entonces (hablamos de 1930), El Niño de Marchena era una figura más que consagrada y Manolo se convierte en seguidor e imitador(*) de don José Tejada Martín. Más adelante llegó hasta oídos del Maestro el cante que hacía El Malagueño y Marchena lo ficha para que debute junto a él en el teatro madrileño Fontalba en el año 1943. De ahí parte la popularidad, la fama de Manolo llegando a recibir halagos de gente culta como el comediógrafo Jacinto Benavente.   

Como buen marchenero, su cante fue dulce y, a veces, filigranero(**). Alternó el Flamenco propiamente dicho con la Canción Española, llegando a interpretar temas de un enorme impacto popular como la composición El niño perdido, couplet por bulerías, que la grabó bastantes veces a lo largo de su vida y que siempre se la solicitaba el público en sus tournés.

El Malagueño dejó una amplia discografía tanto en pizarra como en vinilo. Grabó con los guitarristas Manolo y Justo de Badajoz, Alberto Vélez, Antonio Arenas. José Luis de Zamarrilla, Antonio de Linares (Pucherete), Manolo Sanlúcar y Pepe Martínez. En esta discografía, quitados los cuplés, aparecen preferentemente fandangos, malagueñas, granadinas, mineras y tarantas, milongas y guajiras. Hago una pequeña selección de sus cantes para conocimiento de las nuevas hornadas de aficionados y refresco de memoria para la gente de la vieja afición entre la que siempre estaré.


1) En 1958, acompañado por Antonio de Linares, hizo una Soleá y un par de Fandangos
  

2) Con el tocaor sevillano Pepe Martínez, en 1962, grabó estos cantes por Granadinas.

3) Manolo Sanlúcar acompañó en 1969 estas Malagueñas del Mellizo.


4) De nuevo Antonio de Linares, año 1958, acompaña dos Tarantas de Linares.


5) Grabación por Milongas del año 1960 acompañada por José Luis de Zamarrilla.


6) Manolo de Badajoz acompañó esta grabación de 1947 de un cante por Serranas.


7) Manolo Sanlúcar, año 1969, acompañó este par de Fandangos Verdiales


8) En 1959, Antonio Arenas fue el guitarrista de este cante por Fandangos.


(*) La verdad es que a Pepe Marchena le surgió toda una legión de imitadores, la mayoría de los cuales no cuajaron. Sin dejar la escuela marchenista, sí forjaron personalidad propia y triunfaron Luquitas de Marchena, Pepe Guillena y nuestro Manolo El Malagueño.

(**) Ese modelo dulce y filigranero usado por Marchena en su segunda etapa cantaora fue criticado y rechazado por escritores como González Climent, Ricardo Molina y todos los flamencólogos que siguieron a este último. Fue catalogado poco menos que como no cante por algunos partidarios del Neoclasicismo Flamenco y por los fieles al Mairenismo. Afortunadamente, al eclipsar el siglo XX y entrar en el actual, Marchena (y con él todo el marchenismo) ha sido restituido al sitio de honor que le corresponde en los anales de la Historia del Flamenco.