Visitando mi cuaderno Cantando por Fandangos, ahora convertido en EL MUSEO DEL FANDANGO, podrán elegir entre doscientos cincuenta (250) artistas distintos para escuchar este estilo de cante.

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lunes, 19 de septiembre de 2011

Verdiales de Lucena

Para que Mary Sánchez Solís lo disfrute en Lucena.

Si ustedes repasan lo que he ido escribiendo, se encontrarán (25 de abril y 3 de mayo) con las llamadas "Audiciones Comentadas de Cante Flamenco". En ellas, después de hablar de los fandangos verdiales, yo solía explicar la mutación de éstos hasta llegar a ser, por ejemplo, malagueñas, granaínas o cartageneras. La ilustración que mostraba a mis oyentes madrileños de los años sesenta era esta grabación:

En ella, aparecida en 1961, el lucentino Antonio Ranchal (1929-1993), con la guitarra exquisita y acariciadora de Pepe Martínez, hace una verdial de su pueblo, pero sin su toque característico que se sustituye por el de malagueñas. Vamos, que hace lo mismo que Juan Valderrama con el Fandango de Lucena, según hemos mostrado en días anteriores (21 de julio y 28 de agosto). O sea, usando mi propio argot, el cante por lucentinas ya tenía su historia.

Comentaba esto con Agustín Gómez quien me recuerda que él ya lo había escrito en su libro Cantes y Estilos del Flamenco. Así es, en efecto, y Agustín da un segundo ejemplo. Escuchemos:

El cantaor, cordobés de Adamuz, Francisco Rojas Cortés Niño del Museo (1905-1947), con la guitarra de Manolo de Badajoz, también canta aquí una verdial de Lucena, pero ahora con toque por granaínas.

En síntesis, las lucentinas están creadas. Tal vez lo que les falte sea un toque propio para no tener que pedirlo prestao ni a Málaga ni a Graná. Vicente Amigo, Manolo Silveria, Luis Calderito, Gabriel Expósito, Alberto Lucena, Juani Marín, etcétera, ¿merece la pena hacerlo?

Para acabar, deshagamos el camino:

En sus Memorias Antológicas, acompañado por Paquito Simón, el bueno de Pepe Marchena hace este cante anunciado como media granaína. El toque se inicia por granaínas para pasarse al de verdiales, cante que realmente es el que desarrolla Marchena. La segunda copla, mire usted por dónde, es, hasta en la letra usada, nuestra verdial de Lucena.

¿Nos vuelven locos los cantaores? No creo, ellos están en pleno derecho de hacer y decir lo que les venga en gana. Su obligación es cantar bien y de ello no cabe duda en las tres grabaciones que hoy he comentado. Somos nosotros, los aficionaos, los que tenemos que olvidarnos de tanta etiqueta y clasificación.