Envío a Gregorio Valderrama
Ya sé que a muchos aficionaos al cante lo único que les llega a su fibra sensible es la música, el sonío. La letra, el texto cantao, les da igual.
Pues vale, amigos míos, pero habemos otros aficionaos que, además de la melodía con que nos los dicen, nos interesamos por los textos que, a la vez, nos trasmiten. O sea, que pensamos de otra manera. Y, en mi caso, me pasa que cuando escucho ciertas coplas, me intereso por su origen, por su expansión...
Por eso, invito a los que me leen, a que sigan haciéndolo y atiendan a lo que hoy, pensando en confiteras y en panaderas, pensando en los nortes y en los sures, se me ha ocurrido ante una audición que luego podran escuchar.
Saben ustedes que por aquí abajo, o sea, por esta nuestra Andalucía, debió de haber una confitera que con su oficio buscaba quereres
Señora Mariquilla,
la confitera,
a mí me daba dulces
pá que la quiera
cantaban en Cádiz, aunque, según lo que cantaban en Córdoba, más bien era ella la solicitada
Mariquilla Francisca
la confitera,
yo le compraba dulces
pá que me quiera.
¡Bonitas letras, una y otra! Pero he aquí que, por allá arriba, por esos nortes que tiene España, hubo otra mujer de similar oficio, ahora panadera que no confitera, que mereció el honor de ocupar sitio en el coplerío popular. No sabemos su nombre (¿Dolores tal vez?), pero he aquí que la vemos citada en una canción del folk-lore local del zamorano pueblo de Aliste.
¡Esa panaderita
tiene tres nombres:
panadera, borracha
y amiga de hombres.
¡Ay que panadera!,
¡ay que panaderita!,
el alma me lleva.
Dime, panaderita,
cómo anda el trato,
con la harina muy cara
y el pan barato.
¡Ay que panadera!,
¡ay que panaderita!,
el alma me lleva.
Aquí no aclaran de dónde era esa panaderita. En otro pueblo de Zamora, Sagallos, eran más explícitos y cantaban tal que así:
A la entrada de Asturias
y a la salida,
hay una panadera,
mucho me mira.
¡Ay que panadera!,
¡ay que panaderita!,
el alma me lleva.
Esa panaderita
va por ahí
yo la llamo y la llamo,
no quieé venir.
¡Ay, que panadera!
La panadera madre,
me debe un bollo.
por no verle la cara
se lo perdono.
¡Ay, que panadera!
La panadera madre,
tiene tres nombres:
panadera, borracha
y amiga de hombres
panadera, borracha
y amiga de hombres
¡Ay, que panadera!
Total que la panadera era asturiana y la copla bajó de Asturias hasta Zamora. Pero bajó mucho más. En un cilindro del cantaor sevillano El Mochuelo, registrado en 1899 junto al guitarrista Manuel López y con el título de Aires Montañeses, podemos oír esto:
¡Ya ven!, en medio de otras coplas aparecen estos versos:
A la entrada de Oviedo
y a la salida
hay una panadera,
¡cómo me mira!
Y la panaderita
tiene tres nombres,
jugadora, borracha
y amiga de hombres.
¡Ay qué panadera!,
¡ay qué panaderita!,
el alma me lleva.
Al Mochuelo debieron de gustarle porque hay otras dos grabaciones suyas en las que los repite. Nuestro cantaor hasta es más duro con la rapaza que las gentes de Zamora: no se conforma con llamarla "panadera, borracha y amiga de hombres" sino que la nombra como "jugadora, borracha y amiga de hombres".
Buceador frecuente en el mundo de las letras empleadas por los flamencos, la verdad es que yo he encontrado muy pocas en las que se hable en términos ofensivos, o casi, de las mujeres. Aunque algunos opinen lo contrario (véase mi artículo ¿El Flamenco notario del machismo andaluz?), en general pienso que nuestros copleros han tratado con respeto y hasta con veneración a la mujer. Lo del Mochuelo, para mí, es una excepción notable. Tanto que a algún letrista, posiblemente del sur, se le ocurrió enmendar a los asturianos y colocar en clave positiva a la panadera de marras. Lo comprobamos oyendo estas pretendidas caleseras que aparecían en el documental Cantes del Campo publicado hace poco en este mismo cuaderno.
Viene a decir Jacinto Almadén:
Viene a decir Jacinto Almadén:
¡Ay, una panadera
cuando me mira!
Esa panaderita
me ofrece un bollo,
por no sufrir al verla
yo se lo tomo.
Esa panaderita
tiene tres nombres:
panadera y bonita,
María Dolores.
O sea, enmienda a la totalidad para las versiones anteriores.
Amigo Andrés:a partir del siglo X que Alfonso el Magno decide fortificar Zamora, se suceden una serie de repoblaciones en el territorio zamorano unas procedentes del sur,con mozárabes, otras del norte con gentes del Bierzo y Asturias y otras con francos,todas ellas dejarán una profunda huella.La toponimia lo refleja bien:Bercianos,Asturianos,Navianos...Por tanto las coplas son del aire que las lleva de un lado para otro.Las coplas de la Panaderita están muy extendidas por toda la geografía nacional con múltiples variantes,por aquí en algún lugar dicen Panderetita, propio de un folclore que está a merced del viento.Como curiosidad te diré que en 1906 el Maestro Haedo documentó una copla en Sarracin de Aliste que comenzaba "que del nido la cogí.." y que años más tarde la haría famosa Manuel Torre.Un abrazo,José Ignacio Primo.
ResponderEliminar... blanca paloma te traigo... Gracias, amigo José Ignacio por tu comentario. Un abrazo
ResponderEliminarSr. Andrés, gran artículo. Mire usted que muchas letra parecen tener el don de la ubicuidad, está de la panadera cuando escuché el cilindro me impactó mucho, pero seguimiento no le dí. Soy muy aficionado de la música de Eliseo Parra, un grandioso artista muy responsable a su cultura, de antepasados sevillanos (razón por la cual su último disco "mira al sur" como él mismo dice), y no recuerdo muy bien ahora que leo su artículo, pero ese clásico martinete "Ya yo no soy quien era/ ni quien debía de ser ..." que si no me equivoco es uno de los que pone Valderrama en su antología, él lo canta por folías, lo mismo que ese tiento: "No más penas compañera/ mira que no soy de bronce..." y no recuerdo cual otra, pero es un cante por soleá de los que tiene grabado Talega. No es que digo que él no haya tomado del flamenco para su creativa obra, pero en todo caso, resulta muy interesante la presencia de las letras que son vitales en esta cosa.
ResponderEliminarUn gran saludo.
¡Ah! y en este mismo blog, haya en enero del 2014 nos hizo llegar a todos los que lo leemos un par de cantes del Sota, y en las alegrías hace el mismo cante de la confitera, pero en vez de dulces, le daba pasteles pa´ que la quiera.
ResponderEliminarEfectivamente.
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