Visitando mi cuaderno Cantando por Fandangos, ahora convertido en EL MUSEO DEL FANDANGO, podrán elegir entre doscientos cincuenta (250) artistas distintos para escuchar este estilo de cante.

domingo, 22 de junio de 2014

Una de las muchas "historias" de Pericón de Cádiz

Ya he contado en este cuadernillo que en una reunión entre Ortiz Nuevo, Enrique Morente y servidor de ustedes celebrada en la Cervecería Alemana de la madrileña Plaza de Santa Ana, allá por el año 1971, surgió la idea de crear Ediciones Demófilo, empresa que fundamentalmente se dedicaría a publicar libros sobre el cante flamenco. Entre conformar una sociedad anónima que le diera soporte económico (sociedad de la que fui presidente desde el día en que se creó hasta el día de su extinción) y entre conseguir la licencia de editores que había que solicitar al franquista Ministerio de Información, pasaron algunos años. Por fin, casi acabado 1974, apareció nuestro primer libro, seguido en 1975 de varios más.. 

Uno de ellos era Las mil y una historias de Pericón de Cádiz, recogidas y ordenadas por José Luis Ortiz Nuevo. Fíjense que en el título dice "recogidas". por Ortiz Nuevo. Efectivamente, José Luis, al igual que unos meses antes hiciera con Pepe el de la Matrona, se pasó, entre 1972 y 1973, horas y horas hablando, siempre con su magnetófono de testigo, con don Juan Martínez Vilches, Pericón de Cádiz para la historia flamenca, tratando de sonsacarle todo cuanto fuera úlil para la reconstrucción de esa historia. Y así fue porque Pericón había vivido unos años fundamentales, Pero el libro (o sea, las conversaciones registradas en cintas magnetofónicas) nos pusieron de manifiesto la gran capacidad fabuladora de nuestro artista. De ahí vino lo de "Las mil y una historias..." que acertadamente Ortiz Nuevo puso en la cabecera. Historias que colocarían a don Juan Martinez Vilches, en mi humilde condición de simple lector, entre los grandes creadores de la literatura picaresca del mejor Siglo de Oro español.

¿Qué no se lo creen? ¿Que yo exagero? Oigan ustedes, en la propia voz de Pericón de Cádiz, la historia de un perro muy inteligente y que, además, hablaba:


(Esta historia y otras dos más se publicaron en un vinilo de 45 r,p,m. que acompañaba a sólo 500 ejemplares de los tres 3000 que hicimos del libro de Pericón, los reservados a los suscriptores o clientes fijos de la editorial. En cuanto al libro, existe reedición fechada en 2008 de la editorial "Barataria")

domingo, 15 de junio de 2014

Mairena sin Mairenismo

Envío para Álvaro de la Fuente Espejo.
También para Antonio Cerezo Carrasco

El devenir del tiempo es mu puñetero en lo que a modas se refiere. Lo que ayer era el no va más, hoy puede quedarse en casi ná y, por la contra, el maldito de ayer hoy puede estar a punto de ser subido a los altares.

Hablemos del Flamenco que yo viví muy intensamente por ejemplo en la última década de los setenta. Cantaores cuasi prohibidos en aquellos años, como pudieran ser Marchena o Valderrama, hoy gozan de general reconocimiento, mientras que el entonces "rey de reyes" Antonio Mairema parece como devorado por ese monstruo que llamamos "olvido". ¿Cómo es posible que esto ocurra?  

Como no soy "sociólogo", carezco de respuesta para mi última pregunta, a lo que añadiré mis dudas acerca de que esa pretendida ciencia llamada "sociología" pueda darnos luz sobre algo. Aunque si nos dejamos llevar por el menos común de los sentidos, o sea, el propio "sentido común", debemos concluir que en aquella década (y en la anterior y también en la posterior) hubo una auténtica "inflación" de "mairenismo". Aquello se nos quiso vender poco menos que como "verdad revelada"., los aficionados tuvimos que soportar muchos sermones en esa dirección. El mismo artista, don Antonio Cruz García, llegó a créerselo y patentó aquella idiotez de "la razón incorpórea"· 

¡Cuánta "sinrazón", don Antonio! ¡Cuánta falsificación de la "Historia del Flamenco" salida de su pluma junto a la del poeta Ricardo Molina!  ¡Cuánto eco alcanzaron sus teorías en los flamencólogos de la época: Caballero Bonald, Fernando Quiñones, Félix Grande, Álvarez Caballero, Francisco Vallecillo, Manuel Martín, etcétera, etcétera. etcétera!

Todo eso que fue lo que mi amigo el crítico cordobés don Agustín Gómez dió en llamar "El Mairenismo". Corriente que tal vez no hayan podido asimilar (lo que celebro) las nuevas generaciones de aficionados, con mejor información histórica debida a la "neoflamencología", impulsada por José Blas Vega y seguida por gente como Ortiz Nuevo, Eugenio Cobo, José Manuel Gamboa, Faustino Núñez, Manuel Bohórquez, Antonio Barberán y otros.

Pero, ¡cuidado!, ahora llego al motivo por el cual he escrito este artículo: condenar "el mairenismo" en cuanto doctrina, nunca puede llevar aparejado el negar a Antonio Mairena como cantaor. Mi propuesta va en el título del artículo:
Mairena sin Mairenismo
Olvidemos sus teorías, olvidemos a sus "flamencólicos" seguidores. Escuchemos a ese gran cantaor que fue don Antonio Cruz García, "Antonio Mairema",


Cante minero poco difundido en la discografía del maestro de los Alcores que a mí, particularmente, me llega y mucho. Pero como no hay uno sin dos, escuchemos también esta otra grabación (del mismo año 1973 y con el mismo guitarrista, Melchor de Marchena, que la anterior) donde Mairena hace seguiriyas de Paco La Luz y del Loco Mateo.

lunes, 9 de junio de 2014

Cuando lo repetitivo cansa

¿Qué matiz diferencial hay entre frases como "Ha cantado el Zángano de Puente Genil o "Ha cantado por bulerías"? La respuesta es muy clara: en el primer caso nos estamos refiriendo a un cante de melodía única, mientras que el segundo estamos ante un "molde" muy amplio en el que caben muchas y distintas melodías. Los cantes de melodía única son los menos, pero los hay: la debla, la caña, la serrana, el zángano, la jabera, el jabegote... A su vez dentro de éstos los hay de varias estrofas (la caña y la serrana) y los hay de una sola estrofa (la debla, el jabegote, el zángano, la jabera). En este último caso los cantaores suelen y deben mezclar el cante aludido con otros similares y así suelen hacerlo las nuevas generaciones flamencas cuando hacen, por ejemplo, lo que ahora llaman "fandangos abandolaos", donde jabegote, jabera o zángano se interpretan junto a alguna rondeña, a algún fandango lucentino o a cantes del Breva, de Yerbabuena o de Pérez de Guzmán.. (No sé si me equivoco pero tengo para mis adentros que el primero en esta práctica fue Enrique Morente).. Lo que no parece adecuado es coger un cante de melodía y estrofa única y hacer dos o más coplas, so pena de exponerse a caer en una monotonía cansina.

Se me ocurre un ejemplo. Cojamos la "toná de trilla" de Huelva que aflamencó y popularizó el insustituible Paco Toronjo. Sería un modelo de cante de melodía y estrofa única (una seguidilla de siete versos en este caso) .Repitiéndola con tres letras diferentes sale algo que puede llegar a aburrir:


Sí el cantaor es José Menese que nunca se ha caracterizado por manejar bien los juegos vocales, con lo cual puede caer con facilidad en la monotonía, como creo que lo hace en este caso . La grabación se salva (aquí sí ha tenido buen gusto el de La Puebla) por esas letras de nuestro grandísimo poeta San Juan de la Cruz. Qué gracejo tiene nuestro místico cuando escribe

Dichoso sitio
si el ventero es cristiano
y es moro el vino.


Nota aclaratoria: Casi dos años después de publicar este artículo, todo me da a indicar que los textos que canta Menese aquí no son de San de la Cruz sino de Juan Ruiz de Alarcón. Vean este enlace, por favor.

martes, 3 de junio de 2014

Pasas más hambre que...

Encuentro en las redes estas rotundas y sabias frases del académico Pérez Reverte. Sagrada profesión la de los maestros en cuyas manos está el futuro del país. Sagrada pero maltratada por los poderes públicos, no sólo en sus menguados sueldos, de lo que seguiremos hablando más abajo, sino en no potenciar su etapa de formación. Así había sido históricamente hasta la llegada, durante la Segunda República Española,  del llamado "Plan Profesional", promovido por el ministro Marcelino Domingo (1884-1939), con el cual los estudios de magisterio alcanzaron un alto nivel. La pena fue que la mayor parte de los maestros formados en dicho plan tuvieron que optar tras la guerra del 36-39 entre el exilio o verse despojados de sus plazas.

En la posguerra, la preparación académica de nuestros maestros se volvió a devaluar. Por ejemplo, en mi época de bachillerato (Seis cursos rematados con el año de Preuniversitario) se accedía a las Escuelas de Magisterio con sólo los cuatro primeros cursos mientras que para otras carreras se precisaban los siete. Así fue hasta la llegada en 1971 de la "Ley de Educación"  de Villar Palasí (1922-2012). Los futuros maestros ya deben tener los mismos requisitos que cualquier otro aspirante a los estudios universitarios. Las viejas "escuelas normales" se integran en las universidades en calidad de "Escuelas Universitarias", si bien su título no llegaba a Licenciatura (cinco años) sino que se quedaba en Diplomatura (tres años). El nivel de nuestros maestros subió considerablemente y, además, hubo un factor decisivo: se potenció la figura del "acceso directo" (creada unos años antes) mediante la cual los alumnos de mejor nota media de cada promoción se incorporaban al cuerpo de magisterio sin tener que pasar la correspondiente oposición. Este incentivo hizo que alumnos muy brillantes en lugar de matricularse en alguna Licenciatura lo hicieran en la Escuela de Magisterio, dispuestos a dejarse el pellejo pero asegurarse el puesto de trabajo. No hablo de oídas porque durante bastantes años ejercí como Catedrático de Matemáticas en la Escuela Universitaria de Magisterio de la Universidad de Córdoba. Por mis aulas pasaron alumnos, algunos de los cuales habían cursado hasta seis asignaturas de matemáticas, por los que pondría la mano en el fuego asegurando que habrán sido unos buenísimos maestros.

En esas estábamos hasta que surge el primer gobierno del ahora rico nuevo llamado Felipe González, incluyendo a José María Maravall (1942) como Ministro de Educación   Éste, a su vez, llevaba como número dos en su Ministerio a un conocido personaje: Alfredo Pérez Rubalcaba (1951), al cual según mi entender se le debe un considerable retroceso en lo que a los estudios de magisterio se refiere. Tan "social-listos" políticos debieron de pensar que aquello del acceso directo no era igualitario y se lo cargaron de un plumazo. Por tanto, potenciales maestros de gran nivel intelectual ya no acuden a las Escuelas de Magisterio sino que se van directamente a las Facultades o a las Escuelas Técnicas. Pero no es sólo esto. Rubalcaba y sus consejeros deciden potenciar los aspectos pedagógicos y sicológicos frente a las asignaturas de contenidos académicos superiores. Se llega al gran disparate de "hay que enseñar cómo se enseñan las matemáticas" a la vez que se iban suprimiendo las asignaturas de matemáticas a secas. Como yo decía en aquellos años a los defensores de las corrientes que primaban el didactismo: "Queréis convertir la didáctica de las matemáticas en la didactica del conjunto vacío". Consecuente con mis ideas y comprendiendo que mis conocimientos matemáticos no iban a ser usados, pedí traslado y me volví a las enseñanzas técnicas que eran en las que yo un día lejano (1971) gané por oposición libre mi puesto de catedrático.

Podría pensarse que en la actualidad se ha revalorizado la formación de los futuros maestros por cuanto las escuelas universitarias han pasado a Facultades de Educación y en ellas se imparte una "carrera de grado" de igual nivel académico que las restantes titulaciones universitarias. ¡Ojalá sea así!, aunque yo soy pesimista al observar que dichas facultades están dominadas por pedagogos y sicólogos con sus acólitos los "didactas" en que han derivado los antiguos "profesores de contenidos"..

Mi visión pesimista no es óbice para que me una al deseo de Pérez Reverte. Ahora más que nunca deberíamos mimar, tanto académica como económicamente, a nuestros futuros maestros.

He dicho "económicamente", porque con tanta congelación y supresión de pagas extras podríamos retornar a épocas históricas en que era usual la frase
Pasas más hambre que un maestro
Aún se decía en mi nlñez, si bien en aquellos años el hambre estaba bastante generalizada

Porque, dirán ustedes que qué hago yo hablando de estas cosas en un blog que se supone de memorias flamencas. Me explico: ayer, a la vez que me topo con la cita de Pérez Reverte con la que he iniciado este artículo, estaba ordenando mi discografía y me aparece la antítesis del deseo del académico, es decir me aparece esta alusión a las penurias de nuestros maestros:


(Tanguillos grabados en 1910. Canta El Mochuelo y toca la guitarra Joaquín El Hijo del Ciego)

domingo, 1 de junio de 2014

Agosto de 1923: Flamenco en un patio cordobés

Les traigo la portada del diario cordobés "La Voz" del día 11 de agosto de 1923.


Una foto de un tal Santos, en cuyo pie leemos el siguiente texto:

En un patio cordobés y en estas noches místicas y sureñas, suele "hacerse" un poquito de juerga, por unos cuantos amigos de buen humor entre música de guitarra, algún quejumbroso "cantaor" y unas copas de buen vinillo cordobés. Hay que alegrar la vida discretamente, aunque solo sea para olvidar un poco las preocupaciones habituales, la fecha de pagar al casero, el plazo para la cédula personal y otras por el estilo.

¿Quién baila? ¿Quién sería el cantaor? ¿Miguel Milena "Niño de Graná"? ¿Tal vez el montillano Félix Gallardo "Niño de la Rosa"? ¿Y ese guitarrista tan elegante? ¿Antonio Serrano "El del Lunar", Alfonsillo Alfaro "El Cordobés" o quizás "El Rubio"? No lo sabemos ni creo que vaya a ser fácil el averiguarlo, pero de lo que no cabe duda es de que la reunión es muy requeteflamenca. Además, testimonia que el Flamenco se disfrutaba no solamente en espectáculos, que abundaban por aquella época,  o en las verbenas de las diversas barriadas, en las que era habitual incluir un "Concurso de Cante Jondo", sino también en la reunión de aficionados tal como, pasado casi un siglo, se sigue haciendo en la actualidad.

Presentada la foto, ¿qué música ponemos? Se me ocurre una grabación del mismo año 1923 en la voz de un cordobés, si no de la capital, sí de un pueblo muy cantaor. Les dejo con unas tarantas de El Niño del Genil. Le acompaña a la guitarra su hijo "El Malagueñito".