Para mi compadre Salvador de Toro
Hagamos un recordatorio: En otoño de 1969 se le sugirió a Enrique Morente, invitándolo a su lectura, que el poeta Miguel Hernández podía cantarse por flamenco. El granadino así lo entendió y a modo de ópera prima sonó su voz en el C. M. San Juan Evangelista cantando El Niño Yuntero. Siguió con la adaptación de otros poemas.
Aunque exiliados del mundo de los Colegios, la gente de La Hermandad seguíamos teniendo nuestros contactos y amistades. Varias colegialas del C. M. Isabel de España querían organizar un acto flamenco, recurrieron a nosotros y les dijimos que podíamos llevar a Enrique Morente y que, de paso, éste podría cantarnos cosas del poeta de Orihuela. Así se montó un recital en el cual el cantaor de Granada estaría acompañado a la guitarra por el hijo del cantaor Antonio Piñana, de igual nombre que su padre.
Hemos publicado recientemente el texto de presentación de dicho recital. Allí estaba en pleno la gente de La Hermandad (Salvador de Toro, Ortiz Nuevo, Gabrielito Vera, Paco Hidalgo...). Allí estaba el autor del texto, que lo leyó en su propia voz y que no era otro que este servidor de ustedes.
Enrique nos mostró que, a sus veintisiete años, era un cantaor en plena madurez, conocedor de los más exigentes moldes clásicos. Ejecutó diversos estilos y entre ellos unas peteneras con estrofas del poema "Aceituneros", tomado del libro Viento del Pueblo que Miguel Hernández publicara en 1937, en medio de aquella incivil guerra que padeció España. Vamos a oírlas en la grabación que Morente hizo un año después, acompañado en esta ocasión por Perico el del Lunar.
Hubo más cosas del poeta alicantino. En medio de unos cantes por alegrías, apareció esta estrofa
La juventud siempre empuja,
la juventud siempre vence,
y la salvación de España
de su juventud depende.
sacada del poema "Llamo a la juventud" del libro antes citado. Curiosamente, este tema no lo mantuvo Morente en su repertorio posterior, cosa que sí hizo con los otros versos hernandianos a los que puso música en aquella época. Más curiosidades: en estas mismas alegrías Enrique alteró una sola palabra en una letra clásica para que ésta cambiase totalmente su sentido:
Yo pegué un tiro al aire,
cayó en la arena,
confianza contigo
no hay quien la tenga.
El granadino cantó así el tercer verso
confianza con Paco
Poca gente de entre el publicó captó quién era aquel Paco del que había que desconfiar. Acabado el acto se lo comenté a Enrique advirtiéndole de que se había expuesto demasiado. Él, con su ironía (yo diría socarronería) habitual me dice:
- Anda, ¿qué yo he cantao eso?, pues no me he dao ni cuenta.
En la presentación yo había invitado al público a que hubiese un coloquio tras el recital. Así fue y se prolongó bastante. Se habló de todo lo humano y hasta de lo divino. ¡Eran tantas las ganas que teníamos de expresarnos libremente...!
¡Qué historia más preciosa Andrés!
ResponderEliminarGracias, Alfonso. Como diría García Márquez, por aquel entonces "éramos felices e indocumentados".
ResponderEliminar¿De dónde has sacado estas peteneras? Igual las tengo yo también y no me he dado cuenta. Ja ja jaaaaaa. ¡Qué mayor me estoy haciendo, válgame Dios!
ResponderEliminarGracias por hacérmelas escuchar. :-)
Ya te lo cuento en otro comentario. Mi amigo peruano me hizo llegar a Córdoba lo que Enrique había publicado en Méjico. Qué chiquetito que es el mundo!
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