Visitando mi cuaderno Cantando por Fandangos, ahora convertido en EL MUSEO DEL FANDANGO, podrán elegir entre doscientos cincuenta (250) artistas distintos para escuchar este estilo de cante.

miércoles, 28 de marzo de 2012

Miguel Hernández en el recuerdo


Nacido en Orihuela el 30 de octubre de 1910, tal día como hoy, es decir, un 28 de marzo pero hace 70 años, moría en la cárcel de Alicante el poeta Miguel Hernández.

Unos meses antes, su esposa Josefina, que aparece junto a él en la foto, le había comunicado las dificultades por las que atravesaba para alimentar al hijo que les había nacido. Miguel le contestó con unas impresionantes Nanas de la cebolla, las cuales fueron musicadas muchos años después (1969-1970) por el cantaor Enrique Morente. Vamos a oírlas:


Morente no se limitó a las nanas. Basándose en la música de los viejos romances flamencos, hizo una versión del poema Sentado sobre los muertos. Usó la petenera para cantar el Andaluces de Jaén. Y más, las malagueñas de la Trini y el valiente fandango verdial fueron el soporte para El niño yuntero.

Por haberlo vivido en directo, otro día les contaré cómo surgió esto de que Morente cantara a Hernández. Por hoy, quede nuestro recuerdo y homenaje a aquel entrañable poeta.

jueves, 15 de marzo de 2012

Andrés Heredia, mi "tocaor"



Hijo de "El Bizco Heredia", cantaor y guitarrista de Linares (Jaén), hermano de la cantaora Mariquilla Heredia, Andrés Heredia Santiago nació en Madrid en el año 1924. Guitarrista flamenco, ha fallecido el pasado día 6 de marzo.



Cuando yo lo conocí, trabajaba en el tablao Zambra. De aquella época, y más en concreto de 1970, es la historieta que hoy me viene a la memoria.

Dios me libre de querer criticar al cantaor Rafael Romero, pero en los años en que más lo traté, vi que solía retraerse a la hora del pago de las fiestas que nos montábamos. Imagino que él, como artista que era, suponía que siempre iba como invitado, cosa normal pero que no ocurría con otros como Perico el del Lunar, Morente, Varea y hasta el mismísimo Matrona, siempre dispuestos a participar en los correspondientes "escotes".

He aquí que una noche en que un par de amigos y yo habíamos recalado por Zambra, nada más terminar la función, me dice Rafael:
-Andrés, ¿por qué no nos vamos a la venta de "La Titi"?
Este local, conocido también como "El Palomar", estaba en el extrarradio madrileño, en la "Carretera de la Playa", allá a la espalda de Puerta Hierro más o menos. Se abría cuando en Madrid todo cerraba y era refugio para fiestas flamencas. Yo había frecuentado aquella venta, pero aquella noche no me apetecía mucho:
-Rafael, mañana tengo que trabajar y, además, ando escaso de dineros.
El de Andújar insistía una y otra vez, diciéndome que por el dinero no me preocupara. Tanto lo hizo que, al final, acabamos en la venta. Junto a mis amigos y Rafael, iba el guitarrista Andrés Heredia. Entramos y nos situamos en la barra para tomar unos tintos. Rafael le dijo a los camareros que comentaran por ahí su presencia en el local. ¿Pá qué?, pensaba yo para mis adentros. Pero mira por dónde al poco rato le dice un camarero:
- Rafael en ese cuarto hay unos americanos y quieren oírle a usted.
Allá que se fueron él y Andrés Heredia. Nosotros seguíamos con tinto del barato y oíamos a lo lejos la voz prodigiosa de Rafael. Pasada una media hora vuelven y, enseñándome un billete de nosécuántos dólares, me dice:
-Lo ves, ¿Andrés? Esta noche pago yo.
Nos fuimos a un reservao, pedimos buen tinto, un conejo al ajillo y no recuerdo qué más. Rafael tenía ganas de cante y se explayó a gusto. Pero, como él pagaba y él mandaba, me suelta de pronto:
-Yo no te he oío cantar nunca. Arráncate con algo.
Ni Rafael ni nadie me habían oído jamás por lo mal que lo hacía y lo hago. Pero, de perdío al río, me entono con unos fandangos de Lucena que inmediatamente Andrés Heredia me acompaña. ¡Desastre de los desatres!, pero el bueno del tocaor me dice:
-Tocayo, no es culpa tuya, es que no tenía bien afiná la guitarra.
Gracias, Andrés Heredia, que descanses en la Gloria, tocando como tantas veces hiciste en vida para que Rafael cante. Mi recuerdo para los dos con estas serranas que grabaron en 1958:



Addendum del 30 de septiembre de 2015: Inicialmente no puse el audio con las serranas sino un vídeo, tomado de Youtube, que las contenía. Como portada del vídeo aparecía esta foto:
en la que Rafael está acompañado por el guitarrista norteamericano Tom Sorensen que en España adoptó el nombre de Tomás de Utrera. Lean los comentarios a este artículo y comprueben cómo se habló de esta foto. El autor del vídeo, Marcos Requena, me comunica que lo retira o que lo cambiará. Él sabrá, yo no lo preciso.

domingo, 11 de marzo de 2012

Primera crisis en el San Juan Evangelista (1969)

Para Alejandro Reyes y todos cuantos viven la actual crisis del San Juan Evangelista

Desde que el Colegio se refundó en el curso 1966-67 su principal problema fue la viabilidad económica. Tanto que hubo que pedir ayuda. A ella acudió la Caja de Ahorros de Ronda. Dos de sus miembros (Don Juan de la Rosa padre e hijo) pasaron a formar parte del Patronato del Colegio a la vez que incluyeron a éste dentro de su Obra Social. De hecho esto supuso que la Caja se hacía dueña del Colegio, cosa que se ha mantenido hasta nuestros días si bien ahora la entidad se llama Unicaja. Hasta nos mandaron un Administrador, de nombre curiosamente coincidente con un político famoso en aquella época: José Solís. Era un hombre ya mayor que pasó a ocupar una de las habitaciones de invitados. Resulta que era aficionado al cante con lo cual el señor Solís y yo hicimos buenas migas.

En la confianza de que el Colegio quedaba bien apuntalado al menos en su economía, don Jesús Cobeta planea su retirada para octubre de 1969. También lo harían porque estaban a punto de casarse el Subdirector General Jesús Sebastián Audina y Tomás Mingot Jiménez, Subdirector de la Primera Comunidad. Unos meses antes lo había hecho Alfonso Sabán Gutiérrez, el cual fue sustituido como Sudirector de la Tercera Comunidad por Frutos Barbero Sánchez, al que todos nombrábamos como "Tito" (a quien vemos a nuestra izquierda en foto actual). Total, para el curso venidero, sólo quedábamos en el equipo de gobierno Tito y yo. Hubo consenso para que él fuese el próximo Director y para que la Subdirección General recayera en mí. Como Subdirectores de Comunidad entrarían Manuel Núñez Encabo (sí, el mismo que un 23 de febrero, años después, acababa de ser llamado a votar cuando irrumpió en el Congreso el coronel Antonio Tejero), Francisco Gutiérrez Carbajo y, si la memoria no me falla, José Luis Sagredo Ruiz.

Pero la económica no fue la única crisis que nos trajo el curso 1968-1969. Hubo otra de mayor calado. Los mandamases del Régimen llevaban muy mal la creciente politización de muchos colegiales y no soportaban las actividades culturales que, para los censores al uso, eran claramente "actos subversivos". La actividad de los grupos de teatro independiente, de la que he hablado otro día, fue la gota que hizo rebosar el vaso. Fuera como fuera, querían acabar con esta situación. La DGS (Dirección General de Seguridad) presionaba al Rectorado para que éste, a su vez, presionara a la dirección del Colegio y a los nuevos patronos de la Caja de Ronda. La presión fue tan fuerte que el Rectorado amenazó con el cierre, salvo que hubiese un "cambio radical" en el equipo directivo. A los rondeños no les quedó otra alternativa que recurrir a la Congregación Salesiana, conocida de ellos por tener un famoso colegio en la bella ciudad del Tajo. El proyectado equipo de Gobierno del que hablé más arriba, no llegaría a tomar posesión y, a partir de julio, la dirección se entregaría a varios sacerdotes salesianos.

El más perjudicado por el cambio era Tito, licenciado en Ciencias Políticas, que estudiaba para ingresar en el cuerpo diplomático y que no tenía oficio ni beneficio alguno. La Caja lo compensaría ofreciéndole la gerencia de un hospital que tenían en Ronda y allí, efectivamente, acabó en el mes de octubre.

De mí ni echaron cuentas, ni yo abrí la boca para reclamar nada. Poco menos que con un simple "si te ví, no me acuerdo" salí del colegio a finales de junio de 1969. Cargué mis pocas pertenencias en un coche que había comprado dos meses antes y me fui a pasar unos días con una de mis hermanas que vivía en Madrid. El trayecto lo hice llorando. Nada más llegar a su casa, me fui al tocadiscos de mi cuñado y me puse a oír estas Soleares de Córdoba:


jueves, 8 de marzo de 2012

El teatro llega al San Juan (1968-1969)

Envío al actor Rafael Álvarez "El Brujo", entonces colegial en el San Juan.

El curso académico 1968-1969 nos trajo al "San Juan Evangelista" el uso habitual de su salón de actos. Ya he contado que el director don Jesús Cobeta, clásico en todo, lo bautizó como el "Corral de Comedias". El propio nombre invitaba a convertirlo en un "escenario teatral", tal como ocurrió al menos en los primeros años de su vida. Más adelante, con la creación del "Club de Música", las actividades musicales se alternaban con las teatrales e incluso cobraron mayor relevancia. Tanto que hasta se le cambió el nombre a la sala y hoy es conocida como "Auditorio Jesús Cobeta".

Pero volvamos a 1968. En ese año nacieron en Madrid muchos grupos de "teatro independiente", alternativa al teatro comercial al uso. Entre ellos figuraba el TEI (Teatro Experimental Independiente), bajo dirección de José Carlos Plaza, y lo hizo, con la obra "El Verano" del autor alemán Weingarten, en diciembre sobre el escenario (fundamental para este tipo de teatro en su momento) del C. M. "San Juan Evangelista", según podemos leer en la red.


También por aquellas fechas nació el grupo Tábano, escisión del TEM (Teatro Estudio de Madrid), que desde el primer día utilizó nuestro local como si fuera propio. En él ensayaban y en él estrenaban. Recuerdo que uno de los principales miembros de este grupo era el actor extremeño Juan Margallo, famoso después, a quien vemos a la derecha en foto reciente. Trabajador infatigable, alma del grupo, salvo dormir, solía hacer su vida (comida, tertulia, cena) entre nosotros, confundido con un colegial más.

Por el colegio, durante el curso 1968-1969, pasaron otros grupos cuyo nombre lamento no recordar. En todo caso, se trataba de un teatro bastante politizado. Creo que fue en la obra "El juego de los dominantes", del TEI, donde uno de los personajes parodiaba, muy sibilinamente claro, al entonces Jefe de Estado. Si el colegio ya era un "hervidero" en lo político, la actividad teatral subió el termómetro unos pocos grados más.

Por mi parte, pueblerino llegado desde las provincias del Sur, estaba deslumbrado con todas aquellas "novedades", aunque mi centro de interés, Matemáticas aparte, seguía siendo el flamenco. Mis salidas a los tablaos eran frecuentes y mi colección de discos no paraba de aumentar. En una y otra cosa se iban mis pequeños ingresos, pues, como subdirector, en el colegio tenía comida y cama gratis. Con uno de aquellos discos les dejo. La Niña de los Peines, con la guitarra de Melchor de Marchena, canta por bulerías:

martes, 6 de marzo de 2012

Quiñones y Valderrama


Fernando Quiñones Chozas nació el 2 de marzo de 1930 en Chiclana de la Frontera (Cádiz). Murió en la Tacita de Plata el 17 de noviembre de 1998. Buen poeta y buen novelista recibió premios literarios en España y otros países, promotor cultural. Gran aficionado al flamenco, hacía sus pinitos como cantaor, tal como vemos en la foto contigua. En todo caso, persona entrañable que se hacía querer por cuantos tuvieron (bueno, yo puedo decir tuvimos) la suerte de conocerlo.



Miembro destacado del grupo de poetas metidos a flamencólogos, nos dejó, entre otros escritos, dos libros muy populares: De Cádiz y sus Cantes (1964, con una 2ª edición, aumentada y corregida, en 1974) y El Flamenco vida y muerte (1971).

Como casi todos los poetas-flamencólogos arrimó el ascua a la sardina del "filo-gitanismo" y fue crítico feroz del cante y los cantaores de la etapa de la "Ópera Flamenca". En la página 207 de El Flamenco vida y muerte dejó escrito el siguiente párrafo que resume muy bien lo que estos flamencólogos pensaban de la época de la dichosa ópera:

Chacón, artista de amplio repertorio y grandes facultades, sube al fin el cante a los escenarios teatrales. El paso es decisivo. Con él se pone en movimiento un fuerte volumen de intereses económicos a los que es necesario servir, y tal servidumbre desencadena una descomposición artística que sólo en nuestros días se está reparando, pero que, de cara sobre todo a los grandes públicos, afectará ya para siempre a un entendimiento de la verdad del flamenco.

Más adelante, y después de justificar en parte la figura de don Antonio Chacón, nos dice:

Queda claro que todo el ruiseñorismo a que ya aludimos procede del valioso pero flaqueante estilismo de Chacón, propicio a todo género de posteriores flautinerías, que han encontrado luego en José Tejada, Niño de Marchena, su menos censurable representante actual y que han resbalado después hacia los floripondios de Valderrama, Antoniosmolinas y demás canoros, faltos de temperamento flamenco.

No deja de ser curioso que Quiñones se muestre hasta comprensivo con el maestro de Marchena, objeto que fue de tantos y tantos ataques y negaciones por parte de algunos flamencólogos de su misma cuerda. Tal vez Fernando era consciente de la devoción que muchos flamencos gitanos sentían por la figura de José Tejada. Lo que es seguro es que ignorara el aprecio y la defensa del cante de Valderrama que hicieron, entre otros, gente como Pastora y Tomás Pavón. Aquí Fernando se equivocó del todo: podría gustar o no gustar del arte del cantaor jienense, pero lo que no podía hacer era negarle "temperamento flamenco".

La ojeriza hacia el de Torredelcampo fue mostrada por el chiclanero en más ocasiones. No sé dónde la publicaría, pero, en la página 235 de su Historia del Cante Flamenco, Ángel Álvarez Caballero, refiriéndose otra vez a Valderrama, nos deja una cita de Quiñones que es una auténtica perla:

... filoxera de gorgoritos y repipieces que nada tienen que ver con el cante por alegrías ni con ningún otro cante puro que pueda llamarse tal.

¿Filoxera? Me sonaba que era una enfermedad de la vid y, en efecto, el DRAE nos dice que filoxera es un "insecto hemíptero de menos de medio milímetro de largo, que ataca primero las hojas y después los filamentos de las raíces de las vides, y se multiplica con tal rapidez que en poco tiempo aniquila los viñedos de una comarca". ¿Gorgoritos? Está claro que se refiere a "quiebros que se hacen con la voz en la garganta, especialmente al cantar". ¿Repipieces? El diccionario dice que son "las cualidades de repipi", sin olvidar que repipi suele decirse de "un niño afectado y pedante". Y uno se imagina al "diminuto Valderrama" con sus gorgoritos, sus afectaciones y sus pedanterías, atacando y destruyendo todas las hojas y todas las raíces del árbol del Flamenco. ¡Qué barbaridad!

¡Ay, Fernando, Fernando! Supongo que en el "Cielo de los Flamencos" te habrás encontrado con Valderrama y, con lo buena gente que erais los dos, habréis firmado las paces. Y disfrutarás, como lo hacemos los mortales que todavía caminamos por este "valle de lágrimas", escuchando cositas como ésta:

sábado, 3 de marzo de 2012

Dos "topos" en el San Juan (1968-1969)

Dedicado a todos los universitarios que conocieron las cárceles de aquellos años.

El Colegio Mayor "San Juan Evangelista" es conocido en los ambientes madrileños como "El Johnny". Nunca me gustó ese apelativo y por eso procuro no usarlo. Yo recuerdo otro bastante extendido en los primeros años de su refundación: "San Juan de la Hoz y el Martillo". La razón es tan simple como la constatación de que por aquellos tiempos el colegio fue sede de muchos estudiantes activistas de la izquierda. No, no se piense que el P.C.E. de Santiago Carrillo estaba detrás de todo aquello. La mayoría de estos colegiales eran independientes y los que militaban en algún grupo eran de ideología trotskista, cuando no maoísta. Su lucha se desarrollaba en la correspondiente facultad y varios de ellos hubieron de pasar por los calabozos de la entonces llamada "Dirección General de Seguridad" (D.G.S).

Es sabido que la citada Dirección tenía gente matriculada en los centros más conflictivos (Económicas, Filosofía, Derecho, Ciencias...) sin más misión que la del "chivateo", es decir, el seguimiento de todos los presuntamente "peligrosos".Y nuestro Colegio no se libró: en el curso 1968-1969 nos colocaron dos "topos". Levantaron sospechas en otros colegiales porque casi nunca iban a su facultad pero sí cogían habitualmente el metro con dirección al centro de Madrid. Decidieron seguirlos y, efectivamente, comprobaron que iban a la misma Puerta del Sol y se colaban, como Pedro por su casa, por las puertas de la D.G.S. Por fin, una mañana, los "espías de los espías" se plantaron en su habitación y les dijeron claramente que sabían que trabajaban para la policía. Esto debía de ser cierto porque los dos salieron ese día del colegio con intención de abandonarlo. Se marcharon con lo puesto y, pasada una semana, el director don Jesús Cobeta me llama y me dice:

-Andrés, esta noche te toca guardia. Me han llamado de la policía para comunicarme que los muchachos esos que se fueron el otro día volverán a una hora en que la gente ya ande durmiendo para llevarse sus cosas. Como son de tu Comunidad, deberás acompañarlos.

Acudieron sobre las tres de la madrugada junto a un agente de la secreta. Recogieron todo y no volvimos a saber de ellos. Pero no quiero acabar esta historia sin referirles que al día siguiente nos dio por mirar su expediente y nos encontramos con la sorpresa de que su solicitud de ingreso en el colegio venía acompañada de una "recomendación" de un alto cargo del Rectorado de la Complutense. Sin duda, la gente de la D.G.S. estaba en todo.

En mi espera de aquella noche, como siempre, yo oía flamenco en mi habitáculo. Me acordaba de los varios colegiales que estaban detenidos y por eso escuché una y otra vez este cante por carceleras del lucentino Antonio Ranchal: