A la espalda del patio de "La Hermandad" había como un pequeño apartamento (servicio, cocina y un par de habitaciones) que llamábamos "La casa del guarda". Una época me dio por dormir en ella y he aquí que una noche (serían las dos o las tres) me despiertan desde la ventana. Era Luis Florit, "El Portero del Infierno", al que me faltó tiempo para mandarlo a paseo. Pero se oían otras voces hasta que distingo:
- Andrés, que soy yo, Rafael Romero, que venimos de Zambra a hacerte una visita.
De perdío al río, me levanté y me los encuentro a los dos en el patio junto a Perico del Lunar.
- Ná, tomamos una copita y nos vamos.
Como siempre teníamos vino tinto, por ahí no había problema pero al rato dice el de Castellón:
- Alguna tapilla tendrás, ¿no?
Con el ruido se había despertado mi compadre Salvador de Toro que se incorporó a la reunión. Como él era el experto en cocina, le consulto y me dice:
- Que no hay ná, que la nevera está vacía. ¿No te acuerdas que mañana nos tocaba compra? Lo único que hay es un taco de tocino y un pedazo de pan. Espera, que voy a hacer unos torreznos.
Así fue. Troceó el tocino, lo puso a freír y ¡plato servido! Plato que al momento quedó como una patena de limpio.
- Está bueno esto, decía Rafael con el asentimiento de los otros dos visitantes.
Charlamos un rato hasta que el de Andújar le pidió a Luis que los llevara a sus casas. Por mi parte, mientras volvía a domirme, me acordé que en algún lado había leído aquello de que "los flamencos no comen". Aquella noche, cuando menos, el dicho se hizo realidad.
Surrealista y genial…
ResponderEliminarAlberto Rodríguez Peñafuerte
Creo que Manuel Bohórquez, tiene anécdotas suficientes para escribir un libro, aunque creo Andrés, que tú no te quedas atrás.
ResponderEliminarQué ganas tengo, Andrés, de comerme unos torreznos contigo, o lo que sea, y que me cuentes más anécdotas de esas. Me habría encantado conocer al Gallina, y a Perico, a todos los que has podido tratar...
ResponderEliminarLuis Pérez
Luis, Cada uno hemos tenido nuestra época. Yo ahora añoro el no poderme hacer amigo de David Palomar, es un decir.
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