(Este texto lo escribí la noche del 12 de abril de 2004, cuando supe que el cantaor Juan Valderrama había fallecido. Ya apareció en este blog, pero hoy vuelvo a insertarlo porque he añadido la grabación de la minera "La tortolica en la mano". Le acompaña Pepe Martínez y la encontrarán al final del texto)
Se ha ido, se nos ha ido, en esta tarde. Paro cardíaco. Hombre de corazón, que tanto lo usó para con su arte y con la afición, ya lo tenía cansado...
Uno de los últimos testimonios públicos de su voz tuvo lugar el pasado 23 de febrero en un homenaje que la Junta de Andalucía le ofreció en Madrid. Cantaba aquella minera que decía
A la terrera...
Soy piedra que a la terrera
tó el mundo me arroja al verme.
Parezco escombro por fuera
pero en llegando a romperme
yo doy un metal de primera.
Para mí que esta letra, tan clásica, define bastante bien su personalidad artística frente al pensar de ciertos aficionados que nunca quisieron admitirlo en el seno de los cantaores puros. Un amigo cordobés me decía
- ¿Juanito Valderrama? Un buen cupletista, pero no un flamenco.
- Rompe la piedra, respondía yo, y verás qué metales guarda dentro. Hay que escucharlo...
Yo nunca había dejado de hacerlo. Hace años (hablo tal vez del 1970) que alguno de mis amigos madrileños no me entendía:
- ¿Cómo puede gustarte Valderrama? ¿A ti que tanto amas lo puro? ¿Me tomas el pelo?
- ¡Dios me libre! Precisamente admiro a Valderrama por su pureza. Hay siguiriyas muy clásicas, soleares muy añejas, que poca gente canta con la fidelidad de Juan. Y, si entramos en las malagueñas y cantes mineros, ¿qué voy a contar?
Espías,
tengo que poner espías
por ver si mi amante viene
Al pie de Torre García,
ay mare, no sé qué tiene
el camino de Almería.
Si algún cantaor joven quiere el canon de esta malagueña del Canario, tiene que acudir a Valderrama. Lo mismo diría del cante minero que hacía el Cojo de Málaga:
Para echarle de comer
toas las mañanas la llamo.
Para echarle de comer.
Al tiempo de darle el grano
¿dónde se vino a poner?
La tortolica en la mano
¿Qué tenía sus defectos? ¿Y quién no? Los tuvo Caracol, los tuvo Mairena, los tiene Fosforito, los tiene Pepe Menese... De Valderrama cabe señalar una voz demasiado fácil, cabe señalar el exceso de intercalaciones orales o la mezcla en un solo tema de estilos muy separados de cante.
Pero le sobraban virtudes. Señalo dos: la pureza, entendida como fidelidad a los moldes clásicos, de la que ya he hablado, y la largura: de cuantos cantaores he conocido en mi vida, ninguno sabía tantas modalidades de malagueñas, de tarantas, de fandangos, pero también de muchas de soleares y siguiriyas.
Valderrama se nos ha ido, pero, ya se sabe, San Pedro (Portero del Cielo) tiene un reservao especial para ubicar a los flamencos. Allí estará Don Juan con sus maestros Antonio Chacón, Manuel Torre, Niña de los Peines, El Pinto, Vallejo o Pepe Marchena. Estará con todos los flamencos que en la Historia han sido. Todos cantándole a todos, todos escuchando a todos, en esa juerga final que llamamos eternidad.
Hola Maestro: me voy a buscar la versión de la tortolica de El Cojo de Málaga, pues creo que me gusta más esta de Valderrama.
ResponderEliminarY yo voy a cantarla por... verdiales. ¡Olé!
Dí que sí, Porverita. Seguro que lo bordas. Salud
ResponderEliminarSiempre he tenido una curiosidad: por qué la flamencología oficial condenaba a Valderrama por sus canciones a la vez que sacralizaba a Niño Ricardo? ¿Es que ignoraban que el autor de la música de muchas de las cosas de Valderrama era precisamente Ricardo?
ResponderEliminarUn Ariza de tu pueblo
Por lo menos cincuenta, decía Valderrama, refiriéndose a las canciones que compusieron Niño Ricardo y él: desde la famosísima de "El Emigrante", pasando por "El inclusero", "De polizón", etcétera, hasta llegar a la que era reina de los programas de discos dedicados durante la primavera: "Su primera comunión". Tampoco yo me explico este desliz de la flamencología, salvo (ahora lo digo en broma) que pensasen que Niño Ricardo y Manuel Serrapí Sánchez fuesen personas distintas.
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