¿Te imaginas que un amigo pudiente te da dinero para que compres dos décimos de lotería y que te regale uno de ellos simplemente por hacerle el encargo? ¿Te imaginas que además toca el Gordo en el número adquirido? ¡Ya es suerte y como tal ocurrió el 5 de enero de 1955 en el sorteo llamado del Niño!
Antonio Mairena fue el comprador y su amigo Rafael Tristán, empresario de materiales de construcción, quien puso la pasta. En la administración número 13 de Sevilla, Antonio adquirió el número 45.531, el mismo que fue premiado. Cuatrocientas mil pesetas por décimo, cantidad que en aquellos años te sacaban de pobre, como suele decirse coloquialmente. La verdad es que nuestro cantaor las empleó muy bien y siguió sacándole rentabilidad en el resto de su vida. Seguía de cantaor (¿cómo no en un hombre de su desmedida afición?), pero con la tranquilidad de que no necesitaba del cante para vivir.
Para mí, hubo un segundo golpe de suerte para Antonio Cruz García y fue la amistad que adquirió años después con el poeta de La Puente don Ricardo Molina. Los materialistas pensarán que el primer golpe fue más importante, pero muchos pensamos que del segundo se derivó una nueva vida para un grandísimo cantaor que hasta entonces era un desconocido de la afición popular.
Les dejo una foto de aquellos años y una nota de prensa en la que se da cuenta de la suerte del maestro don Antonio Mairena.
Para mí, hubo un segundo golpe de suerte para Antonio Cruz García y fue la amistad que adquirió años después con el poeta de La Puente don Ricardo Molina. Los materialistas pensarán que el primer golpe fue más importante, pero muchos pensamos que del segundo se derivó una nueva vida para un grandísimo cantaor que hasta entonces era un desconocido de la afición popular.
Les dejo una foto de aquellos años y una nota de prensa en la que se da cuenta de la suerte del maestro don Antonio Mairena.
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