Visitando mi cuaderno Cantando por Fandangos, ahora convertido en EL MUSEO DEL FANDANGO, podrán elegir entre doscientos cincuenta (250) artistas distintos para escuchar este estilo de cante.

jueves, 17 de enero de 2013

¿Qué Macandé nació en Mérida y se crió en Madrid?


Leído por ahí:

... Pregones en la sabiduría del loco Francisco Gabriel Díaz Fernández "MACANDE" -"emeritense de nacimiento, madrileño de crianza y gaditano de afición", lo describe Andrés Raya- ...

- Pero vamos a ver, señor Raya, usted que se dedica a buscar "gazapos" a ciertos flamencólogos, ¿cómo se permitió escribir tamaño disparate?

- Es que no fuí yo. De verdad, a mí que me registren.

Déjenme que les cuente. Hacia 1978 la discográfica Zafiro lanzó una Antología del Cante Flamenco, primera que se vendió por entregas en los puestos de prensa: ocho en total, cada una compuesta de un vinilo L.P. y de un fascículo. El autor de los fascículos era el escritor sevillano Manuel Barrios. Precisamente en el primero de ellos y hablando de Cádiz, saca a colación a Macandé y el hombre se "casca" el texto citado más arriba. Claro que yo si había escrito lo de emeritense de nacimiento, madrileño de crianza y gaditano de afición, pero no referido al cantaor de Cádiz sino a Eugenio Cobo, autor del librito Pasión y muerte de Gabriel Macandé del que tuve el honor de ser prologuista, publicado en 1977 por Ediciones Demófilo. En un acto de evidente frivolidad, el señor Barrios tomó esa frase de mi prólogo y colocó al biografiado en el lugar de su biógrafo.




En fin, ¿qué más les voy a contar? Nada. Les dejo que escuchen al Carbonerillo en unos fandangos en los que incluye el estilo de Macandé. Que yo sepa, fue la primera vez en que se registró. Disfrútenlo ustedes

sábado, 12 de enero de 2013

¡Así se jalea, diga osté que sí!

A pesar de la crisis, este servidor de ustedes en el pasado diciembre decidió tirar, si no la casa por la ventana, sí su viejo tocadiscos Dual y sí su viejo reproductor de cassettes marca Aiwa. Los tiré y me rasqué el bolsillo para sustituir mis aparatos por otros, de estos que hay ahora con conexión a puertos USB de ordenadores. Como nene con juguetes nuevos, me estoy divirtiendo y gozando de mi añeja fonoteca flamenca consistente en muchos vinilos y cintas magnetofónicas que casi no podía oír en mis anteriores y deteriorados cacharros. De paso, estoy aprendiendo a digitalizar, lo cual hasta me puede venir bien.

Saben todos ustedes que es frecuente en la discografía flamenca la presencia de "jaleadores" que con sus comentarios animan tanto al cantaor como al guitarrista. También esto tiene su miajita de arte. Maestro indudable en él fue Pepe Pinto que siempre acompañaba tanto a su esposa Pastora como a su cuñao Tomás. ¿Qué decir de las "sentencias" de Talega o el hijo del Torre en las grabaciones de Antonio Mairena? Otros, narcisos sin remedio, se jaleaban ellos mismos (Marchena fue el paradigma). 

Pues bien, esta misma mañana, pasando al disco duro un vinilo, que a su vez contenía reproducciones técnicas de discos de pizarra, me encuentro con unos campanilleros de ese exquisito cantaor que fue "El Niño de la Rosa Fina de Casares" con su compañero habitual el guitarrista "Patena Hijo". Ni me acordaba de esta grabación, aunque ahora sí me viene a la memoria que hará unos cuarenta años un amigo mío me pedía que pusiera el disco sólo porque le divertía escuchar al jaleador de turno. Con ellos, cantaor, guitarrista y jaleador les dejo:


(Por cierto, ¡qué bonito el final que hace Rosa Fina siguiendo el ritmo de bulerías!)

martes, 8 de enero de 2013

De la autoría de algunas letras flamencas

Se cuenta que cierto poeta, que llegó a ser considerado importante flamencólogo, cuando a finales de los años cincuenta acompañó al estudio de grabación a un joven cantaor, hoy muy reconocido, se adjudicó una letra por soleá que en realidad había sido escrita por otro. Un día se encontraron ambos y el segundo le dice:
-Pero, hombre, ¿cómo se te ocurre firmar esa letra si tú sabes que es mía?
Respuesta del flamencólogo:
-Bueno, tampoco es para tanto. ¿Qué mal da? Son sólo unos cuantos versos.

Acabo de publicar en mi blog "Cantando por Fandangos" la versión personal que de este estilo flamenco hizo Rafael El Tuerto. Por favor, escuchen la letra:
Enfermo en un santo hospital,
si tú por casualidad
llegas a enterarte algún día
que yo me encontraba enfermo
en un santo hospital,
y no te dé reparo y ven
y pregunta por mi mal,
que eso había sío a causa
de nuestro querer.


Ya ven que Rafael está escasito de facultades. De él se decía que más que cantaor era maestro de cantaores, que sus cantes llegaron a Antonio Carmona "El Rubio" y a Juan el de la Vara, a Porrinas de Badajoz y al mismísimo Camarón de la Isla. Claro que sí. Oigamos al de San Fernando:


Caray con el niño, ¡qué manera de mejorar todo lo que tocaba! La misma melodía y la misma letra que hacía El Tuerto, pero ¡vaya diferencia! Hemos dicho "la misma letra". ¿Quién sería el autor de la misma? Si nos vamos al disco de Camarón, aparecido en 1970 con la marca Philips, el autor dice ser Francisco Sánchez, ya saben ustedes, ese grandísimo tocaor conocido como Paco de Lucía. Su padre, Antonio Sánchez, fue amigo del Tuerto que, aunque nacido en Sevilla, se estableció en su tierra de Algeciras. Paco pudo efectivamente darle al Tuerto la letra que luego usó Camarón. Pero la historia no acaba aquí y ahora enlazo con la anécdota que contaba al principio del poeta-flamencólogo: la grabación del Tuerto se hizo para Hispavox con la guitarra de Félix de Utrera, no se sabe en qué año, aunque sí sabemos que en esta ocasión la firma no es de Francisco Sánchez sino de Ópalo, letrista que apareció con mucha frecuencia en las grabaciones de Hispavox durante aquellos años (1966 a 1980 más o menos). ¿Estamos ante un nuevo caso de Qué mal da. Son sólo unos cuantos versos? Vaya usted a saber, aunque uno, que a veces no puede evitar el ser un poco maliciosillo, se plantea hasta la posibilidad de que ninguno de los dos firmantes fuese el verdadero autor de la letra.