jueves, 29 de agosto de 2019

La Niña de Antequera (1920-1972)


No hace mucho tiempo, en uno de esos muros, tabiques o como quiera que les llamen la gente de Facebook, se hablaba de artistas femeninas del mundo de la copla que habían hecho incursiones en el Cante Flamenco, algunas con bastante acierto. A este respecto salieron a relucir dos nombres. Gracia de Triana, la cual goza de toda mi admiración y he hablado de ella varias veces en mis cuadernos(1), y, en segundo lugar, La Niña de Antequera, de la que yo recordaba que sonaba mucho en los aparatos de radio de mi niñez.


Me propuse, entonces, dedicar un artículo a la malagueña, si bien, repasando mi archivo me encontré con muy pocos datos y sólo alguna que otra grabación suya(2). Tuve que acudir a las redes y a varios de los amigos que tengo en ellas, gracias a lo cual pude escribir el párrafo que sigue.

La Niña de Antequera fue el nombre artístico de María Barrús Martínez, nacida en la calle Palomos de la malagueña ciudad de Antequera en el año 1920. La familia se trasladó a la provincia de Jaén (unos me dicen que a Huelma, otros que a Cambil) y allí, con sólo 12 años, dio a conocer sus excelentes cualidades canoras, llegando a profesionalizarse hasta alcanzar plena popularidad antes de sus 30 años con el espectáculo Sol Andaluz en el teatro sevillano de San Fernando. Triunfa también en el Price de Madrid y recorre varias veces España entera con los espectáculos de canción y cante flamencos al uso en los años cincuenta y sesenta. Recibió galardones como la Banda del Estrellato o la Medalla al Mérito Artístico, siéndole entregada ésta por Pepe Marchena. Fue compañera de todos los que en aquellos años eran alguien en el mundillo flamenco: Manuel Vallejo, Pepe Marchena, El Niño de la Huerta, La Niña de la Puebla, Luquitas de Marchena, Canalejas de Puerto Real, Manuel Centeno, El Sevillano, Rafael Farina, Porrina de Badajoz, Antonio Molina, Juanito Valderrama, etc., etc., llegando a coincidir incluso con Camarón de la Isla. Estableció su vivienda habitual en Sevilla, donde se casó y tuvo un hijo y tres nietos.

En agosto de 1972 trabajaba en un espectáculo de nombre Los Famosos, con Juanito Valderrama, Juanito Maravilla, Hermanos Valderrama y Manolo Alegría entre otros. El día 29 de ese mes tenían que actuar en Palma del Río (Córdoba) y, desde su casa sevillana, sobre las 6 y media de la tarde, María partió hacia allí en su automóvil, acompañada de Manolo Alegría, con tan mala suerte que fueron arroyados por un camión. Ella salió despedida de su asiento y resultó aplastada en el tórax por su propio coche. Trasladada a una casa de socorro, nada se pudo hacer y falleció a los 20 minutos de su ingreso. Tenía 52 años de edad, en plena madurez vital y artística.

Vayamos ahora a sus discos. Fue muchísimo lo que grabó como copla aflamencada, muchas veces con orquesta y otros con sólo guitarra. No voy a entrar en esas grabaciones y me limitaré a señalar que entre ellas hubo una muy popular, titulada Mi perro, que la gente de mi quinta seguro que recuerda. También grabó cosas estrictamente flamencas, acompañada, por lo general, por dos guitarristas sevillanos: cuando no tocaba Antonio Peana, es porque lo hacía Pepe Martínez. No fue larga en repertorio y los estilos más jondos (tonás, seguiriyas, soleares) ni los tocaba. Su voz la inclinaba hacia otras cosas: milongas, colombianas, serranas rematadas con el verdial granadino, alegrías, granadinas y fandangos, muchos fandangos. Llama la atención que, siendo de la provincia de Málaga, no solía cantar por malagueñas. Por el contrario, era una magnífica tarantera, lo que podría explicarse por su crianza en tierras de Jaén. En fin, pasemos a escuchar estata selección que he preparado para ustedes:

01) Soleá y Alegrías (Linares ya no es Linares), año 1959, con Antonio Peana:



02) Colombiana (De la alegre Andalucía), año 1960, con Antonio Peana:


03) Fandangos (Dicen que a río revuelto), año 1962, con Antonio Peana:



04) Milonga y Fandango (Glosa a La Giralda), año 1962, con Antonio Peana:


05) Alegrías de Córdoba (De Córdoba la llana), año 1963, con Antonio Peana:



06) Taranta (El candil se me apagó), año 1965, con Antonio Peana:


07) Granadina (Una rosa yo corté), año 1966, con Pepe Martínez:


08) Guajiras (Levántate Juan Valdés), año 1967, con Pepe Martínez:


09) Alegrías (La goleta), año 1968, con Pepe Martínez:



10) Serranas y Verdial (Entre flores silvestres), año 1968, con Pepe Martínez:

11) Taranta (Paco El Herrero), año 1969, con Pepe Martínez:


12) Fandangos (Tiene que llegar el día), año 1969, con Pepe Martínez:




(1) Pueden consultar al respecto los siguientes artículos:
Gracia de Triana cantando por Bamberas (4 de marzo de 2014)
Tiempo de Saetas, II (10 de febrero de 2016)
Gracia: Una trianera cantando cosas de Linares (15 de marzo de 2016)
María de GRACIA Jiménez Zayas, una cantaora DE TRIANA (7 de noviembre de 2016)

(2) Anteriormente, La Niña de Antequera se ha escuchado por tres veces en mis cuadernos:

miércoles, 7 de agosto de 2019

De Faustino y sus joteras alegrías

Reconocida y aplaudida es en todo el mundillo de lo Flamenco las aportaciones para su estudio efectuadas por el músico vigués Faustino Núñez. Sus enseñanzas están en aulas académicas, en sus conferencias en Peñas Flamencas, en libros y en las redes. En particular, sus vídeos se han popularizado aunque alguno, cuando fue colgado en Facebook, le trajo al gallego más penas que alegrías. Bueno, ahora que he dicho alegrías, se me ha venido a la memoria uno de sus vídeos en los que Faustino, siempre tan didacta, explica el tránsito de la jota aragonesa a la alegría de Cádiz. En Facebook, el buen amigo Luis Pérez, experto crítico y divulgador de nuestro arte, lo recibía ayer con la frase
Y ahora, decidme, cómo se os queda el cuerpo?
tal como se puede comprobar en la foto de la izquierda. Para que cada uno compruebe como se le queda el cuerpo, vamos al vídeo. Pulsemos para escuchar a don Faustino:



¡Ea, ya está! Claro que lo que hace es mostrar, de una forma acorde con las corrientes didácticas que nos invaden hoy día, algo que desde toda la vida sabíamos los aficionados:
En Aragón, Agustina, en Cáiz, la Lola ...
Yo enseguida me he acordado de uno de esos popurrís que hacía Pepe Pinto y que tanto disgustaban a los puristas de los años cincuenta del siglo pasado. Aquí lo tienen, grabación de 1951 con la guitarra de Melchor de Marchena:

viernes, 2 de agosto de 2019

Recordando a ROCÍO DÚRCAL

E inmediatamente que lee el título de este artículo el amigo Virgilio Márquez, que anda de visita por mi casa, me dice:
- Oye, ¿a qué viene que vayas a escribir sobre Rocío Dúrcal?
- Mira, tú sabes que yo no soy de cumpleaños sino que me gusta felicitar o celebrar en el día del santo y, precisamente hoy me he acordado de que Rocío estaría de onomástica.
- Anda, hombre, las Rocíos celebran su santo el domingo de Pentecostés, o sea, el día en que los almonteños sacan a pasear a su Virgen del Rocío.
- Mira, Rocío Dúrcal, madrileña nacida el 4 de octubre de 1944, era el nombre artístico de María de los Ángeles de las Heras Ortiz y hoy, día 2 de agosto, en el santoral católico se celebra la festividad de Nuestra Señora de los Ángeles y, por tanto, es el santo de todas las Marías de los Ángeles.(1)
- ¡Pues qué bien!, ¿y ahora vas a dedicarle artículos por igual motivo a gente como Lola Flores, Sarita Montiel o la misma María Jiménez?
- No, hombre, no. Déjame que yo siga escribiendo y te enterarás de todo.

Rocío Dúlcar apareció en el panorama discográfico y cinematográfico español como una segunda niña prodigio, si bien menos infantoloide que la genuina que no era otra que Marisol, o sea, la malagueña Pepa Flores. Desenvuelta, simpática, guapetona y dueña de un cuerpecito saleroso. Sus primeros discos circularon por todas las emisoras españolas y sus películas llegaron a ciudades, pueblos y aldeas. Cantaba las cosas que Augusto Algueró y otros parecidos componían ad hoc: musiquilla ligera, fácil de consumir con letras inocentes y sentimentalonas. ¡Lo que había en esta España viva, esta España muerta de los años sesenta y primeros setenta!

Sin embargo, hace unos años me topé con una saeta por carceleras cantada muy dignamente por Rocío. Me gustó y me puse a buscar. Apareció otra saeta, ésta cantada en el año 1965 en una de sus películas, concretamente en la titulada Acompáñeme. También encontré un villancico por bulerías y un cante por alegrías. Es decir, que la Dúrcal debía de tener alguna relación con el mundo Flamenco, idea que me tomé en serio cuando comprobé que en 1964, cuando nuestro grandísimo cantaor Antonio Fernández Díaz, Fosforito, contrajo matrimonio con la bailaora malagueña Maribel Barrientos, la madrina fue precisamente la veinteañera Rocío Dúrcal(2).

Pese a esta cercanía con lo flamenco, la cantante madrileña no optó por nuestro cante. Su carrera, como es bien sabido, la dirigió hacia las rancheras mexicanas, llegando a ser indiscutible estrella en este género. Por suerte, sí nos dejó su voz en al menos un disco de los de 45 r.p.m. Fue en el mismo año de la boda de Fosforito y fue acompañada por un chaval de 16 años conocido como Paco de Lucía. ¿Qué les parece a ustedes?  Buscando y rebuscando por cielos y tierra, he podido dar con él y aquí lo tienen:


Bulerías (Fiesta en Cabra)


Fandangos de Huelva (A una clavellina hermosa)


Tango rociero

Verdiales (Vengo de los montes)



(1) La Dúrcal falleció el 25 de marzo de 2006, tras una enfermerdad cancerosa, en su vivienda de Torrelodones (Madrid).

(2) El padrino fue el director cinematográfico Edgar Neville, autor en 1952 del filme Duende y misterio del flamenco.