viernes, 26 de julio de 2019

Santa Ana, día señalaíto


Santa Ana, abuela del mismísimo Jesucristo, Santa Ana, la venerada  por los sevillanos del antiguo arrabal de Triana, donde tiene su iglesia. Santa Ana cuya festividad celebramos, y que como todos los días del año, a mí me coge pensando en cosillas relacionadas con nuestro Flamenco. Y esto es lo que en estos momentos corre por mi cabeza:

No creo que exista un aficionado al Flamenco que no haya escuchado por lo menos una vez en su vida el cante por seguiriyas que dice

Santiago y Santa Ana,
como eran dos días muy señalaítos
de Santiago y Santa Ana,
yo le rogué a mi Dios
que le aliviara las duquelas
a la mare mía de mi corazón.

La grabó y popularizó el gran Manuel Torre en 1929. La cantó de una forma muy jonda Manolo Caracol  para su antología de 1958 y, posteriormente, se la hemos escuchado a muchos cantaores que nos han ofrecido su versión, unas veces buena, otras regular y alguna insignificante. Pero ha habido un cantaor que hizo de esa copla seguiriyera una especie de carnet de identidad flamenco. La registró en disco en 1967 junto al guitarrista Paco de Antequera y desde entonces no había recital que diera ni había festival en que participara en el que no se la pidiera el público y él la hiciera con ese desgarro que sólo su garganta poseía. Así era la adaptación que él hiciera de la letra clásica

Porque me dice a mi la gente
que esto eran dos días señalaítos
de Santiago y Santa Ana,
yo le rogué a mi Dios que me aliviara
estas duquelas de mi mare
de mi corazón.

Naturalmente les estoy hablando de Fernando Fernández Monge, Terremoto de Jerez. Hoy, día de Santa Ana no he podido sino acordarme de él. Para las promociones de aficionados jóvenes que tal vez desconozcan a este cantaor y para disfrute de todos, aquí les dejo su grabación de 1967: 

2 comentarios:

  1. ¡Fantástico! Gracias por presentarme el Terremoto y su cante jondo. Voy a buscarlo en la Internet. ¿Hay algún registro de martinete o toná?

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  2. Ay, Terremoto de la honda y oscura noche del cante. Del profundo cortijo, bajo un verde parral, con vino oscuro, en esa única oscura noche que sangra de su garganta.

    Escuchar a Terremoto es llorar de gozo por su arte.

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