viernes, 8 de enero de 2016

RAFAEL ROMERO, cantaor singular (IV). El Fandango de Almería

En los últimos tiempos hemos centrado nuestra atención en ese grandísimo cantaor que fue el iliturgiano Rafael Romero. Lo calificamos como singular el pasado día 7 de diciembre, señalando su condición de cantaor largo o completo. Recordamos sus participaciones en el mundo del cine en nuestra entrega del 11 de diciembre. A los cuatro días, o sea el 15 de diciembre, repasamos sus grabaciones por fandangos de Huelva, llamando la atención de que en una de ellas Rafael ejecutaba dos fandangos malagueños de corte verdial acompañados por toque de Huelva. Con una poquita de broma, acabábamos diciendo
Menos mal que aún no había llegado la fiebre de la "abandolitis"...

En efecto, por aquellos años cincuenta del siglo XX, el virus de lo abandolao aún no existía. Y por eso, cuando Rafael Romero, en su afán de cantaor generalista, grabó el inusual Fandango de Almería la cosa sonaba tal que así:

Ya oyen ustedes el toque que le hacía, junto al castañueleo de Elvira del Albaicín, el guitarrista Pepe de Almería. Gamboa, en el libro ya citado otro día (1), escribe
Pepe de Almería le hace un modélico acompañamiento -no exactamente como el típico abandolado-, que es el que verdaderamente corresponde al estilo.

Años después, cuando Rafael Romero trabó amistad con los gerifaltes de la Peña "Juan Breva" de Málaga, parece que enfermó de abandolitis y cambió el original toque onubense de esa rondeña que citamos con su nombre para hacerlo como si fuera un fandango verdial (véase nuestro artículo del día 29 de abril de 2015). Estoy por asegurar que, si hubiese repetido con el fandango almeriense, le habría dicho al tocaor:
- Pónmelo como abandolao...  

(1) José Manuel Gamboa, RAFAEL ROMERO... ¡CANTES DE ÉPOCA! ANTOLÓGICA Y ALFABÉTICAMENTE... y el nacimiento del microsurco flamenco en España, El Flamenco Vive S. L., Madrid, 2010.

1 comentario:

  1. No lo había escuchado nunca, me ha parecido asombroso. El que me ha gustado mucho ha sido el de Vicente Cáceres, y el acompañamiento de su hijo, una virguería. De su otro blog. Un saludo, Andrés.

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