viernes, 27 de febrero de 2015

¿Existe la pureza flamenca? (I). De entrada, no

En general, hablemos de Flamenco o hablemos de otra cosa, ¿qué es la pureza? Los diccionarios vienen a decir que

Pureza es la cualidad de lo puro.
Lo puro es lo ausente de mezcla.

Si hemos de creer a los sesudos tratadistas de la cosa flamenca, la mezcla, más que excepción, parece ser la norma. En efecto, desde los tartesos, pasando por los romanos (paganos en un principio, cristianos unos siglos después), los musulmanes y judíos de toda la Edad Media, los asentamientos castellanos en Andalucía conforme avanzaba la llamada Reconquista, los gitanos (procedentes vaya usted a saber de si Egipto o de la India) que nos llegaron en el sigloXV, los retornos desde el nuevo mundo americano de andaluces que tuvieron que atravesar el charco por antonomasia (o sea, el océano Atlántico), los africanos víctimas de la esclavitud en la época colonial, todos, se nos dice y repite en los tratados, todos pusieron su granito de arena, tuvieron algo que ver en el parto que a finales del siglo XVIII y durante todo el XIX alumbró en ANDALUCÍA un tipo especial de música cantada que dio en llamarse FLAMENCO. Si a la vez creemos a los diccionarios, ¿dónde buscar la pureza flamenca?

No, miren ustedes, no la busquemos. La pureza, como cualquier otro, no es sino un concepto abstracto a la manera como lo conciben la gente del mundillo científico al que estuve ligado en mi etapa laboral. La pureza, en sentido estricto, puede haberla en Química o puede haberla en Mineralogía, pero aún así solo aproximativamente y tras procesos analíticos (o sea, de separación) de elementos extraños (acordémosnos, por ejemplo, de lo de ganga y la mena en el lenguaje de la minería). Por lo demás, hablemos del azar y la necesidad del premio Nobel francés Jacques Monod, hablemos del bing-bang del importantísimo físico y matemático inglés Stephen Hawking,
todo lo que ha llegado a ser vida, lo ha sido por mezcla de elementos anteriores,
de manera que todo científico, a poco serio que sea, debe concluir lo siguiente:
la pureza, si apuramos el significado literal del término, nunca existe.
Y, por tanto, tampoco existe la pureza flamenca.

lunes, 23 de febrero de 2015

Ls viejas saetas también viajaban.

Envío para Álvaro de la Fuente, experto en saetas viejas.

Veo que últimamente se habla bastante de ciertos cantes que viajaban de una provincia andaluza a otra por boca de los arrieros que, con sus recuas de borriquillos, transportaban toda suerte de mercancías. Así explican algunos que ciertos fandangos malagueños se aclimataran en Huelva, provincias no vecinas precisamente, cuando no existían los medios que hoy nos comunican a todos con todos.

Estamos en Cuaresma, en Tiempo de Saetas. Un año más hablamos de las saetas flamencas pero también de las primitivas, las saetas llanas o sin melodía que dijera Pepe Marchena. Se supone que éstas tenían sello propio en ciertas poblaciones (sin salir de mi provincia cordobesa, he oído hablar, y he escuchado cantarlas, de saetas de Puente Genil, de Castro del Río, de Cabra, de Lucena, y, ¿cómo no? de saetas de Córdoba capital). Pero, cuidado con los localismos, que las saetas también viajaban, vamos que podemos hablar de "saetas de arriería".

Dentro de la Semana Santa una de las costumbres era montar el Monumento del Jueves Santo (en la foto vemos el de la Iglesia de San Cayetano de Córdoba). Se hacía no sólo en las parroquias sino en todas las capillas, conventos de frailes y de monjas, etcétera. En Córdoba uno de los más bellos lo montaban unas monjitas en una iglesia (¿Convento de Santa María de Gracia tal vez?) que había entre San Lorenzo y San Andrés y que fue tristemente destruida. Junto a tales monumentos se reunían las mujeres de la vecindad y lo velaban durante toda la noche. A esa costumbre alude una vieja saeta cordobesa que hacía María Zamorano Ruiz (La Talegona, 1909-1991). Vamos a escucharla:



Estábamos en Córdoba y nos vamos a las serranías malagueñas. Nos vamos a Coín para escuchar a Fuensanta  Jiménez González (La Jimena, 1911-2005) una saeta que suele ponerse de modelo de saeta primitiva malagueña:


Tengo recogidos otros ejemplos de "saetas viajeras" pero como muestra, ¿qué les ha parecido ésta?

sábado, 21 de febrero de 2015

David Palomar o la tradición renovada


David García Palomar, gaditano de 1977, heredero y continuador del mejor dejillo cantaor de su tierra, acaba de publicar su tercera entrega discográfica: DENOMINACIÓN DE ORIGEN. Bien elegido el título porque el disco entero delata al Cái cantaor. Tradición, mucha tradición, pero renovada, refrescada, como mandan los cánones de todo buen hacer artístico.


Homenajes a todos los maestros que en Cádiz se hicieron pero de manera especial a sus más inmediatas referencias: Ramón Jarana, Chano Lobato y Mariana Cornejo, a la que por cierto le cede el honor de cerrar el disco con unas espléndidas bulerías festeras. Antes, doce registros en la voz de David alternando guitarras como Bolita, Rafael Rodríguez, Diego del Morao, Jesús Guerrero o Keko Baldomero:   



Bulerías, Alegrías, Sevillanas, Rumba, Soleares, Tanguillo,
Nana, Bolero, Seguiriyas, Minera, Bulerías, Fandangos

Impecable presentación con un texto en su interior del amigo Javier Osuna, autor a su vez de la letra del delicioso tanguillo, con aroma a carnaval, que canta Palomar.

Y, dirán ustedes, ¿dónde está alguna muestra sonora? Muy sencillo: busquen ustedes el disco, adquiéranlo. Les aseguro que no se arrepentirán.

(Como consuelo, mientras buscan el disco, les invito a que escuchen unas bulerías de David que sí publiqué el día 22 de agosto del año pasado).

viernes, 20 de febrero de 2015

Saetas de Encarnación La Sallago

El pasado 15 de enero, faltándole solamente unos días para cumplir 96 años, ingresó en el Cielo de los Flamencos la cantaora Encarnación Marín Sallago (La Sallago). Ostentaba el decanato entre los artistas del género tal como habíamos recordado en un artículo publicado el día 18 de noviembre de 2013

Cantaora general, fue reconocida como maestra indiscutible del cante por saetas. El anterior Viernes Santo (18 de abril de 2014) cerramos nuestro cuaderno Tiempo de Saetas con  una impresionante Virgen mía de los Dolores que les invitamos a recordar.
Había sido grabada en 1958 en un vinilo de los de 45 r.p.m.





En su pueblo, Sanlúcar de Barrameda, las imágenes de la Semana Santa, después de haberla oído año tras año, añorarán esta Semana Santa su voz al natural. Nos queda el consuelo de su legado. Oigamos los otros registros que hizo Encarnación en el año 1958:




Una lágrima cayó

Esperanza mare mía

Ese hombre no es nacío

jueves, 19 de febrero de 2015

Una "Media Sevillana" de La Niña de Linares

En todas las esquinas de todas las calles de todas las ciudades de esta España mía, esta España nuestra hay una tabernilla a la que acudimos para tonar la cervecita y charlar con los amigos y conocidos de cuanto divino y humano nos rodea.

En los últimos tiempos, a tan ancestral hábito, se ha unido el acudir a la más universal de las tabernillas, o sea, el Facebook (la diferencia está en que aquí la cervecita te la tienes que tomar de lata económica comprada en el supermercado que hay en cada esquina de cada calle de toda ciudad de esta España viva, esta España muerta).

En esas estamos y, mientras "descorcho" una lata de una ilegible marca holandesa (de allí suelen venir las más baratas...), me topo con el muro/biografía de mi respetado y admirado Alberto Rodríguez Peñafuerte. Se habla de Petra García Espinosa, La Niña de Linares, y la tertuliana Montse Madridejos nos brinda sabrosos datos biográficos y discográficos de la susodicha Niña. Echo un ratillo escuchando los audios que nos enlaza Montse y me encuentro con esto:


¿Han reparado en la letra? Nada de Darro ni de Genil sino el padre-río de Andalucía, es decir, el Guadalquivir. Nada de Granada sino la tierra sevillana. Nada de la torre de la Vela sino la gigantesca Giralda. Nada de la Basílica de la Carrera granadina sino la Iglesia de San Gil. Nada, por fin, de las Angustias sino la Esperanza.

No recuerdo dónde ni cuándo pero afirmo haber leído que Granadinas y Medias Granadinas se distinguían porque unas tocaban temas amorosos y las otras temas locales relativos a la ciudad de La Alhambra. ¡Curioso criterio clasificatorio que no deja de ser una de las muchas majaderías que podemos encontrarnos en los libros! Criterio según el cual, y ustedes me perdonarán la guasa, lo que hemos escuchado a Petra García no es ni más ni menos que una Media Sevillana.

jueves, 12 de febrero de 2015

Los Flamencos Años Veinte (IV). Llegan Rebollo, Isidro y Rengel desde Huelva

He recibido, mediante el conducto del correo privado, quejas de algunos de ustedes por el desorden que parece reinar en este mi cuadernillo-diario de memorias flamencas. No hay hilo conductor alguno y, por el contrario, abundan algo de lo que yo enseñaba a los alumnos de mis clases de Matemáticas con el nombre de "las discontinuidades de salto". Pues, bueno, que tienen toda la razón del mundo, pero ¿qué arreglo hay si no sé hacer otra cosa? Ya lo avisé, nada más abrir este blog y sigue figurando en su cabecera, que se traza únicamente de "retazos" de mis memorias.  

Aún así, de vez en cuando inicio "series" con vocación de continuidad. Una de ellas apareció el día 6 de diciembre de 2014 con título que principiaba así: Los Flamencos Años Veinte (I)... Se trataba de rebatir la idea que algunos teóricos del flamenco habían intentando imbuirnos a la gente de mi generación en el sentido de que en los años veinte "se cargaron el flamenco" . Mi idea era totalmente la contraria: los años veinte del siglo también veinte fueron grandiosos para el Flamenco y la discografía lo probaba. En esta primera entrega me apoyé en Joaquín El Cojo de Málaga. Más adelante, el día 11 de enero de 2015 publiqué Los Flamencos Años Veinte (II)... donde la figura era Manuel El Carbonerillo. Recordando a Bernardo el de los Lobitos, el día 18 de enero les brindé Los Flamencos Años Veinte (III)... Y aquí seguimos con ganas de prolongar el tema. Pero hoy no voy a basarme en un solo cantaor sino en una trinidad con el denominador común de haber nacido en la provincia de Huelva: Rebollo, Isidro y Rengel.

Conocedores y recreadores de los fandangos locales de su tierra, estos cantaores irrumpen en la Sevilla de los años veinte aportando sus fandanguillos. Aunque fonográficamente se les adelantó el sevillano Manuel Centeno (véase nuestra entrada del día 24 de enero de 2015), fueron ellos los que pusieron de moda el cante del fandanguillo y, a la postre, los que provocaron el nacimiento de los llamados "fandangos naturales" o "fandangos personales" cuando Manuel Torre, Cepero, Vallejo, el Gloria o Marchena se decidieron a cantar los aires llegados de Huelva.

También dominaban otros estilos de cantes (de Rengel, por ejemplo, se dice que era un gran solearero) pero en la Historia han quedado como los grandes difusores del fandango huelvano. Vamos a recordarlos poniendo aquí su voz:

1) José Rebollo Piosa (Pepe Rebollo) nació en Moguer (Huelva) en 1895 y murió en Sevilla en 1938.

Ya lo escuchamos en el Museo del Fandango acompañado por Ramón Montoya en una grabación de 1929. Escuchemos otros fandangos, también de 1929 pero esta vez acompañado por Manolo de Badajoz:

De nuevo con Ramón Montoya lo escuchamos en una media granadina:

2) Francisco Barrera García (Paco Isidro) nació en 1896 en Huelva, ciudad en que murió en 1960.

Acompañado por Niño Ricardo en 1928, ya lo oímos en nuestro Museo. Del mismo año y con el mismo guitarrista, escuchamos unos de sus fandangos más populares:

Con Manolo de Badajoz, lo escuchamos ahora en un cante por tarantas:

3) Antonio Rengel Ramos (Antonio Rengel) nació en Huelva en 1904. Murió en Sevilla en 1961.

Ya escuchamos a Rengel en nuestro Museo en una grabación de 1929 con Niño Ricardo. Seguimos con los fandangos. Del mismo año y también con Ricardo, son éstos:

Y también este cante por serranas con el que nos despedimos por hoy:

sábado, 7 de febrero de 2015

Un seguiriyero llamado PEPE MARCHENA (II)

El pasado 15 de noviembre publicamos un artículo que les invito a recordar. Lo acompañábamos de nueve grabaciones de Pepe Marchena por seguidillas gitanas o seguiriyas como usualmente se las nombra. Sabíamos que había más y el amigo Gregorio Valderrama me ayudó a seguir buscando. En total aparecieron otras nueve. La posterior publicación de sus grabaciones completas entre 1924 y 1946, confirmaban el hallazgo así como también que habíamos completado (salvo sorpresas que siempre puede haberlas) cuanto el Niño de Marchena dejó grabado de este estilo de cante: 18 registros en total. Ahí van los 9 que faltaban:

10) Año 1925, con Manuel Bonet. Al Señor de la Insignia


11) Año 1925, con Manuel Bonet. Hasta el alma me duele


12) Año 1926, con Manuel Bonet. Qué desgracia es la mía. Le pido a Dios


13) Año 1929, con Ramón Montoya. Tú no tienes la culpa


14) Año 1929, con Ramón Montoya. Siempre por los rincones. Han hecho un convento

15) Año 1929, con Ramón Montoya. A clavito y canela

16) Año 1930, con Niño Ricardo. A qué esos golpes

17) Año 1930, con Pepe de Badajoz. Como a un mal ladrón

18) Año 1934, con Ramón Montoya y Orquesta. No hay penita más grande

miércoles, 4 de febrero de 2015

El testamento discográfico de Pepe Pinto.

Nunca he ocultao que uno de mis cantaores predilectos (esos que no me harto de oír cuando me quedo solo y no tengo que halagarle el gusto a nadie) es el macareno José Torres Garzón, Pepe Pinto para el mundillo del arte. Nacido en 1903 y muerto en 1969, nos legó una ingente cantidad de grabaciones que alguien y algún día tendrá que poner en orden. Yo me voy a limitar a recordar un vinilo de larga duración que, salvo sorpresas que no creo que vayan a producirse, se puede considerar como su testamento discográfico. 


Como no podía ser otra manera, Pepe quiso homenajear a su mujer La Niña de los Peines y a su cuñao Tomás Pavón, haciéndose acompañar por su paisano y amigo de toda la vida Niño Ricardo. Con el sello Discophon, el disco apareció en 1969 y no sé si se grabaría ese mismo año o tal vez en 1968. Pastora ya estaba muy mal y Pepe sólo vivía para ella. Su voz, a lo largo de todo el L.P., se nota cansada, triste, pese a lo cual sacó fuerzas para plasmarnos lo mejor de su repertorio estilístico:
fandangos (4), malagueñas (2), tientos (2), bulerías por soleá (2), soleares y seguiriyas.
No sé si el Pinto llegó a ver el disco en la calle ya que como se sabe (véase el artículo de publicamos el día 29 de noviembre de 2011), murió en octubre, antes incluso que La Niña que falleció cincuenta y un días más tarde.

Los afortunados que posean este vinilo, oiganlo hasta dejarlo tan deteriorado por el uso como el que yo adquirí en el mismo año 1969. Para los que no, aquí tienen unas muestras:

1) Santa Rita Santa Rita. Fandangos

2) El Limonar y La Caleta. Malagueña

3) Motivos no te he dao. Bulerías por Soleá

4) A mi mare de mi alma. Soleares

5) Te apartaste de mi vera. Seguiriyas

lunes, 2 de febrero de 2015

Miguel Milena en Montalbán de Córdoba, año 1926

Envío al grandísimo aficionado montalbeño Francisco López Romero.
Envío también a mi compadre Salvador de Toro Ariza que ejerció en Montalbán como "maestrico".

Montalbán, enclavado en plena Campiña de Córdoba, es un pueblo que siempre me recordó las ideas urbanísticas de Arturo Soria y su madrileña Ciudad Lineal. Unas cuantas calles, paralelas entre sí, muy largas, y otras cuantas transversales. Calles largas que van a la explanada donde está la Ermita del Calvario y en ella un Nazareno con fama de milagrero. Montalbán es un pueblo de "gente de campo" y, digámoslo también, con una gran tradición cantaora. Mi amigo El Coplero Anónimo lo resumía así: 
Montalbán de calles largas,
Nazareno milagroso
y labraores que cantan

¿Y por qué les hablo hoy de Montalbán? Pues miren, es que estaba ordenando viejos recortes de prensa y me he detenido en éste publicado en el diario La Voz de Córdoba el día 2 de octubre de 1926, hace 89 años. Concurso de cante "jondo" en Montalbán. El ganador fue José Ortiz Pérez, del que no sé si alguno de los más veteranos aficionados montalbeños guarda memoria. ¿Y el jurado? ¡Vaya por Dios!, lo presidía Miguel Milena, El Niño de Graná, del que hemos hablado muchas veces en este cuaderno-diario (véase, por ejemplo, este enlace). Presidente que acabó subiendo al estrado para brindar al público sus cantes por seguiriyas, soleares, medias granaínas, etc.


Pasaron muchos años y el muy flamenco pueblo de Montalbán seguía organizando concursos de cante. De especial relevancia fue el del año 1970 ganado por un Pele casi niño que, según contamos el 1 de octubre de 2013, tuvo como contrincantes a importantes cantaores de aquellos años

Pueblo no muy grande, cuenta con la Peña Flamenca "Manolo Caracol", veterana entidad con muchos socios y una riquísima actividad de difusión del cante. Entre los peñistas hay varios que cantan y yo les dejo con uno de ellos. Se trata de Manolo Bascón, quien, junto al guitarrista José Antonio Díaz, nos brinda estas Alegrías de Córdoba, cantadas en el Ateneo de Córdoba hacia 2007:

domingo, 1 de febrero de 2015

Los fandanguillos de Almodóvar

Abro la página XXX del libro titulado YYY, cuyo autor es ZZZ, y me encuentro con lo siguiente:

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FANDANGUILLOS DE ALMODÓVAR

A más de gran estilista del cante jondo, el Niño de Marchena (José Tejada) es entusiasta investigador de cantos olvidados, que merced a él renacen para las generaciones presentes y venideras.
Entre los cantos que incorporó a su repertorio hay dos fandanguillos de Almodóvar. No se trata del pueblo así llamado, sino de la vega del río Almodóvar, que nace en la Sierra de la Sima, cruza la comarca de Algeciras y desemboca en la laguna de la Janda, junto a la cual se dio la batalla que luego se llamó de Guadalete, que abrió la Península a los invasores sarracenos.
El Niño de Marchena denomina a estos fandangos de modo sugestivo: "En los lagos de Almodóvar" y "Aires de la Sierra de Almodóvar".
El de la Laguna tiene escaso interés musical. Sus letras dicen:

En el agua cristalina
que llevaba un arroyuelo
se reflejaba la imagen
de tu cara tan divina,
y al verla me tiré al suelo.

Cuando alguien a ti te quiera
como yo a ti te he querío
-aunque sea una cualquiera-,
dispón del corazón mío
aunque de pena me muera.

El serrano tiene más empaque, letra y música, y es más clásico, más fandango.
Canto de contrabandista o de salteador, de huido a la Sierra por sabe Dios qué delito; porque la sangre moza se calienta en la rivalidad y los celos, la navaja está pronta y la Justicia castiga al que se la toma por su mano.

Yo vivo en la serranía
por culpa de una serrana;
y tengo por compañía 
a mi jaca la Sultana,
que es mi mayor alegría.

La jaca acompaña al huido en sus correrías por riscos y breñas y le consuela del mal pago de la causante de que ese hombre se perdiera por haber castigado por su mano a quien verdad le decía, creyéndole difamador.

La gente me aconsejaba
que yo a ti no te quisiera;
pero no me figuraba
que tanta razón tuviera
el que mal de ti me hablaba.

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En efecto, el río Almodóvar va a parar a un embalse-laguna para unirse después al río Guadalete, todo ello cerca de la localidad de Facinas, la cual, por cierto, tiene una modalidad de fandango que nos dio a conocer Flores el Gaditano. Pero, oigamos a Pepe Marchena, junto a Ramón Montoya (1934) en sus fandangos de los lagos de Almodóvar:



Exquisitos, como todo lo de Marchena, pese a que al autor del libro le parezcan de "escaso interés musical".



Del mismo año 1934 y de nuevo con Ramón Montoya, nos vamos a la Sierra de Almodóvar:



Si no se han percatado ustedes, vuelvan a escuchar esta grabación y comprueben como en su comienzo Pepe Marchena dice literalmente "Aires de la Sierra de Almodóvar de Córdoba", detalle que debió de pasar desapercibido al señor
ZZZ = Hipólito Rossy
al escribir lo que escribió en la página XXX  = 243 de su libro
YYY = Teoría del Cante Jondo.
Sí, el cordobés pueblo de Almodóvar del Río, además de quedar abrazado por nuestro padre-río Guadalquivir y dejar a su izquierda, conforme bajamos, a la Campiña de Córdoba, tiene una agreste sierra compartida con los municipios de Posadas y de Hornachuelos. Lo que no tiene la localidad cordobesa, ni tampoco la vega gaditana del río Almodóvar, es fandango propio como parece que creyó el reconocido musicólogo Hipólito Rossy. Marchena no investigó nada, simplemente dio "nombres sugestivos" a sus creaciones fandangueriles, con melodías que fue repitiendo en otras grabaciones con distintos, pero igualmente sugestivos nombres. En otra ocasión ya señalamos un error similar al que hoy comentamos, refiriéndose a los fandanguillos de Osuna. Menos mal que don Hipólito no siguió tirando de las investigaciones de cantos olvidados debidas al Niño de Marchena. Nos habríamos encontrado, por ejemplo, con fandanguillos del valle de la pena, de la ribera de Cazorla, de Fuente Palmera, de la sierra de Alcázar, de la campiña de Andújar, de la sierra de Baena y un larguísimo etcétera que incluiría a los fandanguillos de de los montes de Zoco el Hamma. ¿Qué habría puesto Rossy en su libro sobre tan enigmáticos fandangos?