viernes, 12 de septiembre de 2014

Enrique Orozco no puede caer en el olvido

Serranías de Cádiz, Ruta de los Pueblos Blancos. allí está situada la ciudad de Olvera. En ella, el día 12 de marzo de 1912, abrió los ojos a la belleza don Enrique Orozco Fajardo, Enrique Orozco para la historia del cante flamenco. Por mudanza familiar se crió en Sevilla donde si inició como cantaor siendo muy joven. En 1935 recorre España en la compañía del gran Manuel Vallejo. En 1936 participa en el concurso del Circo Price madrileño obteniendo uno de los premios. De gira con otros ganadores del mismo (Fregenal, Pericón, El Culata, El Niño de Barbate...), la guerra del 36-39 le coge en la provincia de Jaén. Allí se enamoró y contrajo matrimonio. Acabada la contienda se casa de nuevo pero no porque enviudara sino porque las autoridades vencedoras anularon todos los matrimonios civiles realizados en el bando republicano. Lo hizo de nuevo con su querida Maruja y con ella vivió hasta su muerte. En 1942 lo contrata Juan Valderrama para su troupe. El de Jaén nos dejó una frase que definía muy bien a Orozco: fino como una perla y elegante como un márqués. Acabada la tournée con Valderrama, consigue trabajo en las reuniones flamencas del madrileño colmao Villa Rosa. Aparece en público en 1948 junto a Cepero y Almadén. En 1955 pasa una temporada cantando en París. En 1962 compite en el Festival de La Unión y consigue la Lámpara Minera. Sigue trabajando en Madrid cuando puede y donde puede.

Yo tuve la suerte de oírlo personalmente unas cuantas noches, entre los años 1967 y 1968. Fue en el tablao Las Cuevas de Nemesio, muy cerca del Arco de Cuchilleros, en el que también actuaban por aquel entonces el Márqués de Porrina y los hermanos Paco y Pepe Toronjo. No recuerdo el nombre del guitarrista que lo acompañaba pero sí tengo presente la pulcritud y la elegancia de Orozco en el tablao, la sabiduría a la vez que exquisitez que transmitía su voz.

Por los años setenta Enrique vuelve a trabajar en fiestas privadas. Nos cuenta el crítico sevillano Manuel Bohórquez que en 1980 Enrique y su mujer se establecen en Sevilla. Sin embargo el DEIF de Blas Vega y Ríos Ruiz nos informa de que en 1982 actúa en el Café de Cante Silverio de Madrid, así como que tanto en 1984 como en 1985 participó en la Cumbre Flamenca de Madrid, haciendo giras por ciudades españolas y alemanas. Lo cierto es que vivió sus últimos años de vida en Sevilla, interviniendo en 1986 en los actos de su Bienal de Arte Flamenco. Años más tarde, Ortiz Nuevo lo incorpora a su montaje de Los últimos de la fiesta y lo pasea por toda Andalucía. En Sevilla enviudó y en Sevilla, el día 31 de mayo de 2004, con la misma sencillez que había practicado en toda su vida, nos dejó para siempre. Cuenta Manuel Bohórquez que en su entierro en el cementerio sevillano de San Fernando no había más de diez personas.

Cante intimista y delicado, Orozco ha sido comparado al castellonense Juan Varea y más aún al jerezano-granadino Cobito o al alcalareño Bernardo el de los Lobitos. Puede haber parte de razón en tales comparaciones pero a mí me gusta oír a cada uno de ellos como si en ese momento no hubiese más cantaor que él solamente. Enrique no dejó una discografía amplia pero sí suficiente para que lo recordemos los que le conocimos y para que lo tengan presente las nuevas hornadas de aficionados. Nosotros ya lo escuchamos cantando por fandangos en nuestro otro blog con fecha de 11 de marzo de 2012, casi, casi en el centenario de su nacimiento. Recientemente nos ha cantado unas serranas con soleá. Ahora les invito a estas audiciones:

1) Bulerías (Puentecito), año 1946, con la guitarra de Paco Aguilera


2) Medias granadinas con la guitarra de Paco de Antequera

3) Soleares con la guitarra de Antonio Piñaña

4) Soleares con la guitarra de Antonio Arenas

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