Envío al granaíno Arturo Fernández Maldonado.
En octubre de 1963 me incorporo como alumno a la Universidad Complutense de Madrid. Matriculado en el segundo año de la Licenciatura en Ciencias Matemáticas, llegué sin conocer la ciudad y sin conocer a nadie, salvo un par de compañeros que ya lo habían sido el curso anterior en la Universidad de Sevilla. Bastaron unas semanas para que trabara bastantes amistades, entre ellas la del donostiarra Pepe Ugarte, algo mayor pues ya antes había hecho los estudios de Profesor Mercantil, el cual había participado durante el verano en unas "Campañas de Alfabetización" que organizaba el SEU teniendo como destino el pueblo granadino de Montefrío. Conocedor de mi afición al cante, un día me cuenta:
-Mira, Andrés, a mí no me gustaba el flamenco pero en ese pueblo le cogí afición. Había un carnicero que se pasaba los días enteros cantando, lo mismo en el trabajo que luego en las tabernas. Se llamaba Manuel Ávila.
Fue la primera vez en mi vida que oí el nombre de este cantaor. En efecto, Manuel Ávila Rodríguez nació en el pueblo citado el día 2 de septiembre de 1912. También moriría en él el 12 de mayo de 1993.
Dicen que se crió entre su casa y la de una tía suya que cantaba malagueñas. Su padre y los hermanos de éste también cantaban. Con ellos se iba al campo y aprendía sus cantes. Sus primeras actuaciones fueron en bodas. Asistía a cuanto espectáculo pasaba por su pueblo: la Niña de los Peines, Pepe Pinto, Valderrama y el Niño de la Huerta. Oyéndolos se impregnaba de su arte, fundamentalmente del último citado con el que llegó a a cantar más adelante. En 1949, 1950 y 1951 queda finalista del concurso "Fiesta en el aire" de Radio Nacional de España. A raíz de ello le ofertaron contratos, pero el de Montefrío prefirió su libertad antes que someterse a estas obligaciones. Lo que sí hizo fue seguir concursando y, todavía en 1951, encontramos su nombre en una competición celebrada en la capital granadina, consiguiendo un segundo premio. Es curioso que junto a él concursaron varios cantaores que después llegaron a grabar, como, por ejemplo, "El Niño de las Almendras", "El Niño de Osuna" o Victorino de Pinos Puente. Esa misma noche, como complemento al concurso, hubo baile, actuando entre otros un jovencísimo Juanito Carmona "El Habichuela". Les suena el nombre, ¿verdad?
A la vez que trabajaba bien en el campo, bien en la carnicería de su pueblo, siguió frecuentando concursos y cosechando triunfos. Cabe señalar, por su importancia, que fue uno de los premiados en Jerez en 1962, reconocido en el Nacional de Córdoba de 1965 con el premio por granaínas y varias veces finalista en La Unión, donde recibió la "Lámpara Minera" en 1983. Para mí experiencia personal, porque lo escuché en directo, quedan los concursos de Cabra, de Montilla y de Fernán Núñez. En mi pueblo nos cantó unas serranas cuyo recuerdo aún me sigue estremeciendo. Hombre enjuto, nervioso, Manuel era un apasionado del cante, un enamorao. No vivía del cante, pero sí vivía para el cante. Sabía y disfrutaba con todos los estilos, no sólo con los levantinos como algunos han dicho de él.
Durante unos años vivió la emigración en Cataluña, en cuyas peñas dejó muy buen recuerdo, pero volvió a su pueblo donde en 1984 recibió un justo y multitudinario homenaje. Dejó bastantes grabaciones y, para terminar, yo les traigo unas mineras donde le acompaña el guitarrista Francisco Manuel Díaz. Como decimos en mi tierra: Que ustedes, vosotros, lo disfrutéis.
Andrés,pero para que veas como somos los granadinos, en su entierro del mundo del flamenco solo habíamos unas siete personas.
ResponderEliminar¡Qué penita!, Arturo, lo que me cuentas. Tú que lo conociste bien sabes de la locura que Manuel sentía por el cante. Un abrazo
ResponderEliminarEl mejor cantaor, honesto, así tendrían que ser estos de hoy día que viven del cante pero no para él.
ResponderEliminarTengo entendido que había mucha envidia en el mundo del flamenco hacia su persona..pero a su velatorio asistió gente de toda España
ResponderEliminarhttps://youtu.be/EZhyn1_5jGE
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