viernes, 30 de diciembre de 2011

Saludable, feliz y próspero año 2012

Para que América escuche desde allí una guitarra de la Córdoba española

Se nos va el año 2011 de la era de Jesús. Bien ido sea, aunque no parece que el nuevo vaya a ser de mucho alivio. Aún así, todos desean a todos salud, felicidad, prosperidad. Yo no voy a ser menos y desde este blog hago mis mejores votos, dejándoles con unos acordes por soleá que compuso y ejecutó el guitarrista cordobés Juan Serrano Rodríguez (1934) para darle sonido al reloj de la Plaza de las Tendillas de esta Córdoba en la que habito.


¡Vaya por Dios!, sólo ha marcao tres horas. Bueno, para que el día 31 a las 12 de la noche siga sonando para todos ustedes, les añado, completa, la composición por soleá de Juan Serrano.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Letristas flamencos: Hermenegildo Montes

En mi artículo Copleros y letristas flamencos (08-12-2011), venía a decir que, frente a los copleros, los letristas componían guiados por el interés de oír sus versos en boca de los artistas, bien en sus actuaciones públicas, bien en sus grabaciones. Interés que, por supuesto, devengaría algún tipo de beneficio económico. No se me interprete como una crítica hacia ellos. Ese beneficio, mayor o menor (casi seguro que menor, tratándose del género flamenco), es totalmente legítimo. Quien hace un trabajo tiene derecho a que se le pague, así de simple.

Entre los letristas, cito a un tal H. Montes, nombre que ya había aparecido en este blog cuando escribí Los fandanguillos de Osuna según Hipólito Rossy (05-10-2011) y tuve que aclarar que era el autor de las letras de fandangos que Pepe Marchena había grabado como de Osuna, en contra de la gratuita adjudicación que Rossy hacía a un campesino de principios del siglo XX. ¿Quién era este H. Montes?

Hermenegildo Montes Rayo nació en Campillos de Arenas (Jaén) hacia finales del XIX y murió en Gerona el 1 de febrero de 1965. Alguna vez se le nombra como "poeta granadino". Ignoro si llegó a vivir en la ciudad nazarí, aunque es cierto que Granada aparece frecuentemente en sus coplas. Su pueblo natal está casi a mitad de camino entre Jaén y Granada, en la carretera que une ambas ciudades, y de ahí puede venir la confusión. La verdad es que antes de 1920 se había establecido en Barcelona y que fue en la capital condal donde desarrolló prácticamente toda su obra, consistente en letras para las figuras del couplet, de la canción y del flamenco. Junto al músico barcelonés Benito Ulecia fue autor de temas que fueron muy populares como "Parecito Faraón" o "El gitano señorito". Compuso para la malagueña Lola Cabello pasadobles como "Juerga flamenca", o para la sevillana Gracia de Triana el tema "Cómo reluce Triana", que después grabara por bulerías Antonio Mairena.



Sus composiciones para los flamencos fueron numerosísimas. Valderrama dijo más o menos que "Montes era el embajador de los flamencos en Barcelona". En efecto, allí trabajaba para la discográfica "Odeón" y todos los flamencos que querían grabar en ella lo hacían con su intermediación. Por allí pasaron y cantaron temas suyos Vallejo, Canalejas de Puerto Real, Niño de la Huerta (la famosa "Romería loreña" era original de H. Montes), Mairena, Valderrama, Marchena... Por este último tenía Montes verdadera pasión, tanto que en 1930 le dedicó un librito (cuya portada tenemos a nuestra derecha) donde se recogen letras suyas, fandangos en su mayoría, pero también malagueñas, granaínas o soleares. En mi opinión sus letras no son de las mejores que han quedado en el cancionero flamenco, pero ahí están. Como sorpresa me encuentro con un fandango que yo he oído desde mi juventud y que llegó a grabarlo el mismísimo Camarón de la Isla: "Y mi beso la indignó..." ¿Les suena, verdad? Como también les sonará la copla por alegrías que hacía Morente: "El agua y no la aminoro..." también de este autor. En el libro aparecen los denominados por Marchena como "fandangos de Osuna", así como los "fandangos de La Roda".

Antes hemos citado a Mairena. Conviene recordar que las primeras grabaciones de su vida se hicieron en los estudios de "Odeón" en 1943, acompañado a la guitarra por Esteban de Sanlúcar. Cuatro registros (dos por fandangos y otros dos como canciones por bulerías), todos con letras de H. Montes. Les dejo con el maestro de los Alcores y una de sus grabaciones por fandangos:

martes, 13 de diciembre de 2011

13 de diciembre


Hace un año. No tengo palabras sino para mandar un abrazo muy fuerte a su familia que, junto a él, aparece en esta foto: Aurora Carbonell, Estrella, Soleá y Enrique.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Copleros y letristas flamencos

"Tratando de desasnarme" (que tan bonitamente dijera el argentino don Atahualpa Yupanqui), o sea, pretendiendo cultivarme en el difícil menester de las gramáticas, consulto frecuentemente el D.R.A.E. (Diccionario de la Real Academia Española) y, entre otras acepciones, tomo nota de estos dos términos:
coplero = persona que compone coplas
letrista = persona que hace letras para canciones
Podríamos pensar que son términos sinónimos, pero no. El coplero suele ser persona del pueblo que hace coplas para que las cante el pueblo (o él mismo), es decir, se mueve en terrenos casi limítrofes con el Folk-lore. Parientes suyos son los payadores argentinos o los troveros que aún quedan en Murcia y algunos rincones de la Andalucía Oriental. Sin embargo, el letrista compone para artistas con la intención de que éstos lleven sus creaciones a espectáculos públicos o, más modernamente (porque el invento sólo tiene ciento y pico de años), para que las incluyan en sus grabaciones. De otra manera: el coplero es desinteresado mientras que el letrista persigue algún tipo de interés.

Si les añadimos el adjetivo flamenco, creo haber dejado claro para mis posibles lectores lo que yo entendería por coplero flamenco y por letrista flamenco. Aunque aún hoy, en pleno siglo XXI, el coplero flamenco siga existiendo, creo que es un personaje que se quedó anclado en el XIX. Desde principios del XX, se ha impuesto la figura del letrista flamenco, el cual suele preocuparse de registrar, precavidamente y por lo que pueda suceder, sus letras en la S.G.A.E. (Sociedad General de Autores de España).

Entre ellos hay muchos cantaores (Pareja, Fernando el de Triana, José Cepero, Pepe Pinto, Fosforito...), aunque haya algún que otro cantaor que jamás registró sus letras (y que por ello deberíamos incluirlo en la nómina de los copleros) como es el caso de Pepe el de la Matrona, autor por ejemplo de la soleá "No te compro más camisas" que Morente grabó junto a otras como popular (es decir, sin propietario conocido). Antes de seguir, oigamos dicho cante en la voz de Enrique


El guitarrista es Félix de Utrera quien, por otra parte, fue prolífico como letrista flamenco, igual que lo fueron otros tocaores, por ejemplo el sin par Niño Ricardo. Con frecuencia estos acompañantes ofrecían sus letras a los cantaores que los reclamaban para grabar.

Esto mismo lo solían hacer personas ligadas a las casas discográficas. Así ocurrió con la "Odeón" donde aparecieron muchos registros pertenecientes a un tal H. Montes o con "Hispavox" donde quedaron grabadas muchas letras a nombre de "Ópalo" o de "Vizcaíno".

Para acabar, hay que reseñar que ha habido letristas ligados casi en exclusiva a un solo cantaor. Es el caso paradigmático del pintor Francisco Moreno Galván respecto de José Menese. La herencia de esta pareja ha quedado para la historia. Les confieso que hay un cante que a mí me suele aburrir. Me refiero a las "marianas", pero he aquí que sigo temblando de emoción cuando se las escucho a Menese con la impresionante fuerza que imprime a la bellísima letra de su paisano. Con ellas les dejo:

sábado, 3 de diciembre de 2011

¿Soleá de Charamusco?

Envío a la hija de "El Espín", allá en Murcia.

Se marchó noviembre, el dichoso mes que empieza con tós los Santos y acaba con san Andrés. Ese día recibí varios regalos, casi todos libros y entre éstos uno titulado Historia social del Flamenco, escrito por Alfredo Grimaldos y editado en 2010. A la espera de una lectura más sosegada (y analítica), me ha dado la impresión de que es un tratado un pelín sesgado hacia el gitanismo y, en particular, hacia el mairenismo. Ingenuo de mí, pensaba que estas actitudes habían pasado a la historia, pero no, como muestra la cercana fecha de edición de este libro, gitanistas y mairenistas siguen presentes por esos campos de la afición flamenca.

Nos vamos al capítulo 6, cuyo título (Antonio Mairena y la transición del flamenco desde las ventas a los festivales) define muy bien la intencionalidad del autor. Aquí se nos narra como hacia 1976, en casa del guitarrista vallecano Juan Antonio Muñoz, se gestó la Soleá de Charamusco. Dejemos que sea el madrileño quien lo cuente:

En un momento dado, estaba yo tocando la guitarra con la cejilla al cuatro, en tono de la, por soleá, y Antonio empezó a cantar muy bajito, como recreándose, prácticamente hablando, susurrando, para después salir con un cante que nos sobrecogió a todos los presentes, que nunca habíamos escuchado y que nos puso, de verdad, el alma en vilo. Después de terminar esos cantes, nos dijo que eso era una soleá que él había escuchado en Jerez. Un día había estado en una fiesta con el padre del Morao, y cuando se iba de madrugada para casa, en una taberna, se oía un cante, y allí estaba un gitano jornalero, que se iba hacia el campo y estaba tomándose unas copas, A Antonio le agradó aquella música y le dijo al padre del Morao: "Vamos a entrar en ese bar". Y ahí fue donde conoció a aquel gitano al que llamaban Charamusco. Antonio tenía esa música en su cabeza, pero la primera vez que la cantó fue en aquella reunión, con la fortuna de que estaba la cinta grabadora encendida. Las letras son distintas a las que luego sacó en el disco. 

Se refiere al último disco que grabó el maestro de los Alcores, de título El calor de mis recuerdos y que apareció en el mercado en 1983, muerto ya Mairena. Con la guitarra de Pedro Peña y rotulado como Mis recuerdos de Charamusco, nos dejó esta impresionante soleá:



Con todos los honores, en el salón de la Diputación Provincial, nos fue presentado este disco a los cordobeses. Yo estaba sentado en la misma fila que el crítico Agustín Gómez, quien, al oír estas soleares, vino a decir al momento
- Pero si esto es lo que hace Enrique Morente.
¿A qué se refería Agustín? Como uno también tiene "recuerdos", me voy al verano de 1976. Una mañana de agosto Enrique y yo acompañábamos a dos amigas mías gallegas que habían recalado por Andalucía y recorríamos la Alhambra. Enrique canturreaba y canturreaba. De vez en cuando me decía:
- Mira, Andrés, qué cosa más bonita por soleá.
Meses más tarde, ya en 1977, en el disco Despegando, acompañado por Pepe Habichuela, el cantaor del Albaicín se expresaba así por soleares:


Era lo mismo que me había canturreado en los deliciosos jardines granadinos y se trataba del cante a que se refería Agustín Gómez. A éste le faltó tiempo para despacharse a gusto en su página del diario Córdoba. Sus escritos colmaron el vaso de los guardianes del mairenismo que ya tenían señalado al crítico cordobés como antimairenista number one. La polémica entre el montillano Gómez y el ecijano (perdón, astigitano) Manuel Martín Martín, verdugo no sólo de los antimairenistas sino de todo el que no fuese mairenista confeso, duró varios años y por momentos resultó demasiado agria. Entre los argumentos del señor de las tres emes, y así lo recoge Grimaldos en su libro, estaba que Juan Antonio Muñoz facilitó a Morente una copia de la cinta grabada en su casa. Pudiera ser, aunque los tiempos quedan un poco estrechos: en 1976 dicen que la grabó Mairena en Madrid y en 1976 ya había oído yo esos cantes al granadino. La cosa está en que, por más veces que Agustín Gómez pidió que se le mostrara la grabación en cassette de Mairena, jamás nadie de los afortunados que decían poseer una copia, la puso a disposición del público.

Lo que si ocurrió es que, mientras el de Montilla y el de Écija se apaleaban mutuamente, un aficionado cordobés nos invitó a escuchar esta soleá contenida en las Memorias Antológicas del Cante Flamenco que, junto a la guitarra de Paquito Simón, publicara en 1963 Pepe Marchena:


La semejanza con las grabaciones de Mairena y de Morente es manifiesta. Pero la cosa no quedó ahí. Otro aficionado aporta un registro hecho en 1951 por Juan Valderrama y Niño Ricardo a la guitarra. Dentro de un potpourrí de esos que Valderrama hacía por aquella época, pónganle atención a la primera letra:


¡Otra vez la dichosa soleá! (Debo añadir que Valderrama la siguió practicando. Oigan ustedes el registro sonoro que inserté en mi artículo Soleares y Polo en la voz de Valderrama, publicado el pasado 17 de octubre).

Es curioso que el bando mairenista ignorase estas viejas grabaciones de Marchena y Valderrama, lo que no es de extrañar pues muchos de ellos negaban naturaleza flamenca a uno y otro. A lo sumo he leído en jondoweb.com, firmado por Perico de la Paula, que

Valderrama presenta ecos parecidos en una soleá grabada en 1951 y Pepe Marchena en 1963, aunque pienso que Mairena le da un sello característico y personal a estas soleares.

Y digo yo, ¿qué cantaor que sea un verdadero artista no le da un sello característico y personal a sus interpretaciones? Por tanto, ¿en qué quedamos: Mairena, Morente, Marchena o Valderrama? Volvamos al polemista señor Martín Martín, el cual nos dice lo que Antonio el Morao le contó:

Este cante lo cogió Charamusco del padre de Parrilla el Viejo, de Juanichi el Manijero, porque trabajaron juntos en el campo de la condesa de Garvey. (...) Pero el cante viene de Frijones...

Por aquí tal vez empecemos a entendernos porque ya aparece el nombre de un flamenco de ley: Frijones. Lo que no significa que este jerezano creara el cante, pero sí que pudo ser un buen transmisor. Como habría habido otros transmisores que lo hicieron llegar a Marchena y a Valderrama. Me quedo con una duda: ¿por qué vía le llegó a Morente?

Addendum: Cuando redacté este artículo carecía de una información que me llegó meses después en la que no sólo se confirmaba la existencia de la cinta grabada en casa de Juan Antonio sino que me mandaban copia de la grabación de Mairena. Con ese material redacté un nuevo artículo al que pueden ustedes acceder mediante el adjunto enlace.

martes, 29 de noviembre de 2011

Aciago otoño para los flamencos aquel de 1969


Esta mañana, ordenando viejos papeles de mi archivo, me encuentro este recorte de prensa, aparecido en la revista Triunfo el 18 de octubre de 1969. Se refiere a la muerte en Sevilla del entrañable José Torres Garzón, Pepe Pinto para la historia flamenca. Aciago otoño para los flamencos aquel de 1969, porque un poco más tarde (26 de noviembre) moría, también en Sevilla, su esposa Pastora Pavón Cruz, Niña de los Peines, y unos días después (30 de noviembre) lo hacía en Madrid José Bernardo Alvarez Pérez, Bernardo el de los Lobitos. Éste había nacido en Alcalá de Guadaira (Sevilla) el 6 de enero de 1887, mientras que Pastora lo había hecho en Sevilla el 10 de febrero de 1890.

Tratando de completar datos, busco en mis libros, y también en Internet, las fechas de nacimiento y muerte del Pinto. Nada. Sólo averiguo que nació en Sevilla en 1903. En cuanto a la muerte, en la red se dice que fue el 6 de noviembre de 1969. Esto es imposible porque la nota necrológica de más arriba se publicó, como ya he señalado, el 18 de octubre. Cabe pensar, pues, que debió de morir el 6 de octubre. En cuanto al nacimiento, si es cierto, como dice la nota, que tenía 65 años, es claro que se habría producido en otoño de 1903.

Pero, como soy de natural curioso y pertinaz, sigo escrudriñando y por fin encuentro lo que buscaba. En su libro Una Historia del Flamenco, José Manuel Gamboa dice que José Torres Garzón nació el 22 de julio de 1903 y que murió el 6 de octubre de 1969, es decir, con 66 años y no los 65 que indicaban en Triunfo.

sábado, 26 de noviembre de 2011

El fino oído de Varea y Morente

Para Paco Hidalgo con mi siempre renovado agradecimiento.

Es sabido que don Manuel Yerga Lancharro, aquel "quijote" nacido en Extremadura, llegó a acumular una importantísima colección de grabaciones flamencas en discos de pizarra. A finales de 1969 acudió a Llerena porque en la casa de mi entrañable Paco Hidalgo Aznar guardaban bastantes placas que había comprado el abuelo Hidalgo. Las pidió y Paco le puso como condición que les dejara una copia en cinta magnetofónica. Así fue y mi amigo me la trajo como regalo de Reyes en enero de 1970. Aún la conservo aunque no hay manera de oírla porque perdí hace tiempo mi reproductor de aquellas viejas cintas en forma de rollo.

Vivíamos con otros amigos en "La Hermandad". Yo ponía la cinta una y otra vez pero no lograba enterarme de nada: la grabación era defectuosa y estaba repleta de ruidos. Pero he aquí que un domingo de aquellos teníamos como visitantes en la casa a Juan Varea y a Enrique Morente. Les comento lo de la cinta y de inmediato me dicen que quieren oírla. Les advierto de que no estaba en muy buen estado, pero mi sorpresa vino cuando al reproducirla le oigo a Varea:
-Fíjate, Enrique, fíjate bien qué cosas le hace a la siguiriya. Mira este detalle...
Lo que se estaba oyendo era un cante por siguiriya de Manuel Molina interpretado por don Antonio Chacón.

El oído de auténticos músicos del veterano Varea y del joven Morente, les permitía abstraer en el sentido que solemos usar los matemáticos: prescindir de lo supérfluo (los ruidos) y quedarse con lo fundamental (la melodía). Ese día me dieron una auténtica lección.

Morente, como todos saben, siguió estudiando al maestro de Jerez y como fruto grabó en 1977, con Pepe Habichuela a la guitarra, su "Homenaje a Antonio Chacón". En este disco estaba la antes nombrada siguiriya de Manuel Molina. Con ella les dejo:

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Justo Roldán, peñista y cantaor de "El Mirabrás"


En este blog he contao cómo nació la peña flamenca "El Mirabrás" de mi pueblo (Fernán Núñez), he descifrao el por qué se llamó así, he hablao del primer grupo de gente joven que se unió a los fundadores. Todo eso ocurrió en los últimos años sesenta del siglo pasado y todo estaba ligado a la taberna "En la esquinita te espero". Por allí se acercaba, oyendo desde la ventana, casi sin atreverse a entrar, un jovencito Justo Roldán Crespo, nacido en 1952. Pasado un tiempo, se hizo peñista y ahí permanece, cumpliendo siempre, ocupando diversos cargos en la directiva, entre ellos el de Presidente que lo sigue ostentando en la actualidad. Como tal tuvo la oportunidad de entregar al recordado Enrique Morente su credencial de Socio de Honor el día 22 de mayo de 2009.




Aficionados de a pié lo hemos sido muchos peñistas, pero Justo añadía su condición de cantaor. Voz clara y bien timbrada, natural, con ese "deje" especial de los cantaores de la campiña cordobesa. Eventualmente participó en concursos y consiguió trofeos, pero lo suyo no era la competición sino la reunión, a disposición siempre de la peña local y de cualquier otra peña que lo solicitara. Junto al guitarrista Luis Calderito, ilustró cuantas conferencias impartió el también peñista Juan Velasco. Colaboró en bastantes ocasiones con el Ateneo de Córdoba., siendo acompañado por la guitarrista Laura González.



En fin, ¿qué más les voy a contar? Tengo algunas grabaciones suyas y, entre ellas, les dejo con esta tanda de fandangos de tipo verdial, pero a la manera cordobesa: cantes de Lucena, cantes de Cayetano Muriel, zánganos, rondeñas. La guitarra es de Calderito.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Gente nueva en "El Mirabrás"

Siguiendo con los artículos sobre el nacimiento y el bautizo de la Peña "El Mirabrás", el pasado 10 de junio escribí sobre los peñistas que siguieron a los fundadores. Hoy he logrado insertar un cante de uno de ellos y por eso vuelvo a publicarlo.

La Peña “El Mirabrás” seguía usando como toda sede un cuartito dentro de la taberna “En la esquinita te espero”. A pesar de lo escaso del local enseguida pidieron entrar como peñistas un grupo de gente muy joven, en torno a los 20 años según mi estimación: José Gómez “Botijo”, José Fuentes, Antonio Luque “Farruco” y Antonio Berral “Cantarito”. Además de la afición tenían otra cosa en común: los cuatro cantaban.
Al bueno de Botijo, se lo llevó un accidente de coche en noviembre de 1982 cuando estaba en plenitud de vida. Labraor de oficio, era un cantaor de facultades y buen gusto, largo en sus conocimientos. No sé si habrá por ahí alguna grabación suya, pero en mi memoria resuena su voz como si fuera hoy. ¡Cuánto disfruté de sus cantes!


José Fuentes, a quien vemos en la foto, murió hace unos meses de eso que llaman “una penosa enfermedad” como si las otras no lo fueran. De una estirpe de herreros convertidos en mecánicos, hizo la mili por Cádiz y de allí se trajo conocimiento y regusto para cantar y tocar la guitarra, que también sabía hacerlo. En la Peña hay mucho material sonoro que puede atestiguarlo al que pueden acceder entrando en su página electrónica.
Con Farruco y Cantarito me sigo encontrando de vez en cuando en cacerías y peroles, lo que me permite seguir oyendo sus cantes y quiera el Buen Dios que por muchos años más.
Por la misma época hubo más incorporaciones: Alfonsillo Delgado, Miguel Serrano, ya fallecido y que llegó a Presidente, y Pedro Crespo López. El siguiente en entrar creo que fui yo, pero hoy no me atrevo a precisar fechas. Cuando la memoria refresque, ya lo haré.

Ahora dejo que escuchen a José Fuentes por soleá. Le acompaña Juan Marín "El Juani".


jueves, 17 de noviembre de 2011

¿Cantaores profesionales?

Por mu analfabetos y pueblerinos que seamos algunos andaluces, entendemos que
"profesional" = "el que ejerce una profesión".
Además, como hemos aprendío (aunque sea a muchas trancas y todavía más barrancas) a usar esta leche frita del Internet, acudimos al Diccionario de la Real Academia Española el cual dice:
"Profesión" =
= "Empleo, facultad u oficio que alguien ejerce y por el que recibe una retribución"
Si ahora nos vamos al poco frecuente sentido común, concluiremos la siguiente definición:
"cantaor flamenco profesional" =
= "persona que ejerciendo su facultad de cantar flamenco, recibe una retribución"
¿Lo ve usted, lector, como somos atrasaos pero no tanto...? Si hasta manejamos esa cosa que la gente culta de las ciudades llama silogismos...
En una crónica del recién celebrado "I Congreso Internacional de Flamenco" (Sevilla, 10-11-12 de noviembre de 2011) este cateto que suscribe lee lo siguiente:


Juan Manuel Suárez Japón, ha señalado que el flamenco contemporáneo "ha ido volviéndose cada vez más complejo", un hecho que ha desembocado en su profesionalización, y de ahí la aparición de la relación que existe actualmente entre flamenco y poder.

Dicen que este señor es rector de la Universidad Internacional de Andalucía (mis respetos por ello, don Juan Manuel). A mí me suena que ha tenío varios cargos políticos. Incluso hasta se dice por ahí que es aficionao al cante, como lo somos tantos andaluces de los que, por falta de caballo (que eso se quea pá los señoritos), andamos a pie.


Y digo yo, rector magnífico, ¿hay que esperar hasta el año 2011 de la era de nuestro Señor Jesucristo para darse cuenta de que el flamenco está profesionalizado? Yo pá mi que Antonio Monge Rivero (El Planeta, para la historia flamenca), a pesar de que tenía sus dineritos bien ganaos como carnicero en Málaga, cuando acudía a fiestas como aquella de Triana que nos contaba Estébanez Calderón hacia 1840, chispa arriba, chispa abajo, lo hacía cobrando. Como cobraba el gaditano Paquirri Guanter (no "el Guanté" como decíamos equivocadamente hasta hace poco) que se fue de su tierra a Madrid para ganarse las habichuelas cantando y guitarreando (el pobre no tuvo fortuna, aunque sí una desgraciada muerte cuando, a mitad del XIX, era aún muy joven). Bueno, ¿y qué decir de Silverio que no cejó ante la administración hasta conseguir que en sus documentos figurase que su profesión era la de "artista"?

Desde aquellos tiempos hasta hoy el flamenco ha estado en manos de profesionales del género. Y gracias a ellos ha llegado hasta nosotros. ¿O es que aún queda gente que se crea lo de aquella "etapa hermética" en la historia del flamenco de la que hablaban un buen poeta -Ricardo Molina- y un magnífico cantaor -Antonio Mairena-, totalmente obsoletos ambos dos como tratadistas del flamenco?

Me da la impresión, excelentísimo señor, de que aficionados como usted aún no se han percatao del "error de bulto" en que incurrieron Falla y Lorca al convocar el tan sonado Concurso de 1922 en Graná. No querían profesionales, pero, para salvar el evento, tuvieron que recurrir a Chacón y a Manuel Torre o a la Macarrona. Y, a la postre, premiar "ex-quo" al Tenazas, discípulo del gran profesional Silverio, y al niño Caracol, hijo de otro Caracol que, como profesional, había actuado en la misma Granada en 1921.

Claro que, tras el Concurso, vino la denostada "Ópera Flamenca" (madre de todos los males para los despistados flamencólogos de los años cincuenta hasta los ochenta) en mano de profesionales que propiciaban el "masismo", el "gaiterismo", etcétera. ¡A la hoguera con ellos! Bromeo, pero me reconforto al saber que esa historia se está escribiendo de nuevo y que la segunda versión es más verosímil. Sin la Ópera Flamenca, tal vez hoy estuviésemos sin Flamenco.

Don Juan Manuel, lo que no me explico es que de la profesionalización que usted detecta se deduzca ningún tipo de relación entre flamenco y poder. ¿Qué poder, el de ustedes los políticos? ¡Por favor! El flamenco (este humilde escribidor lo ha dicho más de una vez) es patrimonio de los artistas que lo ejecutan y de los aficionados que lo degustan, nunca de institución alguna. ¿Para qué seguir?

Sólo una cosa: como estos artículos quedan mejor si se complementan con algún cante, yo les traigo uno. El cantaor ganó un concurso para no profesionales y a la larga se convirtió en el paradigma de la profesionalización. Hace un cante (Fandangos) que algunos flamencólogos consideraron como estilo menor. La letra no puede ser más sensiblera. Aún así, ¿hay algo más flamenco que lo que vamos a escuchar a Caracol con su inseparable tocaor Melchor de Marchena?


lunes, 14 de noviembre de 2011

El Planeta y Caracol unidos por la historia y por la sangre


Manolo Caracol presumía de sus ancestros flamencos, diciéndose, por parte paterna, bisnieto tanto de Enrique Ortega El Gordo Viejo como de Curro Dulce, y, por parte materna, tataranieto de El Planeta. Respecto a los bisabuelos, nunca hubo duda, pero sí que fue cuestionada alguna vez su otra ascendencia. Es curioso que de un cantaor que todos los tratadistas han considerado uno de los patriarcas del Flamenco, sólo se supiera hasta hace tres días su apodo de El Planeta. Ha sido un crítico de Flamenco, el sevillano Manuel Bohórquez, quien por fin nos ha aclarado todo. Y lo ha hecho, precisamente, partiendo de Caracol e indagando en sus ascendientes maternos. Así, hemos podido saber que El Planeta nació en Cádiz, como habían afirmado algunos, entre ellos Demófilo, aunque sin aportar pruebas. Hijo del matrimonio gaditano Gregorio Monge y Francisca Rivero, vino al mundo, hacia 1879, Antonio Monge Rivero, nuestro Planeta. Esta información está en el blog La Gazapera del citado Bohórquez, con fecha de 20 de febrero de 2011. De ese mismo blog hemos tomado los datos que, resumidamente, nos llevan de El Planeta hasta Caracol:

Antonio Monge Rivero "El Planeta" + María Bara Gallardo à Dolores Monge Bara
José Juárez García + Dolores Monge Bara à Gregorio Juárez Monge
Gregorio Juárez Monge + Francisca Soto Ramírez à Dolores Juárez Soto
Manuel Ortega Fernández + Dolores Juárez Soto à Manuel Ortega Juárez “Caracol”
Puestos a esquematizar, reseñemos los antecedentes paternos:

1) Enrique Ortega Díaz, El Gordo Viejo para la historia flamenca, casó con Carlota Feria Ruiz. Del matrimonio hubo varios hijos entre ellos el famoso Enrique Ortega El Gordo y, el que interesa para nosotros, Juan Ortega Feria El Aguila, cantaor como su padre y como su hermano.

2) Francisco Fernández Boigas, Curro Dulce para entender, se casó con una Espeleta de Cádiz. De ese matrimonio nació Rufina Fernández Espeleta.

3) Y todo queda claro porque un hijo del Gordo Viejo se casó con la hija de Curro Dulce:

Juan Ortega Feria + Rufina Fernández Espeleta à Manuel Ortega Fernández
Manuel Ortega Fernández + Dolores Juárez Soto à Manuel Ortega Juárez “Caracol”

Gracias, Bohórquez. Con tu proceder, compartido por otros estudiosos del Flamenco que no es momento de nombrar, empezamos a enterarnos "de qué va la copla". Hora es de desterrar la pretendida Flamencología de muchos poetas que se limitaban a afirmar sin probar nada. ¡Cuánta página escrita para confundir que no para aclarar!


Yo les dejo con una fotografía en la que aparecen Caracol padre (El del Bulto) y Caracol hijo. El guitarrista que los acompaña debe ser Vargas Araceli.

Y, ¿cómo no?, un cante por siguiriyas, de las varias que Manolo Caracol y Melchor de Marchena grabaron en la antología "Una historia del Cante Flamenco".


viernes, 11 de noviembre de 2011

La Paquera: un "rap" por bulerías


El 26 de abril de 2004, cuando el jurado del XXVII Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba estaba deliberando, se incorporó a la reunión uno de sus miembros: el entrañable poeta jerezano Manuel Rios Ruiz. Venía llorando y nos comunica que acababa de morir La Paquera.

Doña Francisca Méndez Garrido había nacido casi setenta años antes (20 de mayo de 1934) en el barrio de San Miguel de Jerez de la Frontera, el mismo donde se le levantó el monumento que vemos a nuestra derecha. Cantaora discutible y, de hecho, discutida y cuestionada por parte de la flamencología al uso que la catalogaba más como cantante que como cantaora.

Por mi parte, siempre fui seguidor de esta voz heterodoxa y libre. En vida fui a verla siempre que tuve ocasión y nunca dejé de tener cerca de mí sus discos. Esta mañana, al oír uno de ellos, me aparece una curiosa grabación por bulerías, acompañada como tantas otras veces por Manuel Morao. Aquí la Paquera no usa esos tercios alargaos tan peculiares en ella, sino que nos cuenta de carrerilla una historia de su Jerez natal. Vamos, que se anticipa a posteriores modas y parece que nos hace un "rap". Escúchenlo y opinen.

martes, 8 de noviembre de 2011

Ángel Ganivet y Paco el del Gas


Aún recuerdo de mis estudios de bachillerato la figura del escritor Ángel Ganivet, precursor, nos decían los profesores, de la Generación del 98 y cuya obra fundamental, al parecer, era su Idearium español. De segundo apellido García, había nacido en Granada en 1865 dentro de una familia de clase media. Realiza estudios de bachillerato y las carreras de Derecho y Filosofía y Letras, doctorándose en 1888. Oposita al Cuerpo de Archivos, Bibliotecas y Museos, siendo destinado a la biblioteca del Ministerio de Fomento. En 1891 se hace amigo de Unamuno, cuando ambos preparaban oposiciones a cátedra de griego. Como sabemos, el vasco la ganó para la Universidad de Salamanca, pero el de Granada no pudo superarlas. Al año siguiente, se empareja con Amelia Roldán Llanos con quien tuvo dos hijos. Ese mismo año ingresa por oposición en el cuerpo consular. Su primer destino estuvo en Amberes, ciudad en la empezó a escribir. En 1895 pasa a Helsinki, donde desarrolló la mayor parte de su obra literaria. Separado de Amelia, en 1898 es destinado a Riga (Letonia), donde cae en una profunda depresión que le lleva hasta el suicidio (29 de noviembre de 1998).


Y ustedes pensarán qué hago yo, en un cuadernillo dedicado al flamenco, hablando de este granadino que pasó a la historia como pensador. Me explicaré, pero antes debo advertir que, además de ensayista, Ganivet también escribió prosa, novela, teatro e incluso poesía. Ayer les hablaba de la letra Lejos muy lejos de España, yo me llevé un ruiseñor..., que cantaba Valderrama como fandango de Paco el del Gas (versión granadina del malagueño jabegote). Pues miren por dónde, su autor fue Ángel Ganivet. En mi anterior artículo dije que este Paco era sucesor de Yerbabuena e inmediatamente Arturo Fernández me comunica que no, que él creía que era anterior. En efecto, Francisco Rubio López (Paco el del Gas) nació en 1873, ocho años después que Ganivet pero diez antes que Francisco Gálvez Gómez (Frasquito Yerbabuena). Aclaradas las fechas, les diré que la letra de Valderrama (¿no sería el propio Ganivet, en su estancia en Helsinki, quién se sentía tal como si él mismo fuera ese añorante ruiseñor?) formaba parte del repertorio de Paquillo. ¡Vaya!, en contra de la afirmación, por parte de algunos sesudos flamencólogos, de que los cantaores no solían hacer letras de poetas cultos. Ganivet aparte, les diré que la copla

Se vistió de gala el sol
el día que tú naciste,
se vistió de gala el sol,
hubo en el cielo una juerga
que hasta el mismo Dios bailó.

que hace unos días le oíamos a Cobitos, también era usual en el del Gas. Y es que las letras, una vez adoptadas por algún cantaor, se transmiten de generación en generación.

Es de justicia aclarar que los últimos datos los he tomado de un libro que recomiendo a todos:
El flamenco en Granada, Miguel Sánchez, Editor, Granada, 1974.
Su autor es el importante periodista e historiador granadino Eduardo Molina Fajardo (1914-1979). Yo lo adquirí en 1975 y dormía en mi biblioteca. Ahora que lo releo, pienso cuánto habríamos ganado si otros autores hubiesen tenido el rigor y la metodología de don Eduardo.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Cándido de Málaga y el Cante de Jabegotes


Nacido el 6 de enero de 1928 en el barrio malagueño de El Perchel, el cantaor Cándido Castro Padilla (Cándido de Málaga para el mundo flamenco) ha fallecido en Rincón de la Victoria el día 16 de octubre de 2011. Descanse en paz.

Mi única noticia sobre él se limita a dos grabaciones, incluidas en el doble L.P. "Sabor de Málaga" que publicó la casa Columbia en 1966. Con la guitarra de Manolo Comitre hizo, en efecto, una Rondeña y un Cante de Jabegotes.

Por lo que leído estos días, parece que se inició en el cante de la mano del Pena Hijo, allá por 1943, tomando el nombre de "Niño de Vallecas". Después anduvo por Madrid y Barcelona, trabajando junto a Valderrama, Antonio Molina, Farina o Peret. Llegó a cantar en Canadá y Estados Unidos. Finalmente se estableció en Rincón de la Victoria y tomó el definitivo nombre de "Cándido de Málaga". Cuentan de él que era un magnífico saetero y que sobresalió en los llamados cantes de ida y vuelta.

Uno se queda con la sensación de que debió de ser uno de esos muchos jornaleros del flamenco que, sin llegar a ser figuras, entregaron su vida al cante. Esto, por sí solo, merece todo mi respeto.

Gonzalo Rojo, uno de los flamencólogos de la malagueña Peña Juan Breva, llegó a escribir que Cándido fue el primero en llevar al microsurco el cante de los jabegotes. Imagino que se refiere a la grabación de 1966 que ya hemos citado más arriba y que, antes de continuar, vamos a escuchar:


Las letras responden a lo que todos los tratados dicen de este cante: es un fandango de tipo verdial propio de los pescadores de Málaga capital. Cuando yo compré este disco en 1968 y oí el cante de Cándido de Málaga, me resultó familiar. En efecto, antes había adquirido un L.P. de título "Juanito Valderrama" donde el cantaor de Torredelcampo, con la guitarra de Juan Serrano, hace el mismo cante como remate a una tanda de Fandangos de Graná titulada Frasquito Yerbabuena. Es una pena que no lo tenga digitalizado y no pueda insertarlo aquí. Me refiero, para los que conozcan este vinilo, a la letra
Lejos, muy lejos de España,
yo me llevé un ruiseñor,
lejos, muy lejos de España,
y en sus cantares decía
quiero vivir en Granada,
Granada la tierra mía.
La grabación de Valderrama es de 1967, o sea, un año posterior a la de Cándido. ¿Aprendería don Juan en tan poco tiempo este cante y, encima, se lo lleva de Málaga a Granada? Ni mucho menos, Valderrama, que como he señalado alguna vez era muy resabio, lo conocía de antes. De hecho en la tierra nazarí este fandango era habitual y se le adjudicaba al cantaor Paquillo el del Gas, seguidor del Yerbabuena (Esta noticia me la da Arturo Fernández, cantaor granadino, quien no obstante, reconoce que en su tierra debieron de haberlo importado de Málaga). Como prueba de que este cante se hacía en Granada, y a falta de la grabación de Valderrama, escuchemos esta otra de Cobitos, jerezano de nacimiento pero granadino como artista, con la guitarra de Ramón de Algeciras. Es de 1972 y en ella hace dos verdiales: la primera del Yerbabuena y la segunda de Paco el del Gas.


¡Bien! Nos quedamos con que el jabegote nació en Málaga. Pero hay que corregir a Gonzalo Rojo. ¿Se acuerdan ustedes de mi artículo Las Rondeñas de Juan Varea que publiqué en este blog el pasado 9 de julio? Allí hablaba de que Varea se adelantó a Jacinto Almadén grabando la rondeña, pero hay más: después de dos letras de este cante, viene una tercera que no es sino el jabegote. He podido comprobar la fecha de esta grabación, que yo presumía anterior a 1954. El escritor Luis Soler Guevara la sitúa en 1952 y da la referencia exacta: Columbia, R-13.45. ¿Más claro?

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Los primos portugueses de Paco Valdepeñas

Según el calendario católico, hoy es el Día de los Difuntos, día de duelo para todos los que hemos perdido seres queridos. En consonancia con la fecha, se me viene a la memoria, y se las voy a contar a ustedes, una historieta que viví hace muchos años.


Durante los cursos académicos 1969-70 y 1970-71, yo vivía en un viejo chalecillo (La Hermandad) cerca de la madrileña estación de Chamartín. Fueron dos años de mucha vivencia flamenca como tendré ocasión de ir contando otros días. Invitado frecuente en aquella casa era el flamenquísimo Paco Valdepeñas. Tanto que solía acudir a ella siempre que pasaba cerca del barrio. Un día tocan el timbre, abro y me encuentro a Paco con tres personajes vestidos de negro.
- Andrés, que vengo de la estación y he querío saludarte. Estos son mis primos, gitanos de Portugal.
Paco y yo no parábamos de hablar y sus parientes, tal que fueran convidaos de piedra, ni abrían la boca. En un momento, me voy pá el tocadiscos porque quería saber la opinión de Paco sobre un cante de Matrona, el viejo. Fue empezar la música y los portugueses se ponen de pie con aire de despedirse. Paco interviene de inmediato:
- Perdona, es que no te lo he advertío, pero mis primos están de luto y, claro, no pueden oír música.

sábado, 29 de octubre de 2011

La guitarra en las manos de Laura González

Una más, entre las peculiaridades de la Peña "El Mirabrás", es la de contar con una de las pocas mujeres guitarristas que pululan por el universo flamenco. En efecto, Laura González (Fernán Núñez, 1980), muy jovencita aún, acudía a las clases de guitarra flamenca que Luis Calderito impartía en la peña. Alumna muy aventajada, se fogueó enseguida en el toque para cante, para baile o para concierto. Les cuento una historia: en la primavera de 1998 un ex-alcalde del pueblo, que a mi través se había hecho amigo de Enrique Morente, volvía a casarse e invitó al granadino (yo no estuve en la boda porque me coincidió con una celebración familiar). Cuando Enrique se decidió a hacer algún cante, depararon en que no tenían guitarrista. Buscaron y encontraron a Laura, quien, por lo que me contaron al día siguiente, lo hizo y muy bien con el maestro. Ella misma lo recordaba en una entrevista concedida al diario ABC (25 de septiembre de 2011):

Fue una experiencia muy bonita. Yo era una niña y me dio mucho respeto. Pero era un hombre muy amable y lo disfrutamos mucho.

Efectivamente, a sus 18 años ya arrastraba experiencia de flamenco en vivo y, desde entonces, ha acompañado tanto en recitales como en discos a cantaores como Pedro Obregón, Manuel del Rosal, Justo Roldán, Antoñita Contreras y muchos más. Luego vino la faceta académica y en 2001 Laura se diploma como maestra (Especialidad de Música) en la Universidad de Córdoba, estudios que prolonga hasta hacerse Titulada Superior en guitarra Flamenca por el cordobés Conservatorio Superior de Música "Rafael Orozco". En la citada entrevista de ABC, comenta su doble aprendizaje:

La enseñanza reglada no encorseta al flamenco. Son importantes las dos formaciones. No debe existir ni el mero sometimiento a la partitura ni el aprendizaje de oído sin conocimientos musicales, que te pueden enriquecer.

Después de su titulación en el Conservatorio, ha ejercido la enseñanza de la guitarra flamenca en los conservatorios de Puertollano, de Córdoba y, actualmente, de Jaén, ciudad donde reside junto a su esposo José Rojo, también guitarrista y profesor, formado como ella en el conservatorio cordobés.


Ambos aparecen en esta foto junto al recordado Enrique Morente la última vez que éste estuvo en nuestra peña. Fue con motivo de su nombramiento como Socio de Honor. El acto se celebró el 22 de mayo de 2009 y fue presentado por el aficionado que esto suscribe.

Bien como acompañante, bien como concertista, Laura ha participado en espectáculos como "Esencias", "VII Galardón Rafael Romero", "La noche blanca del flamenco", "Homenaje a Víctor Monge Serranito" y un largo etcétera. Hay una faceta que hasta ahora no he citado de ella: además de intérprete, también compone. Precisamente en un concierto que dio en Cáceres, dentro de su XXXIII Festival Flamenco y en el año 2007, ejecutó varias de sus creaciones. Este concierto fue grabado en directo y del correspondiente disco saco el tema "Brujuleo" (Granadina) con el que les dejo esperando lo disfruten.


jueves, 27 de octubre de 2011

Cela en Triana

Ya hemos hablado del paso de Cela en su “Primer viaje andaluz” por las provincias de Jaén, Córdoba y Huelva. Nos habíamos saltado la de Sevilla y hoy la recuperamos. Tal vez lo más bello, literariamente hablando, de este libro se encuentre en el capítulo donde el vagabundo narra su entrada en Sevilla. No se pueden decir tantos piropos y tan bien dichos como el novelista gallego escribió de la capital andaluza.

Pero nuestro interés va por otro lado. Es la cuestión que el viajero convive en su estancia sevillana con una curiosa tribu: la señorita Gracita Garrobo, Manuela la de Gerena de "tez morena , el cabello endrino, los ojos profundos y ágiles y el pescuezo sucio", madre de un hijo que tuvo que llevar a las monjas para ejercer su profesión de venta de favores. Su hermana mayor, Soledad Garrobo, Niña de Gelves, "mujer con mucha disposición para el cante chico: bulerías, tarantas y fandanguillos", madre de dos niñas "desnutridillas", fruto de su relación con José María Palomares, Chato de las Escuelas Pías, "lustrador de botas de oficio, ex banderillero". Estaba el padre de las señoritas Garrobo, enfermo de tisis, y estaba un hermano tonto que "quiso ser torero y, claro es, no pudo". "Para ayudarse, las señoritas Garrobo alquilaban, a veces, una alcoba que tenían a alguien que fuese de confianza". Y ese fue nuestro viajero quien previamente había conocido al Chato de las Escuelas Pías.

El viajero andurrea por nuestra capital y una tarde queda citado con Gracita Garrobo en el bar Altozano. “Triana es barrio vivo y latidor, barrio poblado por humildes gentes que cantan para espantar el hambre y beben vino, si cae, para ver el mundo con sus buenos ojos”. Cuando ésta llega le dice que también se encontrarán con su hermana. “Ar finá, a ve si hay suerte y nos metemos en un poquitiyo e juerga. ¿Tú eres aficionao ar cante y ar baile?” “Pues, sí… Entiendo poco, pero más bien sí…” En el bar el Chache efectivamente se encuentran con la hermana, el Chato y otro amigo: “Aquí Gregorio Morales, Finito, cantaor de lo caro. Aquí un amigo forastero”. El grupo se pasea por el barrio “bebiendo donde daban de beber”. En uno de los establecimientos el vagabundo comió un queso “que se conoce que estaba venenoso”. Un día de cama en casa de una amiga de la señorita Gracita y varios días más en el barrio sevillano, en el cual nos dice que “aprendió a distinguir algunos cantes y a gustar las esencias del jondo y del flamenco”.

Buen aprendizaje el de Don Camilo, quien, a lo largo de unas dieciocho páginas de su libro parece darnos una lección sobre este arte. Nos habla de cante “jondo, o grande, o caro”: la caña, el polo, la seguiriya gitana, la soleá, la debla y el martinete. Luego habla de la serrana, la toná, las malagueñas y las mineras, la saeta, los fandangos (destacando los de Lucena, El Breva y Huelva), la petenera, la trillera, la mariana, la nana, la granaína, la jabera, la rondeña, los verdiales. Uno a uno va glosando estos cantes, añadiendo algunas letras, preciosas y bien elegidas todas. Salen a relucir nombres históricos: Paco la Luz, la Parrala, Manuel Torre, Chacón, Silverio, Curro Dulce, el Nitri, el Mellizo, la Serneta, Joaquín el de la Paula, el Mochuelo, la Niña de los Peines…También varios coetáneos: Mairena, Caracol, Rafael Romero, Jarrito, el Chaqueta, Pepe el de la Matrona, Lolita Triana, Niño de Almacén, Pericón de Cádiz, Bernardo el de los Lobitos…

En mi primera entrega sobre el libro de Cela expresé una duda: ¿es cierto que este genial gallego anduvo todo lo que dice que anduvo? Miren ustedes la última lista de cantaores. De Mairena dice que “en la venta de Antequera canta –cuando le da la gana y hace bien- el martinete, la caña, la soleá y todo lo que le echen”. Cita a Caracol para decir que es nieto de Curro Dulce (en realidad, es bisnieto). ¿Y los demás? Son los intérpretes de la famosa “Antología de Hispavox”, aparecida en España en 1958. Además, de esta Antología son bastantes de las letras que Cela cita. No cabe duda: al redactar el libro, Cela tenía sobre la mesa los discos y el folleto que los acompañan. Escribe el novelista: “Las siguiriyas al cambio –cabales les dicen algunos- suenan con el sonar del arpa en la voz del Chaqueta, gitano respetuoso con los estilos y con la tradición”. A continuación transcribe dos coplas:

Desde la Polverita
hasta Santiago,
las fatiguitas de la muerte
m'arrodearon.

No digas que no,
que tú habías sío
la causa más grande
de mi perdición.

Escuchen ustedes esta grabación donde se reproducen las cabales que El Chaqueta grabó para la Antología. Por favor, saquen sus propias conclusiones.


Yo insisto más: hace citas muy tópicas en los libros como, por ejemplo, ésta: “La primera piedra de la resurrección del cante jondo la puso Manuel de Falla, ayudado por Lorca, Ignacio Zuloaga y otros amigos”, referida, aunque Cela no lo diga, al Concurso Granadino de 1922. También es esclarecedor cuando teoriza sobre el término "flamenco", rechazando que tenga algo que ver con Flandes y defendiendo que procede del "fallah mencus", traducido más o menos como "campesino huído", teoría que ya expuso en los años treinta el padre del andalucismo don Blas Infante, a quien Cela tampoco nombra.

Mucho hablar de flamenco, pero uno echa en falta alguna fiesta concreta. Sí la hay, pero viene al final del capítulo. Estaba el vagabundo con las señoritas Garrobo y con Palomares El Chato, cuando aparece el cantaor Finito y se los lleva al “patio del señor José Torres, Zurraque, anfitrión de forasteros de rango”. “Veníos, que hay parné”, había dicho Finito. Allí estaba Tomás Pizarro, Niño de la Almadraba, templando su guitarra. Se arranca al cante Soledad Garrobo, Niña de Gelves, y lo hace por bulerías:

Mariquilla María,
la de mi barrio,
que hasta el agua bendita
toma con garbo.

Su hermana Gracita, Manuela la de Gerena, le hace el baile. Sigue Soledad por alegrías…

Más esgraciaíta que yo,
creo que no ha nacío e mare,
yo me encuentro en un camino
con dos veredas iguales

baile con el que Gracita no se atreve. Alternando con Finito, la Niña de Gelves recorre el flamenco a través de las solearillas, farrucas, el mirabrás, tangos, caracoles y para acabar, ¿cómo no?, sevillanas:

En el río de amores
nada la dama
y su amante, a la orilla ,
llora y la llama.

¡Ay, que te quiero,
y como no me pagas
de pena muero.

El vagabundo dice no guardar memoria de lo que sucedió después, salvo que, aprovechando la jumera de la señorita Gracita, y “para no hacerla sufrir inútilmente con la despedida, que siempre es dolorosa, se largó a la francesa y fue a despertarse, ya el día crecidito, en una cuneta y a la vista de Castilleja de la Cuesta”. Allí iniciaría, como contamos en nuestra anterior entrega, su camino hacia Huelva.