lunes, 25 de abril de 2011

Audiciones comentadas de Cante Flamenco

Año académico 1965-1966. Yo cursaba el 4º de la Licenciatura en Ciencias Matemáticas. Mi facultad, en contra de la común opinión entre las gentes de letras, era un hervidero cultural. Leíamos ensayos y poesía, intercambiábamos libros, discutíamos de todo, oíamos música... Uno de los vehículos de comunicación que estaba en boga por aquella época eran las "Audiciones comentadas". Si alguien sabía de algo y tenía discos a mano, montaba una donde se escuchaba el disco en cuestión y se oían los comentarios del presentador. Así, por ejemplo, pude conocer la canción de Atahualpa Yupanqui y me entusiasmé con el "Folk Song" de Bob Dylan o Joan Báez.

Por mi parte, ¿qué podía ofrecer? Pues mira, ya tenía una relativamente importante discografía flamenca, así que la cosa estaba clara... Efectivamente, en mi propia facultad di mi primera Audición comentada de Cante Flamenco. Me auxiliaba un buen aficionado de Lucena (Córdoba), que después dejó Madrid para acabar su licenciatura en Granada: Alejandro Delgado Manjón. Yo hablaba de un estilo de cante y él ponía el disco correspondiente. Empezábamos con fandangos de Huelva y acabábamos con tonás y martinetes. Fue muy seguida y aún hoy (2011) algún compañero de curso me la recuerda. Precisamente a instancias de compañeros, llevamos la dichosa "Audición" a varios Colegios Mayores, por ejemplo los femeninos "Isabel de España" (aún en su sede de Avenida del Valle) o el "Padre Poveda".

Esta forma tan humilde de comunicación, la desarrollé en años posteriores en el "San Juan Evangelista" e incluso, más tarde y con la asistencia como oyente de Enrique Morente, en poblaciones como la Puebla de Montalbán (Toledo). Mi mayor orgullo es que tales audiciones fueron un buen semillero de aficiones flamencas.

miércoles, 20 de abril de 2011

De cómo Mairena me quitó a Camarón

En la primavera de 1968, me nombraron Subdirector del Colegio Mayor "San Juan Evangelista" de Madrid. Don Jesús Cobeta Aranda, el Director, me dice que era costumbre que cada directivo novel debía dar una cena para agasajar a los veteranos en el equipo, costumbre que no dejaba de ser curiosa. No tuve dificultad en montar el acto: iríamos a cenar pescadito frito y otros platos andaluces a la taberna “Los Camborios”, en una paralela a Gran Vía entre Santo Domingo y Plaza de España, bar que montó mi cuñado el abogado Cipriano Crespo; a continuación, en la misma taberna tendríamos una pequeña fiesta flamenca.

Para su organización recurrí al gitano Paco Valdepeñas al que conocía por su amistad con mi cuñado. Me habló de llevar a un guitarrista y a un cantaor, recién llegado a Madrid, del que todo el mundo hablaba y del que se esperaba mucho. Imaginen que les estoy hablando de Camarón de la Isla. Pues claro que sí: mi toma de posesión iba a ser una auténtica campanada.

Yo soñaba con que llegara el día, pero, he aquí, que desplazados todos a la taberna, aparece el de Valdepeñas un poco alterado:

-Andrés, que no va a ser posible. Que a Camarón se lo ha llevao, pá escucharlo cantar, Antonio Mairena que anda por Madrid pá hablar con el Conde Montarco, ese de Cultura Hispánica, de unas Reuniones de Flamenco que quieren organizar.

-Pero tú no te preocupes porque te traigo a un “cateto” de cerca de tu pueblo que anda estos días por aquí. Canta divinamente y te va gustar.

No se me iba el cabreo hasta que me dijo el nombre del cantaor sustituto: Pedro Lavado. ¡Dios mío!, el cantaor de Puente Genil al que yo ya conocía de años atrás y al que había oído cantar tanto en su pueblo como en el mío.

La cena salió muy bien y los cantes de Perico por soleares de Córdoba, serranas, malagueñas y fandangos de Lucena fueron sorprendentes. Entre uno y otro, Valdepeñas cantaba y bailaba por bulerías con un arte y una gracia de marca propia. Mis invitados volvieron al Colegio y yo seguí la fiesta, junto a mi cuñado y algún colegial como mi paisano Antonio Luna “El Cumaco” que se me adosaba siempre. Cuando dejamos Los Camborios era de día y yo acerqué a Pedro Lavado hasta Ciudad Lineal, donde paraba en casa de un pariente.

Pena que perdí a Camarón, pero alegría porque reencontré a Lavado. Después de todo, para conocer al de la Isla, había mucho tiempo por delante, tal como ocurrió después cuando lo oí por primera vez en mi vida cantar en el Tablao “Torres Bermejas”.

lunes, 11 de abril de 2011

El Niño de Fernán Núñez en Cartagena


Ayer, después de publicar en este blog una nota sobre Miguel Hernández y el Niño de Fernán Núñez, la cabeza me daba vueltas: en algún sitio había yo visto un cartel en el que aparecía el cantaor de mi pueblo. Por la noche he soñado con ello y, nada más levantarme, me pongo a escudriñar en mi biblioteca hasta encontrarlo: Cartagena, 12 de junio de 1965, con motivo del II Concurso Nacional de Cartageneras, que por cierto ganó Bernardo el de los Lobitos; entre primerísimas figuras, aparece nuestro Niño, junto a cuyo nombre figura entre paréntesis Gran estilista.

En mi anterior nota, terminaba recordando que Morente había conocido a mi paisano. Este cartel lo confirma, pues aparecen ambos cantaores. El granadino con 23 años y después de triunfar en Nueva York, el Niño de Fernán Núñez en la plenitud de sus 57 años.

(He tomado este cartel del librito Homenaje a Bernardo el de los Lobitos, publicado en Madrid, 1986, del que es autor José Blas Vega)

domingo, 10 de abril de 2011

Miguel Hernández y el Niño de Fernán Núñez

Me llega la noticia de que una paisana mía, Carmen Garrido Ortiz, ha ganado el premio nacional de poesía Miguel Hernández, convocado por la fundación cultural que lleva el nombre del poeta, en su edición de 2011. ¡Enhorabuena, niña, y ánimo!



Un miembro del jurado, el profesor José María Balcells, de la Universidad de León, ha hecho alusión a la relación entre Orihuela y Fernán Núñez a través de la amistad del poeta con el "célebre cantaor" conocido como el Niño de Fernán Núñez, así como por alguna estancia veraniega de Ramón Sijé en mi pueblo.

Por mi parte, era conocedor de estos dos hechos, de los cuales voy a detenerme en el primero. María de Gracia Ifach, en su libro Miguel Hernández, el rayo que no cesa (Plaza y Janés, Esplugas de Llobregat, 1975) escribe lo siguiente:

(Manuel Molina) nos cuenta que, estando en el "Café Sevilla", actuaba un cantaor de flamenco que agotó el repertorio. Entonces pidió al poeta que improvisara "letras", lo que hizo rápidamente, adaptándolas el "artista" a sus tonadas. Le llamaban el "Niño de Fernán Núñez" y era de nombre verdadero Antonio García Escudero. El hecho fue muy comentado por la extraordinaria facilidad de Miguel para versificar sobre un tema elegido por él.

Curiosamente, unos años antes fui una de las personas que insinuó a Enrique Morente la posibilidad de meter en el flamenco textos del poeta levantino, insinuación que dio su fruto con el disco Homenaje Flamenco a Miguel Hernández (Hispavox, Madrid, 1971). Mi intuición de que Hernández fuese aficionado y conocedor del cante, se vio confirmada con el texto antes citado.



No voy a seguir hablando del poeta (para eso están las "gentes de letras"), pero sí del cantaor. Mi también paisano Pepe Antúnez en su libro Aproximaciones biográficas de cantaores de Fernán Núñez, editado por el Ayuntamiento en 2004, nos aclara que su nombre era Antonio García Espadero (no Escudero como señala Gracia Ifach) y que nació el 2 de marzo de 1908, aficionándose a los cantes de los Pavón, Torre, Vallejo, Centeno y otros. En 1924, recala en el pueblo la compañía de Pepe Marchena e invitan al niño Antonio García a salir al escenario, haciéndolo con un gran éxito. En 1928, se repitió lo mismo con Manuel Vallejo, con la diferencia de que esta vez el maestro decide contratarlo, dando así nacimiento al artista Niño de Fernán Núñez. Después trabajó en las compañías del Niño de la Huerta y con Dolores Jiménez (Niña de la Puebla). En 1933 conoce a la que sería su esposa, una bella mujer de Orihuela (Alicante), quedándose a vivir en este pueblo. Fue entonces cuando entabló amistad con Miguel Hernández, mientras que su actividad artística se ejercía por toda la zona levantina. Vivió la guerra del 36-39 como combatiente republicano, actuando esporádicamente con otros artistas flamencos. En 1944 vuelve, pero sólo por unos días, a su pueblo natal. En 1945 viaja a Barcelona para hacer diez grabaciones en "La voz de su amo". Acompañado por Niño Ricardo y Manolo de Badajoz, canta
tarantas, mineras, levantica, murcianas, malagueñas,
granaína, media granaína, verdiales, soleá, siguiriyas.
En esa misma ciudad canta con Valderrama, Varea y otros durante un par de años y en 1948 pasa a Madrid. Después de otra visita relámpago a nuestro Fernán Núñez, hacia 1951 se establece definitivamente en Orihuela, donde llegó a tener un empleo municipal. Muy popular y muy querido en aquellas tierras, murió en ellas el 20 de octubre de 1987.

Después de recoger los valiosos datos de Pepe Antúnez, no puedo acabar sino con otra curiosidad. Un día le comenté a Morente la anécdota de que Hernández hiciera letras para mi paisano, a lo cual me contestó que él había llegado a conocerlo y lo consideraba un gran cantaor.

martes, 5 de abril de 2011

Virgilio Márquez en su rincón


Hay quienes dudan de la existencia real de Virgilio Márquez. Suelen decir que era un seudónimo que yo usaba, pero están equivocados: Virgilio Márquez Moyano, pariente mío por parte de mi abuela paterna Francisca Antonia López Moyano, existía y existe. Nunca apareció en actos públicos. Yo, para entenderme con él acudía (y acudo) a su particular y bucólica soledad en un rincón de la campiña cordobesa. De estirpe de labradores, allí sigue con sus libros de poesía y sus discos de Cante Flamenco, con sus animalillos y sus plantas. Durante unos doce años (1980-1992) colaboró intensamente conmigo en la labor editorial, tanto que a mi segundo sello le puse el nombre de VIRGILIO MARQUEZ, EDITOR, empresa que cerró justamente en el 92, dejando en el mercado ocho o diez libros todos ellos relacionados con el Cante Flamenco y de los que iremos hablando cuando encarte. Hoy me limito a dar noticia de este mi pariente.