Visitando mi cuaderno Cantando por Fandangos, ahora convertido en EL MUSEO DEL FANDANGO, podrán elegir entre doscientos cincuenta (250) artistas distintos para escuchar este estilo de cante.

viernes, 20 de mayo de 2016

Cuando mi amigo Bentín se fue a Jerez pá conocer a EL BORRICO.

Primavera del año 1967. Mi amigo peruano José Bentín estaba en París y desde allí viaja a Sevilla para asistir a su feria taurina. Así fue y gozó del toreo de Antonio Ordóñez, Paquirri, Curro Romero, Mondeño, Ostos y El Cordobés entre otros. Aún en París, antes de su partida, su amigo el cantaor Canalejas de Jerez le había insistido en que bajara hasta Jerez para escuchar a un cantaor llamado "El Borrico" (*). Así lo hizo, acompañado de otros amigos, concertando previamente una cita a través de "El Troncho", amigo de "El Borrico" y del cual "Canalejas" les dejó anotado el número de teléfono. Toman su automóvil ("La Manuela", lo llamaban ellos) y se van camino de Jerez, pero dejemos que sea el propio Bentín quien nos lo cuente en primera persona:


 TÍO GREGORIO MANUEL, EL BORRICO DE JEREZ

Un poco antes de llegar a Jerez, en plena carretera, se encuentra el bar La Rosaleda, lugar pactado para el encuentro, que divisamos a lo lejos por su letrero, por su color blanco y por estar la construcción aislada en la campiña. Estacionamos "la Manuela", entramos al sitio que tiene el aspecto de cualquier tasca andaluza. Todos los asistentes clavan sus miradas en los extraños recién llegados revisándolos de arriba abajo. El runrún de la conversación es de más decibelios de lo esperado, pues aquí la gente conversa desinhibidamente y como si estuvieran en su casa. La atmósfera está poblada por densas columnas de humo y tiene un fuerte olor a tabaco. Los que están parados en la barra, arrojan los puchos, las colillas y las pepas de las aceitunas al piso, el cual tiene una buena capa de aserrín. En el local pululan artistas esperando que alguien los busque para ganarse unos duros, y algunos jornaleros. Se pregunta por "El Troncho" quien está en un rincón de la barra y nos presenta a "El Borrico" que está a su lado. Asisten también otro cantaor apodado "El Batato" y un guitarrista de nombre Morales a secas, quienes van a participar en la reunión. Los habitúes siguen mirando inquisitivamente a los visitantes. Nos sentamos alrededor de una mesa en el medio del local, se acercan otros personajes como el bailaor Paco "Laberinto" pasado de copas, que quieren participar, pero le decimos que en otra oportunidad. Si es mucha gente no habrá intimidad en la reunión ni compenetración entre los asistentes. Pretenden los flamencos contratados, cantar en ese bar, en donde todo el mundo habla gritando, por lo que hablo con el extrovertido propietario explicándole que allí no se puede tener una reunión y como no somos de la localidad no hay donde ir (1). ¿No tendrá usted un reservado, para estar tranquilos y escuchar cantar? -pregunto. Después de pensar un rato dice -síganme- y sale del local, nosotros vamos detrás en fila india y nos guía a un cuarto trasero que es la bodega general con puerta independiente. Pone una mesa al centro con siete sillas, alrededor hay estantes con botellas de todo tipo de arriba abajo, en el pequeño ambiente de tres de largo por tres metros de ancho y sin ventanas -aquí están lo vasos- acota -cojan las  botellas que quieran, las abren y las dejan sobre la mesa y luego hacemos las cuentas- dicho esto cierra la puerta. Son las once la noche.

"El Troncho" es el más hablador pregunta que de dónde venimos -¡ah de París!- Quién los envía -¡ah nuestro amigo "El Tato", o sea "Canalejas"-. "El Batato" está agripado, pero lo han levantado de la cama para que se gane algunos duros, habla lo suficiente, es bajito y delgado con el pelo cano, en cambio "El Borrico" que es robusto, con calvicie avanzada y de aspecto agitanado permanece callado, fumando su puro. Se habla de cante y se sueltan algunos nombres conocidos de cantaores de Jerez a fin de que sepan que están ante buenos aficionados. Algunos toman un fino frío y otros toman whisky. Preguntan que deseamos escuchar -cante por derecho- decimos y dicho esto, empieza el cante."El Troncho" quien no canta tan bien como habla, aunque sus Bulerías por Soleá han sido bastante aceptables, luego sigue "El Batato" quien canta unos tientos y tiene más hondura al hacerlo, finalmente le toca el turno a "El Borrico" quien con voz grave dice coplas por Soleá, con el discreto acompañamiento de Morales. Canta letras de gran profundidad y de enorme filosofía popular, arrastra las sílabas al cantar e introduce unos sonidos guturales para cuadrar el compás:      

En una broma te dije
Una vez te dije en broma
Tan de veras lo tomaste
Que ni a la puerta te asomas.
Si yo lo llego a sabé
Ya no te gasto más bromas.

Del coló de cera virgen
Tengo yo mis propias carnes
Que me ha puesto tu querer
Que ya no me conoce nadie
Valgame Dios compañera
Del coló de cera virgen.

Tengo un hijo perdío, tengo
Como Dios no me lo remedie
Ay voy a perder el sentío.

Siguió un alto en que la conversación giró sobre flamencos de Jerez y Cádiz. Posteriormente se reinicia más cante en el mismo orden, primero "El Troncho", luego El Batato" y al final "El Borrico". Este último se crece a cada cante, ya no había duda alguna de que era un enduendado genio. La reunión recuerda a las que a veces hemos sostenido con cantores criollos en Malambito y Barrios Altos. Después de la rueda de cante se produce un silencio, como los tantos silencios que hay en conversaciones, de pronto aprovechando esto, me viene la impulsiva ocurrencia de lanzar una debla, que es un cante a palo seco o sin guitarra:

Yo ya no soy quien era
Ni quien solía sé
Yo soy un mueble de tristeza
Arrumaito a la paré.

Los gitanos se miran sorprendidos -¡pero hombre! ¡no sabes tú lo que has hecho!- cuestiona "El Batato" -¡pero dónde has aprendío eso!- sostiene "El Troncho" -¿de dónde sois?- dice a continuación "El Borrico". Como venimos de París piensan que somos franceses, pero no, son aficionados peruanos -¡ah Indianos! Con razón hablan bien el españó- A partir de ese momento la reunión cambió, menudearon las bromas y confianza en el hablar. En uno de los tantos descansos, Antonio, que es guitarrista aficionado, se entretiene jugueteando con la bajañí, ya que Morales había salido a orinar, "El Borrico" le pide que lo acompañe por alegrías. Se emociona Antonio, se le enredan los dedos en las cuerdas, pero finalmente sale airoso, acompañándolo. En estos cantes el cantaor muestra su veneración por Aurelio Sellés "Aurelio de Cádiz", finalizado el cante confirma -¡Me gusta mucho como canta "el de Cái". Antonio que es efusivo termina abrazando al cantaor y felicitándolo. Se suceden luego cantes por soleá, siguiriyas, y fandangos que se reparten los tres cantaores. Los ¡óles!, ¡vamos allá!, ¡quiero! y los ¡viva Jerez! de los presentes ponen la cuota de jaleo necesaria de buen ambiente para el cante. En el cante de bulerías se alternan y después cada uno baila unos pasitos graciosos y con enjundia. Es la apoteosis de la noche.

A las tres de la mañana tocan repetidamente la puerta, es una pareja de la guardia civil -¡señores no se puede seguir cantando!, ¡a estas horas está prohibido!- no se puede discutir con los civiles, menos en época franquista. La guardia civil en esa época todavía era muy temida, recuerdo que mi hermano me contó que ese verano en Palma, un raterillo escapista cerca de la Plaza de Toros, previa a una corrida, robó un bolso de una turista, y dos guardias civiles sin inmutarse levantaron sus fusiles, apuntaron, dispararon y el raterillo quedó muerto, ante el asombro general. Se llama al mesonero, se paga, y como yo ya tengo experiencia en estos menesteres, pago lo acordado a los artistas.

Al salir saludamos, agradecemos y nos despedimos de los artistas -¡un momentito señores!- aclara "El Borrico -¡esto no pué terminar así! Ahora nosotros les invitamos unas copas en un bar de Jerez- aceptamos, en "la Manuela" y un taxi salimos con rumbo al centro de Jerez, parando en un bar frente a una plaza. Ingresamos al local, es amplio y no hay ningún parroquiano, nos ubicamos en una mesa arrimada a un lado de una pared, mientras tanto los artistas han pedido brandy para todos. En los muros hay cartees que dicen: "Se prohíbe el cante", algo normal en estos bares de Andalucía. Sin embargo la conversación es ilustrada con cantes directos a los oídos de Pepe, Antonio y Juan por "El Borrico", "El Batato" y "El Troncho". La luz del día está encima apareciendo, nos decimos adiós agradecidos y regresamos a Sevilla ensimismados. En Mayo de ese año, a los 57 años, "El Borrico" grabó su primer disco y luego vinieron muchos más.


(*) En la foto que hemos situado a la derecha aparecen Tía Juana la del Pipa, El Borrico bailando, Juan Morao y El Berza.

(1) El Borrico - Gregorio Fernández Vargas (Jerez, 1910-1983)  El Batato - (Juan Domínguez Pereira (Jerez, 1909-1970)  El Troncho - Manuel Sánchez Fernádez (Jerez, 1906-1978)  Paco Laberinto - Francisco Ruiz Gómez (Jerez, 1910-1974) bailaor en compañías de baile flamenco y del Tablao Zambra, especialista en el baile de Bulerías de Jerez.

10 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo con Vd. Lo que no me gusta es confundir un rato entre buenos aficionados con "los señoritos". Algo estamos intentando hacer aquí en Huelva. Hay quiénes defendemos que aunque el Flamenco es muy amplio y todo el mundo tiene donde elegir, lo bueno está entre poquitos y con el máximo respeto.

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  2. Bueno, en el caso de Bentín y sus amigos, no se trataba de "señoritos". Eran profesionales que los pocos ahorros que tenían se los gastaban en cante y toros.
    Por otra parte, si el señorito era aficonao, mejor que mejor. Gracias a eso vivieron muchos, entre ellos El Borrico o La Periñaca.

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  3. Cuando eran aficionados, si. Si se gastan el dinero que tienen en escuchar Flamenco también. Me refería a otros tipos de "señoritos" que lo que menos le gustaban era el Flamenco.

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  4. Estimado Andrés, mi nombre es Luis Solari, soy peruano y socio y amigo de quien en vida fuera José Bentín que desgraciadamente nos dejó el 2 de octubre de 2015. Soy seguidor y admirador vuestro y por supuesto del flamenco. Saludos

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    1. Nos veíamos de tarde en tarde pero Pepe Bentín y yo nos queríamos mucho y concordábamos en casi todo en lo que a afición flamenca se refiere. Encantado de enviarle mis saludos

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    2. Andrés una consulta, tiene usted el libro publicado por José Bentín "Crónicas en la ruta del arte efímero"?, es una publicación dedicada a su afición a la tauromaquia y el flamenco en la que se recogen entre otras las que usted tiene en su blog. Le pregunto por que si no la tiene para mí será un gusto remitírsela. Yo tengo noticia de usted naturalmente por Pepe con quien compartimos afición por el flamenco.
      Reciba saludos desde Lima.

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    3. Gracias, amigo por el ofrecimiento. El libro me lo mandó Pepe con su dedicatoria. De él tomé esto de Jerez y un par de cosas más para mi blog.
      Si pasas por Córdoba, aquí tienes un amigo

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    4. Andrés, muchas gracias por este encantador relato. Luis, yo soy peruano aficionado al flamenco y los toros, pero resido fuera. Poder leer el libro del Sr Bentín sería un honor. La narración de este espisodio en Jerez me encandiló.

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  5. Gracias Andrés, dentro de unos días estaré por Madrid, ¿Alguna recomendación para ver flamenco en esa ciudad? Suelo ir a Casa Patas, pero tal vez tú tengas alguna alternativa. Saludos

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  6. Estoy prácticamente retirado de todo, pero tengo muy buenas referencias de "Casa Patas" y del "Círculo Flamenco de Madrid", cuyo local suele ser "Tablao Las Tablas", Plaza de España, nº 9.
    Disfrúatalo. Saludos

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