Visitando mi cuaderno Cantando por Fandangos, ahora convertido en EL MUSEO DEL FANDANGO, podrán elegir entre doscientos cincuenta (250) artistas distintos para escuchar este estilo de cante.

jueves, 2 de abril de 2015

A vueltas con Antonia Pozo

Hablábamos el otro día de la cantaora Antonia Pozo. ¿Quién era en realidad esta mujer lebrijana? Estela Zatania me indicaba que Gonzalo Montaño Peña podría darme más información. Localizo a este hombre (creo que hijo de una hermana de Juan El Lebrijano) y me dice que él se dedica más a la musicología pero que había información sobre la Pozo en un libro de Ricardo Rodríguez Cosano titulado Cantaores de LEBRIJA en el recuerdo. Conozco al autor y tengo libros suyos pero no precisamente éste. Abusando de la generosidad de los amigos virtuales, me hago con las páginas en las que Ricardo nos habla de Antonia Pozo.


Así, podemos leer lo siguiente:
Fuera del ámbito de Lebrija, Antonia Pozo es poco conocida por los flamencos (...) Sin embargo, la afición de Lebrija verá con naturalidad la inclusión de Antonia Pozo en esta serie biográfica.  
Los datos recogidos por Ricardo le conducen a que la cantaora se llamaba Antonia Vargas Flores y que nació el 21 de mayo de 1909. 
Cuenta Manuel Valencia Vargas, padre de Manuel de Paula y sobrino carnal de Antonia Pozo, que, debido a una enfermedad de tipo reumático, la cual le impedía mover las manos, se llevaron a su tía a una residencia a Cuenca -otras veces, se dijo a Barcelona o a Valladolid con familiares- donde murió.

Sigue el libro contándonos la visita de Antonio Mairena a Lebrija en la que escuchó a la Pozo y en la que recogió sus aires por bulerías. Se nos comentan más cosas de tales bulerías, pero no encuentro por parte alguna el año de la muerte de la cantaora. Ahora bien, el libro, en edición de autor con la colaboración del Ayuntamiento de Lebrija y de la Mancomunidad del Bajo Guadalquivir, se publicó en 1994. Por tanto, tenía que haber muerto antes de ese año.

Esto entra en contradicción con lo publicado en mi anterior artículo donde, recogiendo información de Luis Pérez, se decía que Antonia pasó sus últimos años en Utrera y que murió hacia el 2008. ¿En qué quedamos? Ya me gustaría que algún joven aficionado de aquella zona tomara el tema en serio y averiguara la verdad que pueda haber en una u otra versión.

Una idea, que brindo al Instituto Andaluz de Flamenco, sería la de tener censados a todos nuestros artistas actuales para, así, evitar que en el futuro ocurran cosas como la que comentamos. Pero, hombre, si el otro día escucho un vídeo de Manuel de Paula y dice literalmente que Antonia Pozo era su abuela paterna, cuando Ricardo nos dice que el padre de Manuel no era hijo de Antonia sino sobrino...

 Por otra parte, se me ocurre que ya está bien de tanto vernaculismo flamenco, de tanta familia cantaora, de tanto tesoro escondido por la Baja Andalucía, de tanto... ¿Cuándo vamos a acabar de enterarnos de que el flamenco lo hacen sus artistas? Lo hacen Pastora, Vallejo, Mairena, Lebrijano, pero nunca los anónimos cantaores rurales, los cuales, cuando cantan, con más gusto o con menos, lo que hacen es imitar lo que han oído a los profesionales. Si hasta una autora tan defensora de los núcleos y las castas flamencas de aquella zona (Utrera, Lebrija, Jerez) como es Estela Zatania, acaba contándonos en Facebook que  

en las entrevistas que realicé para mi libro, los más rancios...Tío Paulera, Enrique Soto Sordera, Manuela Carrasco (tía de Periquín), María Bala, el Tío Rincones de los Zambos...todos dejaron claro que lo que cantaban entre ellos no tenía interés fuera del entorno íntimo, y ellos mismos adoraban a Marchena y las voces dulces: "para nosotros, los artistas eran ellos" me dijo Gaspar de Perrate.

Pues eso.

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